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Castellanos de Losada, B.S.
Discurso historico-arqueologico.
\
DISCURSO
ó SE.V
KESEi.4 HISTÓRlC.l
SOBRE LAS LENGUAS, IDIOMAS, DIALECTOS Y ESCRITURA EN GENERAL,
y en particular di>, Espaúa.
Kscrllo y publicado en honor del célebre dlploniúdco y dl«(lii^uiilo
literato ara^ouéH del slailo XVIII,
EL ExcMO. Sr. D. JOSÉ NICOLÁS DE AZARA,
FRIIIER MARQUÉS DE HIBBIABO ,
OUE PIBLICV EN SU HONOR SU HISTORIADOU
Anticuario (te la Biblioteca Nacional . Fundaiior-Direclor de la Academia Española
lie Arqueología . ele.
Va acompañado de olro poquciio discurso sobro la lengua ElSKERi ó íasconíada,
escrilo al uiisiuo efecto por el Sr, D. im Francisco de iizqiiik'l,
<^^S
MADRID: ISr.G.
l.Ml'nK.MV íiK IXI.N AI.FJVNDnn i;()M>;Z n KNrKNFliRñ ,
cali» líe la Culnjiala . núm 0. A,.\'^ ^ -
\
A LOS LECTORES.
Habiéndose formado este folíelo de pliegos sobrantes del Álbum IS'acio-
uíi! ¡I Extranjero de Azara, no debe extrañarse que empiece la foliación de
la primera página en el número 125 y termine en el 222, asi como que la
signatura de los pliegos empiece en el Ifi y termine en el 28 , porque estos
números indican las foliaciones y signaturas que corresponden ü la obra
expresada, pero no por esto falta en este folleto nada de lo que indica su
titulo.
Deben cüiilarse entre los aclunles pendolistas españoles de mas ñola,
de que hacemos mención en la parte de nuestro discurso que trata de la
escritura española , á los Srcs. />. José Velasco Dueñas, oficial de la Inten-
dencia del Real patrimonio, y al presbítero í). Juan Ábáon, empleado
en la biblioteca del Real palacio, sintiendo no recordar los nombres de
oíros no menos buenos en este género.
DISCURSO
o MAS BIEN RESENA HISTURICO-ARQIEOLOGICA SOBRE LAS LENGUAS, IDIOMAS,
DIALECTOS Y ESCRITURA EN GENERAL, V EN PARTICULAR DE ESPAÑA.
INTRODUCCIÓN.
¡ji nos prometiésemos formar la liistoria completa de las lengnas en su parte fabu-
losa, conjetural o razonable, con respecto al origen de la facultad concedida al hom-
bre para ordenar su pensamiento, metodizarle, dividirle y comunicarle por me-
dio de signos articulados ó mímicos , que después se escribieron y consignaron por
medio de signos ó caracteres, ciertamente que necesilariaraos una suma de cono-
cimientos de que carecemos, y una profundidad filosófica que está muy lejos de
nuestra pobre mente; asi como tendríamos también que ocupar muchos volúme-
nes para dar la debida extensión á tan vasto como dificil y complicado plan. Em-
pero como estemos muy ágenos de querer pasar por profesores de lingüistica, ni
pretendamos hacer gala de una filosófica erudición que en vano pretenderíamos
sostener, y por otra parte no sea esta obra un tratado filológico ni literario so-
bre esta materia , nos limitaremos á hacer una breve reseña histórica que basare-
mos en las doctrinas de los entendidos y filosóficos autores que mas han adelan-
tado en este género de literatura , de suyo difícil y árido, si bien instructivo por
todos conceptos.
Hubiéramos podido seguir en este pequeño trabajo á los sabios Hervás, Adam
Smith, Adeluog, Yolney, Merlán, Murray . Humbold , Yater y otros que han dis-
currido y dejádonos sabias obras sobre la formación, análisis, comparación, es-
tructura é historia de las lenguas en general; y á los entendidos y eruditos Poza,
Capmani , S. Isidoro , Rodríguez, Pérez Bayer , Larramendi, Yelazquez, Alde-
rete, Marina , Mayans, Sarmiento, y tantos otros que se han ocupado de nuestra
lengua nacional en todas sus secciones y dialectos ; pero hemos preferido por la
brevedad , y porque no hemos hallado mejor compendio de las doctrinas de todos,
el seguir el clarísimo método establecido por nuestro sabio compañero de redac-
— \-2C,—
cion, en la Knciclopedia moderna del ilustrado editor D. Francisco Mellado, publi-
cada en Madrid desde 1831 al 1855, en sus artículos Lenguas y España (Lingüis-
tica), de los que tomaremos la parte que mas convenjía A nuestro propósito,
á pesar de que no estando de acuerdo en algunos puntos, tendremos que variar de
rumbo algunas veces, y muy particularmente al tratar de la lengua vascongada ó
ibérica , en cuya parte estamos por la opinión de nuestro ilustrado amigo D. José
Francisco Aizquivtl, cuyo trabajo sobre este particular insertaremos al fin de este
discurso. De lodos modos los expresados artículos, que servirán de base ;\ este
escrito , en el que citaremos lo que tomemos de ellos , son lo que liemos leido mas
bien compendiado sobre la lingüistica en general y particular de España , y á
cuyo buen método y claridad se agrega el haberse hecho cargo, y analizado filo-
sóficamente , su autor de las opiniones de los mas acreditados escritores sobre esta
materia ; razón por la que recomendamos al lector que quiera enterarse deteni-
damente de ella los lea con cuidado, puesto que nosotros solo nos vamos á atener
á lo histórico, y á pasar muy ligeramente sobre la parte analítica y de formación
y construcción de las lenguas y de los dialectos, si bien en estos, por lo respecti-
vo á España, vamos á hacer un trabajo enteramente nuevo, comprendiéndola
opinión de literatos amigos, y echando á volar especies que andan hace mucho
tiempo rodando por nuestra imaginación , y lo propio nos sucederá en la parte re-
lativa á la escritura en general y particular de España. Debemos advertir de paso,
que deben tenerse como parte complementaria de este ligero bosquejo sobre la
historia de las lenguas, cuanto con relación á ellas se dice por nosotros en varias
partes y notas de esta obra y de la Corona Poélico-musical de Azara de que no nos
hagamos cargo, puesto que hemos establecido llamadas que nos han parecido úti-
les para la mayor instrucción y explicación de ciertos documentos y noticias que
insertamos.
Deseosos de contribuir en algo por nuestra parte , ademas de su dirección , al
engrandecimiento del Álbum nacional y extranjero hecho en honor del caballero
Azara, hemos formado este escrito, que, como ya hemos dicho, no tiene ninguna
clase de pretensión; empero si á alguno de nuestros lectores les fuese alguna vez
útil, siquiera para recordar especies olvidadas, ó para pretender eclipsarnos con
un trabajo concienzudo y digno sobre esta materia, hallaremos en ello una re-
compensa muy superior á nuestro deseo, y un premio honroso que nos llenará de
orgullo y satisfacción , tanto mas , cuanto que habiendo tenido muy pequeña par-
te en esta obrila , al reproducir las ideas de otros autores de mas feliz concepción,
profunda filosofía y sabio criterio, creeremos liaber hecho algo bueno; idea que
nos lisonjea y que sentiríamos ver defraudada. En esta inteligencia nos recomen-
damos muy eficazmente á la indulgencia de los sabios, y á la paciencia de todos
nuestros lectores.
^IB
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— 1-27 —
PARTE PRIMERA.
DE LAS LENGUAS EN GENERAL.
Dice el Diccionario de la lengua castellana en sa primera edición , que lengua
es : « el conjunto de voces y términos , voluntariamente elegidos , con que cada nación
explica sus conceptos, pronunciándolos ó articulándolos según sus dialectos.» Es lan-
ío lo que se ha escrilo y discurrido sobre las lenguas y su formación , y las diver-
sas versiones que se han hecho sobre esta importante materia, que seria preciso
muchos volúmenes para poner de manifiesto todas las opiniones; mas como este
no sea nuestro cometido, que no tendríamos las suticienles fuerzas para llenar
por mas voluntad que al efecto tengamos , nos limitaremos á presentar un ligero
bosquejo que dé alguna razón del objeto.
Manifiesta D. Sebastian Covarrubias en su Tesoro de la lengua castellana , que
lengua se loma muchas veces por el lenguaje con que cada nación habla , como
lengua latina , lengua griega, etc., y que en esta significación no hay lengua que
se pueda llamar natural ; pero que la razón tiene fuerza en el hombre de formar-
la á su beneplácito. Asegura este anlor que la primera lengua que se habló en el
mundo fué la hebrea, infundida por Dios á nuestros primeros padres , y que con
ella puso Adán nombre á lodos los animales de la tierra y á las aves , según su
calidad y naturaleza , como consta del capitulo segundo del Génesis que transcri-
be, pretendiendo, que si conociésemos la verdadera etimología y pureza de esta
lengua , no se ignoraría tanto de las cosas. Siguiendo en este propósito , supone
que hasta después del diluvio no se habló otra lengua, afirmando su opinión en el
mismo capitulo del referido libro sagrado; y que queriendo los hombres inmorta-
lizarse en la famosa torre de Babel , hizo Dios , para castigar su soberbia , que se
confundiesen , resultando de esta confusión setenta y dos lenguas diferentes, que
llevaron las familias á diversos pueblos, quedando solo con la primitiva //eber,
descendiente del primogénito de Noé , y su familia , por lo cual se la denominó He-
brea ■ razón por la que se llamó hebreos á Jacob y á sus hijos cuando pasaron á
Egipto, en cuya cautividad la conservaron en toda su pureza. Añade este escritor,
que al salir los hebreos de la cautividad , comunicándose con oirás naciones, cor-
rompieron su lengua primitiva hasta tal punto, que á la venida del Salvador ha-
blaban la lengua siriaca mezclada, conservándose solo la hebrea en los libros de
Moisés y de los Profetas , con algunas voces caldeas; y concluye que las lenguas
siria , caldea y arábiga son hijas de la hebrea.
Andrés Posa , S. Agustín , Arnobio y otros escritores fueron de la propia opi-
nión de Covarrubias; pero otros autores, y entre ellos S. Gregorio Nazianceno y
S. Gregorio Niceno, no quieren se entiendan las palabras del Génesis sobre la
confusión que causó la fabricación de la torre de Babel , de que se dividieron en
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tiiferente? lenguas, sino en la diversidad de pareceres y encontradas opiniones,
siendo el segundo de opinión, de que el habla es natural en el hombre, y que
debe buscarse el origen de la diferencia de las lenguas en el hombre mismo , y no
en la intervención de Dios. Empero como nosotros creamos y dehamos creer, que
nada existe sin la intervención del Omnipotente , perdónesenos si no podemos de-
jar de buscar, al menos en el consentimiento del Ser Supremo, todo cuanto se
refiera al origen ó creación de las cosas. Dejando estas consideraciones filosóficas,
que pueden estraviar la mente por mal camino cuanto mas se profundice sobre
este particular, consignaremos aqui nuestra opinión, en cierto modo igual á la de
nuestro compatriota Marina , en el discurso sobre la lengua española , ([ue publicó
la Academia de la Historia en el lomo IV de sus Memorias , de que la primera len-
gua fué revelada por Dios al primer hombre; creencia en que nos confirmamos
por mas que se ria de nuestra credulidad la filosofía moderna que pretende negar-
lo, fundándose en que habiendo dado Dios al hombre la facultad de pensar, el
entendimiento y la inventiva, le concedió en estas dotes la posibilidad de enten-
derse con sus semejantes por mil medios, por lo cual no le era necesaria la reve-
lación para el lenguaje, como no lo es para la música, en la que inventa á su an-
tojo mil sonidos: este modo de raciocinar será muy natural y filosófico, pero no
le comprendemos en el estrecho circulo de nuestras creencias, y por lo tanto le
dejamos al criterio de nuestros lectores (1).
Oponiéndose á nuestras ideas estas cuestiones filosóficas, y abandonándolas al
terreno de la discusión de los que quieran lucirse engolfándose en ellas, vamos á
entrar de lleno en nuestro objeto desde el [)unto de partida en que, parando lo
conjetural y filosófico, entra lo que no ofrece ya dudas á ninguna creencia. Tam-
poco queremos entrar en las encontradas opiniones filosóficas en que vagan los au-
tores acerca de la formación de las palabras, ya conocidos los sonidos y las letras
para expresarlas, ni de la mayor ó menor antigüedad del conocimiento y aplica-
ción de las parles de la oración; asi como tampoco nos meteremos á tratar de pro-
bar que este ü aquel fué el primer lenguaje , cosa ya difícil de averiguar ni aun
por la tradición razonablemente. Creemos si que en an principio el lenguaje seria
interjeccional y mimico , y que los hombres se entenderían por los signos de la re-
velación directa, ó por la indirecta , que les iria mostrando la modulación de las
interjecciones en sonidos mas armónicos, que vendrían después á componer pa-
labras , las cuales fueron adaptando á los objetos que se les presentaban y á si pro-
pios, siguiendo en progresión de este modo hasta el estado en que se constituyó
ya un arte , cuya base no pudo menos de ser la revelación , la inspiración y el
consenlimienlo divino.
Sentada ya la definición del lenguaje, según el sentir de nuestra .\cademia,
que es una descripción mas bien que una definición completa y absoluta, añadire-
mos con los autores, que el lenguaje puede ser hablado, escrito, mímico y foné-
tico ó musical, habiéndole también de los ojos, ((ue puede aplicarse al mimico, de
las flores y de los colores que pertenecen al geroglífico (2); sin que tengamos por
{i) Platón cree el lenguaje de inspiración divina , y Diodoro, Horacio, Vitruvio y Cicerón le
consideran como institución humana , de cuya opinión son los modernos escritores Smith , Condi-
llac , el inglés Monbado y Stewarl.
(2) En 18^7 publicamos nuestra obrita titulada La Galantería etpañola ; y en 1850 nues-
tra Iconología cristiana y gentílica, y en ambas se explica el lenguaje mimico y Ggurado y el
de las Dores , colores y geroglificos en toda su extensión.
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impropio el que se denomine asi el canlo y sonidos con que los animales de lodas
clases espresan sos pesares y alegrías. Con mucha razón dice este autor, que
pensar es antes que hablar , y no una misma cosa como oíros quieren , en la
creencia de que no pueden existir separadas; pero debe tenerse presente, que
es preciso pensar antes para hablar, y que diariamente el pensamiento nos pro-
vee de nuevas palabras, sucediendo, no pocas veces, que concebimos mu-
chas ideas que no podemos expresar, porque carecemos de voces que expresen
nuestra concepción en todo su valor ; de modo que puede muy bien decirse, que
si el lenguaje sirve para la comunicación del pensamiento , no es aquel indispen-
sable para la formación de este : testigo de esta verdad los sordos y los mudos,
que sin hallarse en disposición de hablar , piensan como los que tienen estas fa-
cultades.
A pesar de que todos los autores convienen en la imposibilidad de fijar la épo-
ca en que solo existia un lenguaje , no por eso han faltado escritores que afirmen
que todas las lenguas son bijas de una madre común , y para probarlo se han de-
dicado á comparaciones analíticas, que mas que al arle pertenecen á la filosofía,
habiendo no poco de arbitrariedad en unos y de inventiva en otros , pues que á
poco que se discurra no podrá menos de concebirse de que sin que se dé de punto
de partida una lengua común primiliva, todas deben tener sonidos y raices pare-
cidos, siendo tan pocas como son las arliculaciones que puede formar la lengua.
Por el contrario cree el articulista de nuestra Enciclopedia del siglo XIX «que en
vez de proceder las lenguas de un origen conmn , caminan á un término común
después de nacer en tantos puntos como focos de población pudo haber en un país,
que se hallase lo suficientemente avanzado para poder empezar á crear un len-
guaje hablado , abandonando los gritos y los ademanes. »
Siguiendo al mismo autor en varios puntos de su articulo , hallamos que dice en
uno: «Muchos han querido probar el único origen de las razas humanas por el úni-
co origen también de las lenguas ; pero sus trabajos no nos son satisfactorios : la in-
vestigación de la lengua primitiva es todavía un problema.» Así es en efecto , todas
las investigaciones que se han hecho sobre este particular han salido infructuosa?,
y solo han servido para embrollar mas la cuestión , y poner de manifiesto la impo-
tencia humana cuando se atreve á pretender levantar el tupido velo , que cubre los
misterios del pasado lo mismo que del futuro , y que no puede menos de recibir el
castigo merecido por haber querido penetrar con su ignorancia mas allá de lo que
es permitido á su limitada razón , y tocar con sacrilega mano el arca misteriosa de
los secretos de la divina Providencia.
En el empeño , no de descubrir , porque esto no lo creemos posible al hombre,
sino de singularizarse con la máscara de una mentida sabiduría , los unos han senta-
do por cosa cierta que el griego fué la lengua primitiva , otros que lo fué la hebrea,
otros que el latín, otros que el celta; nuestros vascongados, que lo fué la suya;
y asi cada filólogo ha tratado de ensalzar la soya natural ó aquella á cuyo estudio
se había dedicado con preferencia, tratando con porfiado empeño arrastrar á lo-
dos los demás á una opinión que él en conciencia no podía creer, porque á excep-
ción de algún crédulo de su mismo invento , estamos persuadidos de que ninguno
ha hallado monumentos indestroclibles que no pueda rechazar la sana razón y la
verdadera y solida filosofía. El estudio de las lenguas y de las etimologías pre-
senta muchas semejanzas entre unas y otras, nacidas de las relaciones de los di-
versos pueblos entre sí , pues que esto hace que las lenguas tomen y se presten
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inutuaineDle voces , con las que se hace una fusión que las asimila con el lienipo,
sin que porque se cncuenlren enlre dos ó Ires lenguas unas cuanlas voces idénli-
c»s,deba suponerse un mismo origen á toda la lengua , sino que la idenlidad
solo está en las palabras semejantes. Dice el doctor Yung , que una voz idéntica
en dos lenguas no supone un común origen; que si hay tres, la probabilidades
mayor y asi sucesivamente; pero en caso alguno debe tenerse por uno el origen
de las dos lenguas; en fin concluye diciendo: que cuando entre dos lenguas son la
escepcion la desemejanza de palabras, hay parentesco entre ellas; pero cuando
la escepcion la forman las voces semejantes, no puede menos de haber distinción
de origen entre los idiomas comparados: las afinidades son origen de que for-
men las lenguas grupos marcados.
Se clasifican las lenguas primero en dos grandes secciones. En la primera se
han colocado las que se tienen por lenguas madres, y en la segunda lasque se
suponen hijas de estas, como por ejemplo el español , el portugués, el francés y
el italiano, se tienen por lenguas hijas de una madre coman á ellas, que es la lati-
na, que también se amamantó y no poco de la griega. Después sellan hecho
otras dos secciones, á saber: lenguas muertas, que son las que no tienen un pue-
blo que las practique hablándolas vulgarmente , como el hebreo , el latin , el godo,
el eslavo , el escandinavo , etc. ; y lenguas vivas , que son aquellas que se hablan
vulgarmente en los diversos pueblos del globo. También se llaman lenguas litera-
les, á las que conservándose escritas, conocen y usan los eruditos, no obstante
de haberse alterado vulgarmente, á cuya alteración se dá el nombre de lengua
vulgar, y asi es que hay árabe literal que es el del Corán y el lenguaje antiguo
de este pueblo, y árabe vulgar, que es el que hoy usa; y como las alteraciones
hayan tenido lugar en todos los pueblos, en todos hay lengua literal y lengua
vulgar mas ó menos variadas y marcadas enlre si.
Según las observaciones filológicas de los autores, compendiadas hábilmente
por nuestro expresado enciclopedista , con relación á su naturaleza , se dividen
las lenguas también en sintéticas y analíticas, perteneciendo á la primera clase
las que agrupan en una sola palabra generalmente la expresión de muchas ideas,
y á la segunda las que con solo una palabra indican una idea y una relación
gramatical ; habiéndose observado que no existe idioma exclusivo de una sola de
estas secciones, y que al paso que las lenguas de los pueblos salvajes son mas
sintéticas, son mas analíticas las de los pueblos civilizados. Según el propio autor,
las lenguas, consideradas en su sintaxis, son directas ó inversivas: en el primer
caso los" miembros de la oración están sujetos á una construcción invariable, cuyo
orden comunmente es: el sugeto, el verbo y el régimen, procurando que lo regi-
do vaya siempre después de loque rige; y en el segundo se invierten las pala-
bras de mil maneras , como se vé en el latin ; pero las lenguas inversivas necesi-
tan tener desinencias y flexiones gramaticales que marquen bien las relaciones
de las palabras enlre si : de los dos sistemas , el mas lógico , y de consiguiente el
mas claro , razonable y fácil , es el primero en la opinión nuestra , que vemos ser
la de la generalidad , cuando es el mas usado por los pueblos modernos.
Considerada ciencia la lingüistica , fué preciso establecerla sobre ciertas bases,
y fijar una metódica nomenclatura , á cuyo fin los sabios filólogos dividieron en
determinadas clases la multitud de idiomas conocidos, en los cuales se hicieron
desde luego la clasificación de dialectos con sus respectivas divisiones , de fami-
lias y de ramas de las mismas, ya formando las clases con las lenguas monosilá-
— lól—
bicas y polisilábicas, ya dividiéndolas en sintácticas ó de flexiones gratnalicales,
ó en atácticas ó sin ellas.
Nuestro enciclopedista dice: «que una familia de lenguas comprende lasque
tienen machas radicales comunes, con tal que estas coincidencias no sean hijas
de casos fortuitos , ni de relaciones entre los pueblos después de formado el pri-
mero de sus idiomas , cosa muy difícil de averiguar. La frecuencia y el carácter
intimo de las analogías así lexicográficas como gramaticales entre ciertas lenguas
de una misma familia, las agrupan en ramas ó ramificaciones. Muchas raices dis-
tintas entre dos pueblos, establecen lenguas distintas; pero donde casi todas las
raices son idénticas , y donde las diferencias no consisten mas que en desinencias,
ol lingüista no reconoce ya otra cosa mas que dialectos: » creyó el famoso filólogo
Klaproth , que para clasificar las lenguas era preciso hacer un severo estudio de
las relaciones que pudieran tener entre si las radicales , y partiendo de la base de
una lengua primitiva , en que muchos autores no creen , hizo importantes in-
vestigaciones sobre este punto. A este fin este sabio .ngrupó los sonidos, y conside-
rando como semejantes los que pertenecen á un mismo grupo, halló una comple-
ta afinidad entre las lenguas del Nuevo Mundo con las del antiguo de mas remola
fecha ; pero el autor enciclopedista razona en contra de este sistema, negándole
\á base desde luego, diciendo que de este modo se disminuye el número de suer-
tes, aumentando la probabilidad de que se repitan los sonidos en diferentes idio-
mas aunque jamás hayan estado en contado , y dando eras razones que no dejan
de convencernos con los ejemplos que establece. Es tan curioso y manifiesta tan
profundo estudio de las lenguas el sistema de Klaproth , y tan interesantes las ob-
servaciones que sobre él hace el referido enciclopedista, que no debe pasar sin
leer y estudiar detenidamente el articulo de la expresada Enciclopedia moderna
en la voz Lenguas, el que desee escribir ó tratar cuestiones de esta clase.
Según las observaciones hechas hasta el dia , pueden considerarse en unas
dos mil las lenguas que se hablan en el mundo , y en mas de cinco mil los dialec-
tos que de ellas se derivan. Divididas según las partes del mundo, se encuentran
en cinco grandes secciones, á saber: lenguas del asía, que comprenden las se-
míticas, entre cuyas cinco ramas está el hebreo con sus tres dialectos y subdia-
lectos, las caucásicas, persas, indias, tártaras y de Siberia. A esta sección perte-
necen el antiguo fenicio , el púnico de la antigua Cartago , el siriaco y sus tres dia-
lectos, el antiguo caldeo, el medo, el árabe antiguo y sus dos dialectos, el lite-
ral, el vulgar y sus diez dialectos. El abisinio, que tiene dos dialectos; la lengua
del Cáucaso, dividida en georgiana , armenia y lesgiana con sus respectivos deri-
vados, entre las que se cuenta la circasiana. Las lenguas persas, que tienen siete
idiomas. Las de la India , divididas en lenguas muertas y vulgares , siendo las pri-
meras el pali y el sanscrit , de la que se derivan todas las vivas indicas á excepción
de las que hablan las tribus desconocidas. Las lenguas de la región transgangéti-
f(i , divididas en cinco idiomas , entre las qne se hallan la china y la japonesa , con
ocho dialectos entre todas. Las tártaras .divididas en tres ramas , contándose en
ellas la turca y ocho idiomas derivados; y en fin las lenguas sibéricas, que se di-
viden en cinco idiomas, y estos en porción de dialectos; pero que tanto unos como
otros son casi desconocidos, porque no se ha escrito todavía del modo que puedan
estudiarse.
La segunda sección abraza las lenguas africanas , las cuales han sido tan
poco estudiadas que apenas son conocidas las principales que se tienen por del
— l.VJ —
Nilo, lie la Nigricia litoral é interior, del Atlas y de la parle austral. Estas lenguas
se dividen en porción de idiomas, enlre los que se cuenta el eijipcio anliguo y el
(Opto, el berberisco, el cafre y el hotenlole , y en inullílud de dialectos la mayor
parte desconocidos aun ;i los lingüistas.
Ka tercera sección comprende las lenguas oceánicas, no mas conocidas que
las anteriores, en particular las que corresponden á los pueblos de raza negra de
la Australia, Nueva Guinea, Malaca y Filipinas en sus montañas, conociéndose
mejor ya los idiomas de los maleses, jabaneses, Madagascar, célebres Islas Fili-
pinas y Formosa , y los de la Polinesia Oriental con sus cuatro dialectos, en que se
bailan el lenguaje de Taiti y de la Nueva Celandia , siendo el javanés y el males
los dialectos mas generales , conocidos y bien dispuestos, pues que cuentan con
alguna literatura y monumentos literarios, en particular el segundo, que debe
estudiar el que visite aquellas regiones.
El nuevo Mundo, ó sea la America , constituye la cuarta sección de las lenguas
en el orden que llevamos, en cuyas regiones son tantos los diversos lenguajes
que se hablan y tan poco conocidos, que solo |)ueden citarse unos pocos que fueron
estudiados en un principio por nuestros misioneros, y que pocos han examinado
después de ellos. Debemos empezar por decir que el castellano en la mayor parte
de este continente , que nos debió su descubrimiento y conquista á la civilización
y que hemos dejado perder por falta de tacto, el inglés, el francés, el danés y
holandés, son los idiomas que hablan oficial y vulgarmente los países civilizados
del Nuevo Mundo, que tomó el lenguaje y costumbre de sus conquistadores. Las
tribus salvajes tienen todas su idioma peculiar, y los mas conocidos son el caribe,
el tanamaco , el guaraní y sus cuatro dialectos , el mejicano o azteco , el peruano y
sus dos anexos mncaby y el abipon que es el lenguaje del Paraguay inculto; el del
Paso de Chiquitos, el esquimal y sus tres dialectos, entre los que es el uno el
groenlandés; el pechenes, y el chileño ó araucano, en el que se cultiva con bastan-
te éxito la poesía.
De exprofeso hemos dejado para la última sección las lenguas eiropeas, por
donde pudiéramos haber empezado. Según ciertos autores á que ha seguido
nuestro enciclopedista, las lenguas de Europa se dividen en las seis familias si-
guientes: ibéricas, célticas, greco-latinas, germánicas, slavas, uralianas y Gne-
sas. Las primeras se dividen en antiguas y modernas, contándose entre las prime-
ras el español primitivo, el de los Olscos y el de las Galias, y entre las segundas
la euskera ó vizcaíno; pero de este idioma , que pretenden algunos autores fuese la
lengua primitiva , insertamos en su lugar un luminoso escrito del erudito Aizquivil,
que por primera vez da á conocer esta lengua con alguna filosofía y en la exten-
sión que lo permite esta obra. I^as lenguas célticas, divididas en gaélica y eimrica,
de las que la primera comprende el irlandés y el erso que son sus dialectos prin-
cipales, tiene otros dos subdialectos, y la eimrica da origen á los idiomas gales,
bajo-breton y cómico, y de estos salen otros cuatro dialectos.
A esta sección pertenecen las lenguas greco-latinas, cuyas ramas son la fri-
gia, la griega, la elrusca y la latina: pertenecen á la primera las antiguas del Asia
Menor de los frigios , troyanos y lidíos, y en Europa de los tracíos y macedoníos,
y hoy el albanés, madre de los dialectos de la baja Albania y de la Italia ; son pe-
culiares de la griega los idiomas de los pelasgos, de los que salieron los helenos,
que dieron su nombre á la lengua griega , que estuvo dividida en los dialectos eó-
lico, jónico, dórico y ático , y que se diferencia de la usada boy en la construcción
— 133 —
y en las formas gramalicales. El lenguaje de los eiruscos se ha perdido por de-
cirlo asi, y solo se distingue en algún que olro monumento; y la rama latina , que
ha sido la de los sabios hasta que la francesa se ha sobrepuesto, y que es aún la
del cristianismo católico y la de nuestras universidades, comprende el latin for-
mado del lenguaje de los olscos, de los pueblos del Lacio y de los antiguos griegos
de la magna Grecia , ó sea de Italia , amalgama que lormú la lengua rica , sonora y
majestuosa de Cicerón y de los grandes sabios de Roma, que con el brillo de su
elocuencia y grave dicción, ;i la par que con el colosal poder que alcanzaron las
armas romanas, conquistaron el mundo antiguo, haciéndole tributario.
Discurriendo sobre la lengua latina, dice el erudito Covarrubias , que si los
griegos tuvieron por bárbaras á las demás naciones, vencidos ellos por los roma-
nos, tuvieron que admitir su lengua latina , y en particular en el sentido oficial,
en el que estaba prohibido hablar lengua extrañn ; pero que sin embargo de esto
los romanos fueron á Atenas á estudiar la lengua griega , con la que enriquecieron
la latina , inlro<luciendo en ella muchas voces griegas. Añade este autor , que no
se ha podido averiguar enteramente qué lengua hablaron los romanos en su prin-
cipio, por las muclias en que debió dividirse la provincia , y porque los que en di-
ferentes tiempos la dominaron, introducirian sus propias lenguas; pero que que-
daron muchas voces de los etruscos y de los olscos, tomando el nombre de lati-
na de la del Lacio , que á nuestro entender debió ser sin duda la mas influyente
y generalizada.
Según el buen orden establecido por nuestro enciclopedista, en vista del ob-
servado por los autores mas acreditados en esto, á la lengua greco-latina siguen
las llamadas romanas «que no son otras que las lemosinas, de que hablaremos en
nuestra segunda parle con alguna extensión ; que estas se dividen en lenguas d'oil
y D'oc , de las que nació el antiguo francés , el catalán , el valenciano y el mallor-
quín en España; el langüedociano moderno, el provenzal, el delfines, el leonés,
auvcrnés, el lemosin y el gascón, en Francia ; el rumance y el vales, en Suiza; el
saboyano y el vandés , en los Estados Sardos; el italiano subdividido en los si-
guientes dialectos: piamonlés, genovés, milanos, bajo-lombardo, bolones, ber-
gamasco, veneciano, friulano, tirolés, toscano vulgar , romano, sabino, abruzo,
calabrés, epulense, larenlino, napolitano, siciliano y sardo.»
El castellano (español) generalizado en América por haber estado sujetas á
España en su mas grande extensión, desde su descubrimiento hasta que nuestra
torpe política y sugestiones de naciones envidiosas de nuestra grandeza desperta-
ron en aquellas colonias las ideas de una independencia, que al fin lograron , pero
que no las ha hecho mas felices, es hijo de la lengua latina con mezcla de la
goda, de la griega, de la vasca, déla lemosina , y sobretodo de la árabe, como
probaremos después; y sus dialectos, si se esceptuan el vascuence y el lemosin,
que son lenguas madres, en nuestro sentir, se diferencian no poco de la lengua
oficial , ó sea del castellano , que se habla en toda España de oficio y por las cla-
ses instruidas y elevadas. El portugués, que también es la lengua del imperio
americano del Brasil, es mas bien un dialecto nuestro, el gallego, del que la
hace hija el erudilo P. Sarmiento , en su Onemasticon de la lengua gallega, que po-
seemos original y que tratamos de publicar. Viene como hijo de las lenguas roma-
nas el francés, que es hoy el lenguaje diplomático y el del mundo cullo, y á este
sigue el valaca, subilividido en cuatro idiomas, y que es una amalgama de latin,
griego, godo , eslavo y turco.
— i-A —
I-!is lenguas germánicas se dividen en tinco rumas, á snber: la teuiónica , l:i
sajona , la cimbrica . la escandiitava y la anglo-brilúnica. A la primera corresponde
el antiguo aloman, el tudesco ó franco, la alemánica y el alemán medio, que son
sus idiomas, y el alemán moderno que tiene cuatro dialectos, siendo uno de ellos
el suizo. La lengua sajona tiene cuatro idiomas , entre ellos el neerlandés y el fri-
san, y en ellos ocho dialectos, siéndolos del neerlandés el flamencn y el holan-
dés. Cinco idiomas abraza la rama escandinava , entre ellos el noruego, el sueco y
el danés , y diez dialectos, siendo uno de los salidos del noruego el irlandés; y en
fin la rama anglo-británica comprende el anglosajón y el inglés, que se subdivi-
de en cuatro dialectos , de los que el escocés es uno de ellos.
Vienen después las lenguas eslavas, que se encuentran en las ramas eslavona,
rusa, bohemio-polaca y uvendo-lituá7iica. La primera comprende el servio, subdivi-
dido en ruso antiguo y eslavon propio, siendo el primero el lenguaje eclesiástico
de la Rusia , y además tiene el segundo tres dialectos. El ruso es la lengua general
de este imperio y de la Hungría y una parte de la Galilzia , y tiene cinco dialectos,
partiendo de él los idiomas el croata y el winde, con tres dialectos. El bohemio-
polaco abraza los idiomas: bohemio con seis dialectos, el polaco con dos principa-
les, y el servo, que ya solo se habla en pocos pueblos. Y en íin , la lengua uvnndo-
liluúmca se divide en los idiomas icende, del que solo ha quedado el dialecto
linonish, el prueze ó prusiano antiguo , el Utuúnico , subdividido en otros cuatro
dialectos, y el letlon con sus cuatro dialectos. Las lenguas llamadas uralianas se
dividen: 1.° en cuatro ramas, á saber: la finesa, que comprende el fines, hablado
en San Petersburgo; e\ estoniano, el lapon, con sus cuatro dialectos, y el ¡ii'f
ya casi en desuso; 2.° lengua ro/jense, con dos idiomas y dos dialectos; 3.' la
permiana, que tiene dos idiomas y dos dialectos; y 4.° la húngara, que se divide
en cuatro dialectos en su idioma húngaro ó madjar , y en los idiomas wogul y os-
tiaco , á que debieron pertenecer los antiguos lenguajes de los hunos , avaros , búl-
garos y khazaros.
Hecha esta clasificación de las lenguas mas conocidas , terminaremos esta par-
te manifestando que los sabios Leibnitz , liecher, Wiikins, y oíros escritores, tra-
taron de formar una lengua filosófica universal, á lo que se opusieron tales obs-
táculos, que sus ideas quedaron en proyecto; pero en vista de lo que el vapor y
las vias férreas van acercando á los pueblos, llegará el tiempo en que lodos cons-
tituyan una sola familia, con una sola lengua y una sola religión, según de esta
última está predicho por quien no pudo engañarse; pero entre tanto que esto no
venga naturalmente, y por el consentimiento é inspiración divina, la lengua uni-
versal será siempre un bello sueño , una poesía irrealizable.
■ 1Ó5 —
PARTE SEGUNDA.
DEL IDIOMA CASTELLANO , LENGUAJE OFICIAL DE ESPAÑA.
Al tratar el erudito D. Sebastian de Covahribias Orozco de la lengua, en su
Tesoro de la lengua castellana ó española , que fué el primer diccionario de
nuestro idioma , y el cual se publicó el año 1611 , dice: que se duda cuál haya sido
la propia que se habló antiguamente, si bien le parece verosímil fuese la que tra-
jo Tuba! , que muchos sospechan fuese la llamada hoy vascuence. Después de esto
añade , que fuese la que quisiese, la primera lengua se confundió con la venida á
España de los lidios, babilonios, tracios, griegos, fenicios, frigios, egipcios, to-
cios , misios y otras naciones, que vinieron á este país atraídas por la riqueza de
sus minas de oro y plata. Asegura que viniendo los cartagineses y los romanos
después , en competencia unos de otros, se enseñorearon en la península , y que
quedando al fin los segundos por señores, introdujeron su lengua ; pero que en-
trando los godos , y apoderados de España , la corrompieron , mezclando voces su-
yas con otras del antiguo español , de lo que resultó un latin corrompido, como
aparece de las leyes godas y de los escritos de aquellos tiempos. «Después de la
pérdida de España , dice, señoreándola los moros, introdujeron muchos vocablos
árabes que se mezclaron con la lengua castellana , y los judíos también nos comu-
nicaron vocablos hebreos, y tenemos algunos otros que inmediatamente vienen
del griego: hanse ayuntado algunos otros vocablos italianos, franceses, alemanes
y de otras naciones. De aquí se puede colegir cuan dificultoso sea el dar origen á
lodos los vocablos castellanos; y esta ha sido la causa de que muchos que lo han
emprendido desistan muy desde los principios, contentándose de dar la etimolo-
gía de cual y cual vocablo. La lengua antigua española debió ser difícil y áspera
de pronunciar á los forasteros, y por esta razón se debe eslimar siendo lengua
varonil. (Y cita con esle motivo un epigrama de Marcial sobre ella.) Hasta el
tiempo del rey D. Alonso el Sabio se hacían las escrituras públicas en latin , y por
su mandato de allí adelante se hicieron en lengua castellana, con el fin de que
esta se puliese y enriqueciese , como se ha hecho desde aquel tiempo acá. A esta
lengua se llama romance, por derivarse de la lengua romana, y es nombre vulgar
á la lengua italiana , á la francesa y á la castellana , porque todas tres traen origen
de ella.»
Nos ha parecido empezar esta parte con la opinión de Covarrubias, que si bien
no es la de todos los filólogos modernos, es ciertamente muy respetable y en al-
gunos puntos muy razonable y posible , y no deja de conformarse , en cierto modo,
— 13C —
con Ins opiniones de Plinio , el famoso Tostado , Kstrabon , y los escritores vascon-
gados (le m;is ñola.
Salndo os por la historia, que España fué presa de muchas naciones extranje-
ras , que vinieron llamadas de la codicia , á esquilmar su riqueza y á disfrutar de
su ameno y fecundo suelo y de su despejado cielo, siendo de entre ellas las que
menciona Covarrohias las que han dejado mas recuerdos de su venida. Asegu-
rándonos Plinio que los zazintos visitaron á España doscientos años antes de la
guerra de Troya, hallamos en Estrabon, como digimos en nuestro discurso sohrc
la poesía , en la Cohona poética de Azara , que los lurdelanos se hallaban en tal
grado de civilización , que tenian lengua propia , poesía y leyes escritas que conta-
ban seis mil años de antigüedad.
Sabemos por la Arqueología, que los gricíjos fundaron á Rosas, Ampurias y De-
nla, y que se debe á los fenicios Cádiz y Málaga y otras ciudades de la liética,
enseñándonos los monumentos monolitos del Pirineo la visita de los celias, y los
muros de Tarraco la de los pelasgos , citados los primeros por llerodoto , y nadie
puede poner en duda de que los cartagineses pusieron su atrevida planta en nues-
tras costas, en donde son Barcelona y Cartagena buenos é irrefragables testigos.
Atribuye el historiador ülasdcii el origen de los celtas á España , y como Heroiloto
parezca ser de esta opinión, si los celias fueron verdaderamente pueblo y no un
nombre dado á ciertos paises del norte de España , como quieren algunos , creemos
nosotros que estos pueblos serian los vascongados , y que su lenguaje pudo ser bien
el tarsiano ó lengua ibera , ó el lubulista ó céltica , citado por el expresado Masdeu,
que asi como Erro , Poza, Garibai y Larramendi , conceden á Tubal la población
de España , pretendiendo estos últimos que ésle trajo consigo la lengua ibérica ó
vascongada. Juan Gorobio deriva la primera lengua española de las germánicas, y
el arzobispo D. Rodrigo afirma que lo fué la latina , no faltando quien pretenda ha-
cer creer que los españoles fueron los fundadores de Roma , y que dimos el len-
guaje á esta nación: ¡tanto puede el entusiasmo por la patria, que frecuentemente
arrastra á la exageración y al error hasta á los hombres de mejor fe y sana con-
ciencia !
Si la disposición topográfica de España no estuviera declarando que jamás pudo
ser un pueblo unido sujeto á unas mismas leyes y costumbres, puede que nos in-
clinásemos, en algún modo, á la opinión de los vascongados, entre los que se
pretende , y en particular por Erro , no ya solo que su vascuence fué la lengua pri-
mitiva y revelada del mundo, si que también que fué la general de España; ero-
pero como á pesar de la civilización que boy alcanzamos y de estar sujetos á las
mismas leyes, aun hoy sou diversas las costumbres y dialectos entre nosotros,
porque se opone á la unidad la topográfica posición y diverso clima y carácter de
nuestras provincias , no podemos creer lo que afirman los referidos autores , mien-
tras no se nos den pruebas mas seguras y convincentes. Si no hubiéramos de dar
una extensa razón de la lengua eitskera ó vascongada en esta obra, nos haríamos
cargo de lo que sobre ella dicen Séneca , Pómpenlo Mela y Mariana , que injusta-
mente la calumnia , porque no conoció su estructura esencialmente filosófica, y
otros varios autores ; pero dejando esta tarea á nuestro buen amigo D. José Fran-
cisco Áizfjuivil , solo diremos que el erudito secretario de la sociedad arqueológi-
ca lie Bezieres, en Francia , nuestro colega y amigo Mr. A. Bocdard, en su obra
titulada : Eshidios sobre el alfabeto ibero y sobre algunas monedas autónomas de Es-
paña, traduce por la lengua euskera ó vascongada las leyendas de nuestras mo-
— 157 —
nedas antiguas deooruinadas celtiberas por anos , desconocidas por Lastanosa , é
ibéricas por otros, dando razones que nos convencen, y de las que podrán verse
algunas en la nota que insertamos (1), que nos lia mandado para ilustración de su
composición en caracteres iberos, que publicamos en esta obra en la sección de
flores orientales del norte y otros pueblos antiguos.
De las investigaciones hechas por el sabio Boudard , que explica las leyendas
de nuestras monedas ceilibéricas, resulta en su opinión, y para ello dá sólidas
pruebas, que la lengua ibeua y la lengua vasca, que divide en los dialectos alto-
navarrés, souletino, b;ijo-navarrés, labourdino, guipuzcoano y vizcaíno ó cánta-
bro, deben ser una misma, salvo las modificaciones y voces nuevas que hayan in-
troducido en ella los diversos pueblos que después invadieron la Península (2).
Varios autores han tratado de averiguar el valor de las letras desconocidas de nues-
tras medallas celtibéricas que Wormio cree púnicas; pero ni el holandés Bari , ni
Nassarre , Antonio Agustín, Lastanosa , Alderele , Larramendi , el P. Rojas , Zú5i-
(1) Es la lengua ibera la mas antigua que se haya hablado en España ; las relaciones que se
establecieron últimamente entre los sufijos , iberos y vascas nos han proporcionado el medio de
leer las raras inscripciones que nos han quedado de su ¿poca , y la explicación de las monedas ha
probado que en otro tiempo su lengua se hallaba extendida en toda la península.
Por consecuencia de la invasión de los celtas en una época remola é incierta, empezaron á
verificarse modificaciones en la lengua primitiva de la lliipania , ó á lo menos en la de sus pro-
vincias del Sud y del Oeste , en donde fueron mas frecuentes las relaciones entre los modernos y
los antiguos poseedores. Bien pronto los fenicios que primero se establecieron en las costas del
Sud y del Este, los griegos que los reemplazaron bastante tiempo después en las del Noroeste, y
después de ellos los romanos , los vándalos . los godos , los moros , etc. , fueron dejando los ras-
tros de su paso , y la lengua nacional ha debido experimentar una completa transformación , y
sin embargo se ha mantenido al través de tantas revoluciones en un rincón de España, en los
montuosos países de la Guipúzcoa, de la Galla y del Laburto , que el hierro de los hombres li-
bres supo mantener al abrigo de las invasiones. Por cierto que esta lengua , limitada á tan estre-
cho espacio . ha debido probar la inlluencia de los idiomas extranjeros que la rodeaban ; pero á pe-
sar de su abandono y desorganización , no ha podido menos de conservar pruebas irrecusables de
su antiguo esplendor , y de encontrar , aun después de dos mil años , en la lengua vasca , su hija
primogénita, los acentos firmes y enérgicos de la lengua ibera Al componer este corto ensayo
he tomado , en ptimer lugar , las palabras de que me he servido , parte de las inscripciones y par-
te de los antiguos cantos nacionales ; en segundo he restablecida la escritura de los iberos , ante-
rior á la dominación romana , con su sistema oriental , en el que se reconocerá que si yo me ha-
llo alguna vez discorde con la lengua actual , las radicales y las desinencias son las mismas. Asi-
mismo la inscripción fenicia no contiene sino las letras que han podido tomarse de las monedas
púnicas de la Híspanla , y palabras sacadas de las inscripciones.
Muy dichoso seré si este débil y respetuoso homenaje , rendido á la memoria del ilustre Azara
por un francés desconocido . pero que ama todo lo que es noble y grande , manifiesta á mis amigos
allende los Pirineos , cuál deseo estrechar de mas en mas los lazos de afecto que la ciencia ha
establecido entre nosotros. — A. P. BouDAnD,
(2) Dice Charax , citado por Boud.ird, que habiendo llegado los griegos á la embocadura del
rio Jberus , y encontrando alli una población que tenia el mismo nombre, dieron este nombre á
toda la Península , añadiendo que el nombre de Iberia es Ibero , y se explica fácilmente por las
palabras vascas Ibay-Erri. que qtiiere decir pais del rio. Dice también que los primeros habitan-
tes de las Baleares fueron iberos de las costas de España , y que queriendo sean , según los anti-
guos, baleares hondero$ , en la lengua vasca se halla Aballaerri , que significa pais de la honda,
y aballari , honda.
18
—138—
ga , Mahadel , el Marqués de Algorfa , Fabro, Montuenga, ni ningún olro aulor es-
pañol, asi como lampoco los extranjeros Lenormant, Huinbolt, Edward , Seslini,
Saulcy , Akeraan , Mionnel, Mr. Loriclis, ele, que han tratado de estas inscrip-
ciones y medallas , las lian explicado mejor que Mr. Boudard , en nuestra opinión,
ni ninguno hasta él pretendió probar mejor por ellas la existencia de un lenguaje
aun usado (1), cuyo autor se refiere algunas veces á nuestro estimable compatrio-
ta Chao.
Antes de Boudard habia tratado de probar nuestro escritor Velazquez , en el
Ensayo sobre las letras desconocidas de España , publicado en Madrid en t7a2, que
lá lengua de los antiguos españoles era en gran parte la fenicia y la griega, ó al
menos dialectos de ambas, y que las letras desconocidas pertenecen á los alfabe-
tos de ambas; pero Boudard y nuestras observaciones nos convencen que el ca-
rácter que nosotros hemos tenido por desconocido, no es otro que el griego arcai-
co, no obstante se hallen sobre las medallas algunas figuras diversas, que pueden
muy bien ser signos mal formados ó corrompidos con el tiempo en el uso.
Por mas que se esfuercen algunos autores, no podemos convencernos de que las
colonias de Oriente que vinieron á España , como los griegos , nos dejasen su len-
guaje en tan remolos tiempos; anles bien nos persuadimos de que estos invasores
enriquecerían el suyo con el nuestro, y que muchas voces de nuestro idioma , que
tenemos por de origen griego, pueden haber sido anles españolas que helénicas.
Empero si creemos que nos legasen algo de la suya los fenicios , y muy espe-
cialmente los cartagineses , que fueron colonia suya , y que empezaron su invasión
apoderándose de Ibiza , á cuya isla llamaron Ebuso.
Apoderados de nuestras costas del Mediterráneo los cartagineses, en ellas nos
dejaron muestras de su poder en respetables ruinas de ciudades que no existen,
y en las actuales de Cartagena y Teruel. Si siguiéramos paso á paso la historia de
las dominaciones cartaginesa y romana en nuestra España, seria mas fácil para
nosotros el ir marcando la formación de nuestra lengua tal y como hoy la habla-
mos; pero como esto seria demasiado pesado, y si no impropio de esta obra , in-
conveniente , porque tendríamos que ocuparla casi toda en ello y dejar muy redu-
cido espacio para su objeto principal, nos concretaremos, por necesidad, á mar-
car los punios mas principales á nuestro intento.
Cuando ya ricos los cartagineses con el oro de nuestras minas que, según Dio-
doro Siculo , conocieron y supieron buscar mejor que nadie, y vencidos los
focenses en Andalucía , empezaron un trato mas familiar con los españoles , de los
que se sirvieron en sus guerras , no pudieron menos de irse acomodando á las
costumbres de un país que tantos bienes les proporcionaba , y entre su lenguaje
(O El anciano ministro de Suecia , en Madrid , nuestro buen amigo Mr. Guitavo Daniel Lo-
richí , que murió el uño pasado , dejando un preciosisimo monetario , después de cuarenta años de
continuos estudios y observaciones, publicó en París en 4 852 su maguinca obra : Hecherches
numismalique$ concernant principatement íes inedailles celtibériennes ; pero esta obra solo tie-
ne de interesante las ochenta y una láminas en que en dibujos exactisimos, hechos por el ilustrado
artista , nuestro buen amigo />. Gaspar Sensi , publicó la mayor parte de las medallas celtibéricas
que hoy se conocen , inclusas las de la preciosa serie del Museo de medallas de la Biblioteca
Nacional, en Madrid, asi como muchas de las leyendas c inscripciones celtiberas conocidas hasta
el dia ; pero el sistema que se propone para su interpretación es opuesta i la sana critica y á la
razón , y una singularidad maniática muy extraña en el buen juicio de su autor.
— ir.9 —
incalió y el no mas cullo que debemos suponer en los peninsulares, pudo nacer
una nueva lengna , la cual después de que de comerciantes amigos, pasaron los
cartagineses, por su falsía, á pretender ser señores del territorio que pisaban eu
España, parece que debió completarse y afianzarse entre ambos pueblos; pero si
se considera que los cartagineses, aun en tiempo de sus famosos caudillos Asdru-
bal, Anibal y Arailcar, no hicieron mas que correrías por el pais, y que fueron po-
cos los años que estuvieron en paz , en los que apenas salieron de las costas, desde
Cádiz á Cartagena, que eran las ciudades favoritas, no debe extrañarse que nos
hayan quedado tan pocos recuerdos de la lengua de Cartago en la nuestra.
Vencedores los romanos de los cartagineses, de cuyo pueblo procuraron bor-
rar todo recuerdo, y le borraran de la historia si les hubiera sido posible, salió
España del poder de un tirano, que no la había subyugado, para entregar sus manos
á las cadenas de otro mas poderoso , que les sujetó por espacio de ocho siglos y
medio, en cuyo tiempo la España parece que debió ser romana en todo y por lodo,
y de introducirse , con sus leyes, su lengua en nuestro suelo, que tuvo que usarla
oficialmente para entenderse con el Senado romano y con los cónsules, pretores y
autoridades que mandaba para gobernar y administrar esla provincia ; empero es-
tudiando filosóficamente esla cuestión un autor español , discurre de tal modo que
ha llegado á convencernos de que la antigua lengua española debió influir en la
formación de la latina, máxime si se tiene présenle que los aragoneses fueron los
primeros extranjeros estipendiarios de Roma que fueron á Italia , en cuya capital
merecieron ya, doscientos once años antes de Jesucristo, una ovación pública por
su valor, de modo que si, como se dice, la lengua latina se formó durante la
guerra de España, bien puede creerse que tomaría en su desarrollo y formación
cuanto la convenia para enriquecerse y hacerse mas general ; y asi es que creemos
con el autor anónimo de la Enciclopedia moderna, que el latin puede y aun debe
ser una mezcla del griego y del antiguo español, lo cual se conforma con la opi-
nión de Dionisio de Halicarnaso, y hace que no parezca tan fuera de razón la se-
gunda parle de los autores que pretendieron que los españoles fundaron á Roma,
y que la misma razón hay para que los latinos tomasen nuestra lengua que nosotros
la suya. Pobre de voces la lengua latina, que tomó por modelo la griega, fué en-
riqueciéndose por el vulgo con las de otros pueblos, y no poco debió en este au-
mento á Planto , Terencio , Cicerón y otros escritores celebrados por esta razón ; y
con esto y con el frecuente y prolongado trato de españoles y romanos , el pueblo,
y en particular las clases ínfimas y los soldados tomarían voces unos de otros á
su vez , y se iría formando un lenguaje que no pudo menos de venir á ser general
entre ambos pueblos, con cuya nueva lengua puede decirse nació y se robusteció
la poesía y la elocuencia romana. Puede sospecharse, con bastante razón, que si
no su nacimiento , adquirió sus primeras galas en España , en particular la poesía
dramática, que empezó en Roma el año 314 de la fundación de Roma, por Lívio
Andróníco , es decir , al año siguiente de empezar á tratar los romanos con los es-
pañoles. Sin embargo de esto, el verdadero latin solo debió hablarse por los pro-
ceres, poetas y personas de elevada posición, y esto en Cádiz y particularmente
en Córdoba, que en el siglo anterior á Cristo era la población de España mas ci-
vilizada y la que hacía mayor estudio de la lengua latina, como lo acredita el lia-
her llevado el cónsul Mételo los poetas cordobeses , setenta años antes de la venida
del Redentor; y debió lanío mas hablarse así, cuanto que la ley mandaba que to-
dos los instrumentos públicos se escribíe; an en latin , y que en esla lengua se pu-
— l/iO —
blicasen las sentencias, añadiendo Valerio Máximo, que llegó á ordenarse que se
liiciera lodo en latin en España ; siendo de notar que cuando esto se manda-
ba en nuestro pais, los romanos despreciaban su lengua y se dedicaban al estudio
de la griega , que lenian por mas culta y digna.
Habiéndose becho respetar los españoles de los romanos por su valor c intrepi-
dez y fecunda imaginación, si bien no pudieron reconquistarse su independencia,
desde luego se liicieron temibles basta el punto de lograr concesiones; y adqui-
rieron tal consideración, que no obstante estar cerradas las puertas del consulado
i¡ los extranjeros, se abrieron á nuestros mayores, siendo el gaditano Lucio Cor-
nelia Balbo el primer cónsul extranjero que mandó en Roma. Dice Dion Casio de
este gaditano , que fué tan poderoso, que cuando murió dejó legado á cada babi-
lantedeRoma veinticinco denarios. Su sobrino Cornelio, también gaditano, fué
el primer extranjero que por sus proezas obtuvo el triunfo, diez y ocho años an-
tes de Cristo, dejando en Roma en recuerdo un teatro público que levantó á sus
expensas. La consideración con que los romanos llegaron á tener á los españoles,
de los que también aprendieron mucbas arles mecánicas y géneros de industria,
como se sabe por los antiguos escritores latinos, debió alentar necesariamente á
los mas entendidos á perfeccionarse en el latin para poder lucir en Roma , adonde
se trasladaron multitud de españoles de todas clases; y así es que desde el primer
escritor español latino. Cayo Jvlio Higinio , amigo del famoso poeta Ovidio, y el
gramático Poncio Latron , se ven ya citados muchos escritores famosos en la lengua
latina , entre los que sobresalieron los célebres Séneca , Lucano, Pomponio Mela,
Columela , Silio Itálico , Marcial , el mas grande epigramático romano , Prudencio,
Quintiliano , Floro , etc., si bien algunos de ellos solo tuvieron de españoles el na-
cimiento. Sin embargo, considerando como se debe , que solo en las colonias ro-
manas españolas, que no llegaban á treinta los pueblos que se consideraban asi
por estar habitados por los romanos, á quienes se premiaban sus servicios des-
pués de haber servido á la República con las armas, dándoles casas y terrenos que
cultivar, hablasen la lengua romana con pureza; debemos presumir que en los
municipios ó ciudades que se gobernaban por sus antiguas leyes, aun cuando por
política ó gratitud se consideraba á sus moradores ciudadanos romanos, los cuales
eran en número, poco mas ó menos, igual al de las colonias, debió seguirse ha-
blando la lengua antigua del pais, si bien bastante corrompida con mezcla de pa-
labras latinas, que no pudieron menos de adoptarse para poderse entender con los
romanos ;y también puede sospecharse , atendiendo á la naturaleza de las cosas y al
carácter de nuestro pueblo, que las poblaciones libres y confederadas, las peque-
ñas y en particular las mas lejanas de las colonias y municipios y agenas de co-
mercio y contacto con los romanos , debieron conservar mas pura la lengua patria,
que no pudo menos al fin de fundirse con la latina entre los cultos y los habitantes
de las ciudades, que al fin vendrían á formar una nueva de la corrupción y
fusión de ambas.
Subió Augusto al poder, y como con él vino la paz á España, cambiaron tanto
las ideas que los municipios solicitaban ser considerados como colonias; se admi-
tieron con gusto sus leyes protectoras, y fueron los españoles asimilando sus cos-
tumbres á las romanas, concluyendo por ser España una verdadera provincia ro-
mana, tan luego como el político emperador Antonio Pió dio iguales derechos á
lodos los ciudadanos de las provincias romanas , destruyendo con esto las gerar-
quias y distinciones entre los pueblos, que eran una sentina de disgustos y una
— 141 —
sorda guerrn civil que devoraba el imperio. Las monedas de los municipios y co-
lonias españolas, que lan hábilmente publicaron eruditos españoles desde el si-
glo XVI, en que inauguró el estudio á la numismática el célebre arzobispo de Tar-
ragona Antonio Agustín , hasta el dia, y en lo que sobresalió el sabio benedictino
P. Enrique Flore: en la preciosa obra, que sobre estas monedas publicó en tres
lomos en folio , en Madrid , el año de 1757 , declaran muy alto que en los tiempos
de Augusto y de sus sucesores, al menos hasta Claudio, se conservaba todavía la
lengua nacional , puesto que en medallas de los emperadores, en que se ven cita-
dos los nombres de las colonias en leyendas latinas, se ven también leyendas en
caracteres iberos ( ó celtiberos , como quieren otros ) , lo cual prueba que para ha-
cerse mejor entender se decidió escribir en las monedas , en algunos pueblos, el
idioma del país y el del conquistador, ejemplo que siguió Alfonso VIH, después de
la conquista, acuñando en Toledo moneda bilingüe, árabe y latina, para que fue-
se mejor comprendida, en una época en que el lalin y el árabe en la Península se
usaba á la vez oficialmente: esta costumbre vemos también seguida en otras mo-
nedas de varios pueblos de Europa. Corrompida y ampliada la lengua latina por la
continua adopción de voces de las demás con que se rozaba , y perdida su sonori-
dad , concisión y gravedad por el diverso giro que la dieron los escritores llama-
dos de la baja latinidad, agoviada bajo su propia riqueza, entró en una rápida de-
cadencia de que en vano trataron de sacarla hábiles escritores ; porque sin duda
estaba determinado que su esplendor se apagase al eclipsarse el poder de Roma , y
en efecto con esto terminó su belleza , si no su imperio , que se prolongó hasta que
la lengua francesa, ciertamente menos bella, la ha reemplazado en lo general,
dejándola reducida á ser el lenguaje de la Iglesia católica , que la ha salvado y
sostiene, si bien no en toda su pureza, porque no la encontró ya pura, y porque
ha tenido que ir latinizando ideas nuevas que, no conocidas antes, se han origi-
nado de la doctrina cristiana , á la que debe esta lengua el no haber quedado solo
en la historia, y si conservádose para que la considere el sabio en sus estudios, y
alguna que otra escuela y academia que le rinde aun homenaje.
Al empezar el siglo V de nuestra era, fué invadida España por los suevos, ván-
dalos y alanos, que vinieron como un torrente devastador á inundar las naciones
de Occidente. Recorrieron el país asolándole , y posesionándose de él , no tardaron
en dividírsele, fijándose los primeros en Galicia, León y Castilla ; los segundos en
Portugal y Exiremadura , y los terceros en la Andalucía , de cuyos sitios no tarda-
ron en ser lanzados por los godos y wisogodos que desde el Danubio, en que se
habían parado desde su salida de la Escandinavia y de Alemania, pasaron á Espa-
ña en tiempo del imperio de Honorio, que les cedió la Galia y la España, á fin de
que arrojasen de estos países á los anteriores bárbaros que la devastaban.
En el corto período de los pueblos bárbaros idólatras expresados, pudo quedar
muy poco de su duro lenguaje en nuestra lengua , pues que en su vida errante , y
no teniendo mas patria que la que pisaban , y por otra parte aborrecidos del país
que ultrajaban , los españoles debieron aborrecer su gerga , y curarse mas de lan-
zarlos de sus posesiones y librarse de sus correrías que de aprender nada que les
perteneciese.
Mas humanos los wisogodos, raza de los godos que invadió España, y mira-
dos de mejor talante en el país, porque vinieron á lanzar de él á los bárbaros, y
al propio tiempo cristianos , si bien de la secta Arriana , no pudieron menos de de-
jar mayores impresiones de su dominación. Sus sacerdotes se habían educado en
— Hi —
la literatura greco-latinn , y esto les liizo tener pronta y fácil comunicación con los
españoles , puesto que la lengua latina les era común ; empero es preciso conocer
que en su ambición de ocupar toda la Península , se tendrían que ir aviniendo á las
caslumbres de ella y á su lenguaje mas que á empeñarse en imponer el suyo,
á pesar de liaber Eurico, primer rey godo, dado la recopilación del código de le-
yes de su pueblo A los españoles, que se atuvieron mas al breviario de Arriano,
código del rey Alarico, formado de los códigos romanos á los que estaba acostum-
brado el país, que después acató el Fuero Juzgo, que fué un código romano adap-
tado á las circunstancias, lin atención á que en España se hablaba , en lo general,
á principios del siglo V una especie de latín bárbaro , ó mezclado con el antiguo len-
guaje nacional , y á que al paso de que nos lian quedado monedas y otros monu-
mentos de la antigua lengua española, aun en tiempo de la dominación romana,
absolutamente nada nos recuerda en monumento alguno la dominación goda, pueblo
vencedor que daba la ley; es preciso concluir, que si los godos trajeron á España,
como debe creerse, su lenguaje y letras, olvidaron el primero y abandonaron las
segundas por el hermoso carácter de los romanos , que era el que se escribía en la
Península, pues que los caracteres que han dado en llamarse góticos son obra de
siglos posteriores á las inscripciones y monedas de los siglos V al IX inclusives,
que tienen sus leyendas en letras latinas. En vista de que solo se escribió latín en
estos siglos, puede asegurarse que los españoles no solo no abandonaron su len-
gua , sino que lejos de aprender de los godos, estos se instruyeron en la suya;
y únicamente pudo introducirse en aquella la fuerte acentuación goda , que hablan-
do no deja de venir á ser una novedad bastante marcable, según prueba detenida-
mente , y con sabio criterio y erudición , el articulista de la Enciclopedia moder-
na , á la que dirigimos al lector. Sin embargo el mismo articulista nos señala ciento
seis voces que tiene nuestra lengua actual de origen godo , ya del lenguaje civil , ya
del de la guerra , y diez y ocho nombres ó apellidos de los que mantenemos , que
tienen la misma procedencia, entre los que están /liyaro, que signiBcó en godo hom-
bre de verdad ; Federico, amigo de la paz; Garda, de vista agraciada; Manrique,
hombre rico; Vargas, padre bueno, y Guzman. hombre bueno, citando como ex-
traña coincidencia el que Guzman el Dueño tuviese en su mismo apellido el sig-
nificado del renombre que se adquirió con su valor y denuedo. Sobre la etimolo-
gía de los apellidos españoles tenemos entendido que ha estudiado y escrito una
curiosísima obra nuestro ilustrado amigo y antiguo gefe el Excmo. Sr. D. Martin
de los Heros, uno de los españoles mas honrados de esta época, y actual intendente
de la Real casa , cuya obra , asi como la de igual género , respecto á los nombres de
Santos, que ha escrito Mr. Durgnin, que hace pocos años estuvo de embajador de
Francia en Madrid , deseamos ver impresas para ilustración de las letras de este
siglo en esta parte de la literatura.
La famosa batalla de Guadalete , perdida por el desgraciado D. Rodrigo, último
rey de los wisigodos españoles, abrió las puertas de España á los hijos de Maho-
mat , satélites obedientes del Corán , ((ue si entraron á sangre y fuego en la Penín-
sula , no tardaron en cambiar su ferocidad por el carácter mas dulce y mas toleran-
te ilel mundo. De este pueblo árabe puede decirse que salió de España la moder-
na civilización de Europa, el restablecimiento de la literatura antigua de la culta
Grecia , ya desconocida, y el afianzamiento del Evangelio en nuestra patria, que
peleó por él durante siete siglos, ganando en la lucha muchas glorías y no poca
instrucción, por mas que nuestros mayores , cegados por el espíritu religioso, les
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tuviese por bárbaros; y esto faé asi á pesar de que atannron la nacionalidad que
habían formado los wisigodos, con quienes habían ya fraterDizado los españoles,
y que como poderosos conquistadores, derribaron nuestras leyes sustituyéndolas
con las suyas, y persiguieron nuestras creencias, lo cual destruyó nuestras cos-
tumbres, y nos puso eo tan encarnizada lucha con ellos, que no uniéndonos jamás
en un solo pueblo, no cesó hasta que los lanzamos, á los s^lecienlos años de do-
minación , á sus abrasados arenales de la Arabia.
Trayendo los árabes consigo la lengua mas rica y culta que se conocía, no
pudo dejar de inlluir poderosamente en la nuestra , si bien no somos de la opinión
de los que pretenden que de ella se formó nuestro idioma vulgar, ni menos de los
que juzgan que el árabe fué lenguaje común de España, pues que las Asturias, las
Provincias Vascongadas y otros puntos que jamás pudieron conquistar, mantuvie-
ron su lengua sin lomar nada, y si acaso voces muy contadas, de la de los musul-
manes. El encono de los españoles contra los árabes durante los dos primeros si-
glos de su dominación no pudo ser favorable á la fusión de ambas lenguas , ni aun
en los países ocupados por estos; pero como los árabes despertaron después el
gusto por las literaturas de Grecia y de Uoma, en estos estudios, de que fueron
sabios maestros, encontramos nosotros la fusión de las dos lenguas vulgares,
puesto que aficionándose los españoles á aquella literatura, y atraídos por la tole-
rancia de sus enemigos, en algunas comarcas como Córdoba , que vino á ser una
moderna Atenas, según probamos en nuestro articulo histórico sobre la poesía en
la Corona poética de Azara , el comercio entre ambos pueblos vino á ser mas fre-
cuente en los periodos de paz , que no pudieron menos de sobrevenir en tan larga
dominación, y ya amalgamados con este motivo y con el de no pocas alianzas,
el árabe llegó á ser una lengua familiar á los españoles de las provincias con-
quistadas: así se deduce de las obras que nos dejaron escritas el rey Don
Alonso en su crónica, el arzobispo D. Rodrigo, Alvaro de Córdoba y otros
muchos.
• El tiempo y el trato debió hacer necesariamente que los españoles hablasen el
árabe , y que estos hablasen el romance perfectamente en los últimos tiempos , así
como que unos y otros lomasen á su vez las voces de una ó de otra lengua para
aumentar las suyas respectivas; y como la suya era mas rica que la nuestra, se de-
duce que nosotros debimos tomar mas de ellos que ellos de nosotros; no fallando
quien diga que en el siglo XIV teníamos en nuestra lengua una tercera parte de ella
en voces árabes , pero que á la desaparición de los árabes se reconcentró en sí
misma nuestra lengua , con lo que , y con el renacimiento de las letras entre nues-
tros mayores, y su estudio del latín y del griego, se enriqueció el idioma patrio,
y se elevó á un alto grado de belleza. Sí el árabe legó voces geográficas á nuestra
lengua como Medina, que significa ciudad; Alcalá, torre; Guadalquivir , rio gran-
de; Alpujnrras, tierra de guerreros, etc.; también enriqueció nuestra pronuncia-
ción con la g fuerte , la j , la /í aspirada , la üc , la r y la terminación bre , por la que
decimos en vez de nomen, nombre; y asimismo varias voces sinónimas de otras,
por lo que podemos expresar una misma idea con diversas palabras. El erudito ar-
ticulista de nuestra Enciclopedia inserta en él un curioso Vocabulario elimolúgico
de palabras españolas tomadas del árabe , que recomendamos á los amantes de este
estudio, y en él aparece que cuenta nuestro idioma castellano con mil cuatrocien-
tas veintisiete palabras árabes, voz mas ó menos, entre las que se hallan las mas
usuales y necesarias para expresar muchas cosas.
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No hay cosa que mas detenga el desarrollo de la literatara y de las ideas, ni
que mas fallgue al ingenio, y le detenga en el rápido vuelo de la imaginación y
en el ancho mar de la fecundidad, que el culteranismo en las lenguas; y asi es,
que el empeño de nuestros mayores de escribir en latin , fué causa de que no ade-
lantasen tanto como debieran , pues que para hacer correr con libertad su pensa-
miento y desenvolverle fácilmente, se necesita escribir con naturalidad v soltura;
y esto no puede hacerseen otra lenguafuera de la que esvulgar, por mas bien quese
haya aprendido otra, sea vi va ó ya sin uso común. Ciertamente que si Ovidio, Virgilio.
Cervantes y otros hombres doctos, que nos han dejado monumenlos imperecederos
en sus obras, las hubiesen escrito en otra lengua que la suya común , su celebri-
dad DO fuera hoy tanta , porque las bellezas de su imaginación, aprisionadas en los
lazos de la lengua extraña , hubieran quedado oscurecidas , ó al menos muy des-
figuradas. Al desprecio que hicieron los sabios de los siglos medios de la lengua
vulgar, se debe el retardo de la perfección de las lenguas modernas, que no pu-
dieron desarrollarse hasta que terminó la manía de escribirlo todo en latin , y se
empezó á hacer uso de los idiomas vulgares, por haber vencido el vulgo con su
constancia. Es cierto que el latin en Europa hizo una transformación favorable
en sus diversas lenguas , y también lo es que esta transformación fué origen de
la forma moderna de nuestro idioma; pero se hubiera desarrollado antes con me-
nos latinizantes de los que ha habido.
Derivada la moderna parla española del latin, se denominó romance desde los
godos , derivándola de romano , como consta de nuestras leyes , y en este sentido se
explican los filólogos Marina, Capmani y otros escritores, y asi vemos quese
denominan las lenguas modernas do Europa derivadas de la latina. La lengua cas-
tellana, llamada romance en el principio de su formación, se fué formando ha-
blándose; pero no empezó á escribirse hasta que estuvo formada, dividiéndose
durante la invasión árabe en tantos dialectos cuantos paises se resistieron á admi-
tir la influencia árabe como digimos en su lugar. En el siglo XII puede fijarse ya
la existencia en España de una lengua vulgar escrita casi completamente formada
y diferente del latin , y puede probarse con rail documentos como los fueros de
Uclés; y en el mismo siglo debe abrirse la historia de nuestra literatura nacional
con el Poema del Cid, primera joya de nuestra lengua moderna en poesía, y so-
bre cuyo lenguaje el erudito Capmani hizo un curioso cotejo de las palabras que
en él se hayan castellanas con las del propio significado en francés, loscano y ca-
talán, lenguas romanzadas como la nuestra. El glorioso San Fernando y su hijo
Alfonso X acabaron de afianzar la lengua vulgar moderna , dando el golpe de gracia
al latin , haciendo traducir á ella el Fuero Juzgo el primero , y publicando en caste-
llano sus Siete Partidas el segundo; con lo que ya el siglo XIII presentó en una
robustez digna y grandiosa nuestro lenguaje nacional escrito y hablado, debien-
do mucho de su esplendor á los famosos poetas Berceo y Segura. El siglo XVI
presenta nuestra lengua ya fija y regularizada cuando las demás naciones de
Europa aun se hallaban en la formación de las suyas, admirándose su soltura
y gallardía en tantos libros españoles como podemos presentar de este siglo,
si bien no podemos olvidar lo mucho que debió la lengua á los célebres mar-
qués de Santillana, D. Joan Manuel y otros no menos apreciables, en los siglos
anteriores.
Unida toda España bajo un mismo gobierno, y llevadas sus armas á un nuevo
mundo en el siglo XVI, en el que también se halló la imprenta, nacida en el siglo
— li:.—
anlerior , en estado de reproducir con velocidad el pensamiento , y extenderle á un
tiempo por todo el mundo, nuestro lenguaje tomó proporciones colosales, y se
extendió en ambos mundos uniéndose al fin en Aragón y Castilla después de algu-
na resistencia por el primer país, que mantenía su apego á la lengua latina, pero
que su lenguaje romanzado ó vulgar era casi idéntico al de Castilla, salvo algunas
voces no menos castizas en su etimología, que conservan aun los aragoneses , de
las que no tenemos en castellano equivalente que exprese la idea que en ellas se
designa ; pero esto como lodo lo correspondiente á nuestros dialectos pertenece á
la tercera parle de nuestro discurso, y allí nos extenderemos.
Si bien ha habido épocas en que tanto los oradores como los escritores se han
empeñado en sutilezas y giros de mal gusto que han afeado nuestro sonoro y claro
lenguaje, nuestra lengua tal y como hoy se habla y escribe por los que la han es-
tudiado y no la han corrompido con los galicismos tan frecuentes en las traduccio •
nes y en el lenguaje ó mas bien algaravía afrancesada de los tontos, es regular,
filosófica y circunspecta, á la par que mas razonada y lógica que la de nuestros
mayores, en la que se encontraba mas poesía y entusiasmo; pero que no conven-
cía , porque la imaginación y la naturaleza trabajaban en ellos mas que la ciencia y
el arte, á que la hemos sujetado; de suerte que la gramática, que no se tenia en
cuenta por aquellos , es hoy la Ua-ve que nos guia y la que se ha opuesto á las su-
tilezas y sinonimia, haciéndonos mas severos y precisos. Sin embargo, la moda,
señora absoluta , que lo arrastra todo tras su carro de triunfo con un poder irresis-
tible , nos ha hecho abandonar muchas palabras muy castizas, por otras que lo son
menos, ó admitir algunas frases gálicas que afean nuestro lenguaje y le desnatu-
ralizan; ¿,yno podremos temer con razón que esa multitud de traductores y de
literatos afrancesados vengan al fin á corromper nuestra lengua , la mas rica , sonora
y grave de Europa? Mucho lo tememos si la sana critica no se opone á esa irrupción
de innovadores de mal gusto , y á ese enjambre de palabreros á la francesa que nos
inunda. El lenguaje científico ha obligado á todas las lenguas á admitir sus voces,
y la española las ha adoptado sin violencia, si bien creemos que tenia recursos en
si misma para haberlas castellanizado sin grande esfuerzo, acudiendo á sus anti-
guas fuentes y á sus dialectos. Pero si asi no ha sucedido , culpa es de los que se
tienen por estrictos puristas, que se resisten á ampliar nuestra lengua: como
lengua armónica puede competir la castellana con la mas privilegiada; y por
mas que se diga en contrario , es tan cantabile como la italiana, si bien menos
afeminada , siendo tan rica en la distribución de vocales en las palabras , y la
forma tan rítmica , que nos chocan dos sonidos de igual consonancia en una
misma frase: el que desee saber la riqueza en este género de la lengua cas-
tellana, no tiene mas que abrir nuestro Renjifo ó cualquier Diccionario de la
rima , y se convencerá de lo dificil de que pueda presentarla mayor lengua al-
guna , en las diez y nueve combinaciones de vocales en sílabas finales que pue-
den hacerse, sin acudir á la multitud de voces agudas, ni en mas de dos mil ter-
minaciones diferentes, que pueden ofrecer las inüexiones de nuestros verbos,
las muchas á que dan lugar los esdrújulos, afijos ó contracciones, etc.: esta
variedad enriquece notablemente nuestra poesía, y embellece la prosa y el len-
guaje.
Con notable maestría discurre el articulista de nuestra Enciclopedia acerca de
la filosófica estructura de nuestra lengua, de las transposiciones délas palabras
aumentativas v diminutivas que la hacen tan flexible, modismos, giros notables,
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— liC —
sentido ligurado, formación de palabras por derivación, de que somos riíiuisi-
mos en finales, ó por composición inicial y en voces compuestas, de lodo lo cual
da copiosos ejemplos; y no menos feliz se présenla como hábil gramático en toda
su acepción , y erudito conocedor de los cambios sufridos por nuestras palabras
con respecto A su pronunciación y modo de escribirse en lo antiguo, comparado
con lo que hoy hacemos, dn lo ([ue también da un» especie de catálogo; pero
no entrando nada de esto en el plan á que nos hemos limitado en este escrito,
remitimos al estudioso á la referida obra.
Los refranes, adagios y proverbios son tan abundantes en nuestra lengua,
como oportunidad tiene aun nuestro pueblo menos instruido en aplicarlos; y el
lenguaje figurado es tan común, particularmente en las clases bajas, que se ex-
presan con él admirablemente , probando la fecundidad de su ingenio, y una ima-
ginación rica en ideas y conceptos: y esto acredita la opinión de un autor, de
que cuando todos los hombres eran pastores ó labradores, el lenguaje figurado
se tomarla de la naturaleza, porque ella sola debía ocupar su atención. No otra
cosa que lenguaje figurado son esos modismos y locuciones que forman un len-
guaje peculiar y refranesco entre los artesanos y entre las personas de oficio ó
facultad , según sus costumbres particulares, de modo que el médico hace las com-
paraciones teniendo en cuenta su facultad , el abogado la suya, el militar la que
le es propia, y asi sucesivamente; teniéndose por muy natural el que un mé-
dico á quien se le consulta sobre cualquier cosa que no ha examinado, diga:
que no ha tomado el pulso al negocio , y un abogado que no está en autos , etc. La
fraseología con que suele explicarse nuestro pueblo, introduce en el lenguaje co-
mún mil modos de expresar el pensamiento, y el uso va dando una significación
que se acepta con gusto y que animan el lenguaje de familia, pasando no pocas
veces , con el tiempo , á constituir parte de la lengua culta , que no puede menos
de irse enriqueciendo con voces nuevas ya tomadas del pueblo, ya nacidas al
propio tiempo de las ciencias, de las artes y aun de la necesidad; y es tan per-
judicial empeñarse en detener esta marcha por el rigorismo de los puristas, que
en lugar de evitar por este medio la decadencia de la lengua, puede precipitarla
en ella, viniendo á corromperse: tal vez consista en esto, mas que en otra cosa,
la pérdida de originalidad que va sucediéndose en nuestra lengua , tan descuidada
hoy hasta por los mismos escritores, si bien creemos causa principal de esto la
falta de protección que ha dado el Gobierno á nuestro idioma postergándole al
latin , y no cuidando de que se perfeccione por los medios que dicta la razón y
que reclama la ilustración moderna.
Como digimos en nuestro ya citado discurso sobre la poesía española, la fe-
cundidad de nuestros poetas no tiene comparación con los de pueblo alguno, y si
nos hemos distinguido mas como poetas que como prosistas, es debido en gran
parte á nuestra rica, sonora y robusta lengua, al método de acentuación que ella
recibe, y á la infinita variedad de nuestras terminaciones; de modo que nues-
tra lengua admite versos sonoros en todas las medidas, recurso que pueden pre-
sentar pocos pueblos, no existiendo combinación que no nos sea permitida y
fácil hasta el punto de que el poeta puede disponer á su antojo la colocación de
las consonancias.
Tan contrario el entendido escritor Burgos (citado por la Academia de la len-
gua en la voz lengtta de su diccionario) de que se restringiese la ampliación de
la lengua española, cuanto de que se adulterase, escribió la siguiente redondilla
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con que coorirma su opinión, que es la de los desapasionados filólogos y la que
mejor se adapta á la razón:
Ampliar la lencjua propia es cosa urbana ,
Adulterarla es bárbaro defecto.
Porque su idioma y candido dialecto ,
Con voces peregrinas se profana.
Al llegar á esle punió no podemos menos de hacer ver como pensaba el sabio
Azara de nuestra lengua patria; y pues quede ella hablamos en su obsequio,
razón será que le oigamos como parle interesante y tan competente en esta ma-
teria , si bien se nos permitirá antepongamos á sus palabras lo que en la pági-
na 289, capitulo 18 del lomo ir, de la Historia de su vida civil y política, que pu-
blicamos en 1849 , digimos al eslampar el mismo párrafo sobre la lengua española
que vamos á insertar; dice asi:
El estilo de Azara lué noble y abundante , sus reflexiones justas, la voz dulce y
la acción llena de dignidad , como apasionado de la de los ilustres escritores espa-
ñoles Fr. Luis de León y Fr. Luis de Granada. Si el caballero es calificado ó no
con razón por uno de nuestros mejores hablistas y puristas escritores, entre los
que se le coloca generalmente, mejor que nosotros lo dirán sus obras al curioso
que pretenda convencerse; solo si sentaremos que nosotros lo creemos asi, tanto
porque acatamos la opinión de los respetables literatos que le han calificado , cuanto
porque hemos estudiado todos sus escritos con la mayor detención; pero sien
vista de que nosotros no hemos aprendido en ellos á seguir en esta historia por
sus huellas, lo que solo probará nuestra torpeza ó corta inteligencia, se pretende
dudar de nuestro aserto y del de los que pensaron como nosotros, parécenos con-
ducente insertar aquí, como muestra, el siguiente párrafo del prólogo que escri-
bió el caballero Azara en su preciosa traducción de la vida de Cicerón, trozo en
el que él mismo se retrata por esta parle.
«En cuanto al estilo, dice, he puesto conato en darle toda la claridad posible,
por razón de que no se habla para otra cosa que para darse á entender con facilidad.
Acaso el deseo de conseguirlo me habrá hecho usar algunas voces ó frases que mira-
rán con ceño los que sin saber la mitad de su lengua hojean los libros solo en busca
de palabras que censurar; semcjatites d las moscas que pasan por encinta de lo sayio
y acuden muy afanadas y contentas d lo podrido. Yo por nú creo que el gran mé-
rito de un autor consiste en escribir cosas útiles, y en empeñar á que se lean, y que
con frases simétricas y relimadas suele lograrse hacer bostezar ó tiritar de frió.
A fuerza de preceptos echan grillos d las lenguas, las cuales con la prudente li-
bertad y el ejercicio se enriquecen , se pulen , se suavizan y se harén mas armonio-
sas y mas manejables para tratar cualquier asunto. La nuestra se debe quejar de
los cultos y discretos del siglo pasado, y de los gramatizantes de éste, por haberla
despojado, no solo de muchas palabras, frases y modos de hablar muy significativos
y enérgicos, sino también de las elisiones, los apostrofes y otras licencias que cons-
tituyen la belleza de las lenguas mas cultas, despreciando el ejemplo y autoridad
de los grandes hombres que comenzaron á usarlas , y nos pusieron en camino de tener
un idioma flexible , poético y musical diferente del prosaico, como le tuvieron los
griegos y le tienen hoy los italianos.»
En este ligero pero enérgico discurso se vé cómo pensaba Azara de nuestra
— lis —
majestuosa lengua y de los que la liesfiguraban en su época ; clerlamente que
entonces empezaba ya esa fraseología afrancesada á desfigurar el dulce y sonoro
lenguaje de GarcUaso y de Cervantes; lenguaje un tanto adulterado por los escép-
ticos ergolislas y por las intrincadas sutilezas, ficciones y versiones de mal gusto
de los Gongorinos , amaestrados en el Pulifemo de su maestro, tan sencillo y olaio
castellano en sus anteriores producciones, como oscuro, intrincado y extranjeri-
zado en esta; pero si Azara, levantándose de la tumba, oyese nuestra actual ge-
rigonza y la total anarquía en que se halla ntieslra lengua, mas francesa ya que
española , ciertamente que se creerla aun durmiendo ó que habia dispertado en
pais muy diferente del suyo , á pesar de que solo falta de él cuarenta y seis años;
y si para cerciorarse mas buscaba la lengua castellana en nuestros i)eriódicos ó
en nuestras obras , si no tropezaba casualmente con los preciosos libros dtl difun-
to célebre Conde de Tormo ó con las sublimes poesías del no menos celebre Quin-
tana, solo algún que otro titulo y articulo de los primeros le designaría el país
en que se publican, y en los otros, si los rebuscaba con cuidado, podría bailar
|)alabras castizas entre multitud de otras importadas , y alguna oración castellana
completa entre porción de otras de nueva estructura y de desconocido giro en su
tiempo. Habiendo nacido nosotros en lo fuerte del contagio de nuestra hermosa
lengua , ya tan desfigurada , tenemos la desgracia de tener el mal tan arraigado
en nuestro seno, que no hemos podido lanzarle de él, y este es el motivo por el
que el (lurista Azara tiene que salir en esta parle tan mal parado de nuestras
manos pecadoras. Empero sí pudiera leernos tan sabio compatriota estamos segu-
ros de que alcanzaríamos su indulgencia en gracia de nuestra buena intención,
de que liemos sido esclavos al hablar de él, y de que no ha estado en nuestra
mano el tener tan limitadas facultades intelectuales: los hombres grandes son
siempre indulgentes, como lo hemos visto en Azara, y esta lisonjera esperanza
es la que nos ha alentado en este trabajo.
Como prueba de lo bien que manejó nuestra lengua el entendido Azara des-
de que empezó á escribir para el público, no podemos resistir el consignar en esle
lugar la mayor parte de su precioso prólogo á la edición de las obras del poeta
Garcüaso de la Vega que, como ya hemos dicho en su lugar, publicó, ilustradas
con ñolas, en Madrid en la imprenta Real de la Gaceta el año de 1765; y lo hace-
mos con tanto mas cusió , cuanto que lo creemos muy útil á su buen nombre
y aun á nuestros lectores, porque además de dar á entender lo bien que Azara
comprendía la lengua castellana, es un verdadero, precioso y completo com-
pendio de la historia de ésta y de las causas de su decadencia ; dice así:
«La propiedad y elegancia de nuestra lengua ha padecido tanto en las infelices
manos de ruines escritores, y ha llegado por culpa de ellos á tal decadencia, que
es preciso cause lástima á todo buen español. Muchos grandes hombres han
observado que la escelencía de las lenguas, su permanencia y extensión, crece y
mengua al paso que la pujanza de los imperios y que la habla de los pueblos se
perfecciona y derrama al abrigo de sus victorias. Esta observación es muy verda-
dera ; la serie de los progresos de la lengua castellana hasta nuestros días demues-
tra mas su certeza. Desembarazóse España en el siglo XV de las guerras interiores
que la fatígaroQ tanto tiempo, y á proporción que fué afirmándose su imperio, na-
cieron la suavidad de costumbres y la cultura de la lengua. En el reinado de
D. Juan el II se dejó ver el crepúsculo de esta moral revolución. Entraron á go-
bernar Fernando V é Isabel, y con su admirable talento no solo ensancharon los
- l'i!) —
limites de esta monarquía con tantas conquistas interiores y ultramarinas , sino
que con aquella gracia, solo dada á los ingenios que por privilegio coloca la natu-
raleza sobre el trono, formaron un número de hombres eminentes en todas las
fiases; crearon los espíritus; les comunicaron un modo de pensar mas elevado;
suavizaron sus modales, y de esta semilla vino la copiosa cosecha de héroes que
vio después la edad de Carlos V. Sostúvose hasta principios del reinado de Feli-
pe III; pero á guisa de aquellos terrenos que recien abiertos dan colmados frutos,
y si les falla el empezado cultivo producen en fuerza de la bondad de su suelo,
disminuyéndose cada año los tesoros que al fin niegan totalmente , asi se vio que
la fecundidad de los ánimos espaiíoles fué produciendo en fuerza de las labores
primeras, y disminuyéndose en razón de lo que se apartaba de su origen, hasta
que á últimos del siglo XVII quedó enteramente estéril. Los mismos pasos fué si-
guiendo nuestra lengua: nació, creció y envejeció por los mismos grados, notán-
dose también que los progresos hacia la perfección fueron rápidos, y la decaden-
cia lenta y perezosa como la del imperio. ¿Qué tropel de escritores no produjo
España al tiempo mismo que Carlos V traía asustada toda la Europa con sus armas?
Bajo Felipe II hubo muchos mas, pero estos eran el fruto de las labores de su pa-
dre y bisabuelos. No es mi ánimo hacer aquí el catálogo de nuestros escritores de
aquel tiempo, ni necesitan mas elogio que sus obras, y baste saber que á la épo-
ca del Concilio de Trento no había en toda Europa nación mas instruida que la
nuestra. Cuanto nuestras armas eran conocidas y respetadas, tanto progreso iba
haciendo el lenguaje español. Era el mas apreciado en las cortes de Alemania , Ita-
lia y Flandes. Los franceses le aprendían con la misma aplicación que nosotros nos
dedicamos hoy al suyo, y era vergonzoso á los hombre? de letras el ignorarle:
iba por fin nuestro idioma á hacerse casi universal, por los mismos términos que
lo consiguió el francés en el siguiente siglo , y que quizá antes del fin de éste lo-
grará el inglés; pero faltóle la fortuna de las armas, y sin su apoyo fué retirán-
dose otra vez á los limites de su primera cuna.» .
«Las demás naciones se han dedicado á las ciencias después acá con un empe-
ño y una aplicación tan seguida y constante , que parece han llegado con sus des-
cubrimientos á tocar los limites á donde puede llegar el entendimiento humano.
Nosotros solo hemos retrocedido. En nuestras universidades se ven hoy los
mismos estatutos y las mismas lecciones que se oían dos siglos ha; pero hay la di-
ferencia de que los que las cursan ahora estudian menos, y que sus catedráticos
en muchas parles no enseñan nada» (1).
«Las causas de esta decadencia son muchas; pero ni esto es su lugar, ni yo
(t) A pesar de la tan decantada ilustración del siglo XIX, y no obstante esa multitud de re-
formas que han sufrido nuestras universidades y de la porción de reglamentos de instrucción pú-
blica que, hechos con buena intención pero con poco acierto, nos debe el presente siglo, no
solo no estamos mas adelantados en esto que en los tiempos de Azara , sino que creemos que nos
hallamos poco mas ó menos en el mismo estado , y en tal anarquía de ideas literarias y de len-
guaje , que no hay norte fijo á que atenerse ; razón por la que se puede decir no existe ya de
nuestra lengua castiza mas que una débil sombra que amenaza borrarse si no fe ataja el mal y
seguimos por tan buen camino, á pesar de oxplicarse en ella y no en lalin en las escuelas . y de
algunas pocas obras testuales de puro lenguaje castizo que por fortuna se publican de vez en
cuando por entendidos apreciadores del habla castellana , entre la multitud de malas traducciones
del francés que se anuncian diariamente.
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instrumcnlo á propúsilo para referirlas. Basle decir, que en lo que los españoles
lian Irabajado con ahinco liasla nueslros tiempos, esceden con inmensa ventaja á
todas las naciones; y si no que nie citen ¿cuál de ellas ha dado á luz tantos y tan
pesados volúmenes sobre Aristóteles como nosotros , tantos escritores eminentes
en teología escolástica , laníos y tan suliles casuistas de moral, y tantos profundos
comentadores del Códijjo y Pandectas?»
«Casi todos estos homhrones han tenido la precaución de no vulgarizar las cien-
cias, tratándolas en la lengua que se habla en su patria. Lo contrario hubiera sido
en su sentir una profanación, y con esto han logrado que donde peor fe habla cas-
tellano es donde se enseñan las ciencias, y alli tal vez es donde se sabe menos la-
tín. Nebrija, Francisco Sánchez, Antonio Agustín, T.uis Vives, Arias Montano,
Mariana y otros infiuilos , podrán decidir la cuestión, comparados con los que pos-
teriormente han enseñado y cscrilo.»
«De esle abandono que ha padecido nuestra habla castellana se siguió que tra-
tándose las ciencias en latín , aunque bárbaro , la han privado de la copia y pro-
piedad que hubieran podido darla las voces cienlificas que ninguna lengua puede
tener otiginariamenle , y por esto los autores que en nuestros días han tratado de
física ó de matemáticas se han visto en la necesidad de formarse vocablos á su
modo, recurriendo al griego, al lalin ó á otros arbitrios.»
«Despreciada , pues, por nuestros catedráticos su lengua nativa, se la corlaron
las alas para su perfección. Raro español ha gastado seis meses para aprenderla
por reglas y principios al modo que aprendían la suya los griegos y los romanos,
siendo infmitos los que han gastado otros tantos años en aprender un mal latín,
que en tiempo de Simón Abril y de nueslros buenos preceptores se adquiría en
cuatro meses.»
«Los poetas del siglo antecedente mantuvieron en cierto modo la reputación
de nuestro idioma durante algún tiempo, con particularidad los cómicos; pero
como á la propiedad con que le usaron y al ingenio juntaban una crasa ignorancia,
luego que las otras naciones supieron mas, los abandonaron del lodo. Entre los
mismos poetas hubo muchos que con lo que llamaban cultura, y con sas insípidos
equívocos, contribuyeron no poco á corromper la frase castellana. Como en el fon-
do nada sabían , se afanaban por parecer lo que no eran , y asi hasta en las voces y
en el modo de usarlas afectaron su mezquina erudición. Los primeros padres de la
lengua , aunque la formaron y pulieron con las gracias de la latina , como habían
hecho poco autes los italianos , no se sujetaron tanto á ésta que en todo mostrasen
las señales de su servidumbre. Sus sucesores al contrario, por ostentar saber,
ponían en todo la marca de la latinidad. Los primeros, por ejemplo, decían afeto,
escuro, conlino, repunar , espíritu, coluna, perfelo, ecelente , y los segundos,
afecto, obscuro, columna, excelente, ele, sin mas fin, á raí entender, que el de
manifestar sabían el origen de estas voces, sacrificando la suavidad á su presun-
ción (1). El mismo fin tuvieron en despreciar otros vocablos muy propíos , como el
empero , entorno , aina , sendos , maguer , asaz , largueza , consuno , por ende,
y oíros, que sobre ser mil veces mas significativos y elegantes que los que susti-
tuyeron, daban cicrla majestad y pulidez á la conversación.»
«Estas y otras muchas causas que omito , ha tenido la decadencia de la lengua
(1) IÑuosira Real Acüdetuia de la lengua sigue la segunda escuela deiule su fundación. Véase
la oi'lografia de la misma.
— 151 —
castellana hasla el principio de esle siglo (habla del XVII! ). El reinado de Feli-
pe V hubiera restablecido las cosas á su primer lustre si el daño no hubiera echa-
do tan altas raices , y si otra nueva casta de corrompedores no se hubiera opuesto
á las ideas de aquel monarca. Hablo de los traductores : esta plaga se nos hizo
principalmente necesaria para el comercio de la literatura francesa. Hasta la ve-
nida de Felipe V eran muy pocos los españoles que supiesen el francés. Muchos
de nuestros sabios le miraban con desprecio, otros como inútil, y algunos con
odio. Rellenos de su .4ristóteles , y pomposos con las borlas de Salamanca y Alca-
lá, no creian que en el mundo hubiese mas que saber , ni que una nación enemi-
ga pudiese tener buena instrucción: desengañóles el trato : vieron gran copia de
libros franceses, y con una rapidez increíble se aplicaron á traducirlos al castella-
no; pero como los mas no calaban bien la fuerza de uno ni otro idioma, hicieron
un baturrillo miserable de los dos (1). Lo menos ha sido la introducción de
infinitas voces francesas con que han inundado nuestra habla sin necesidad : han
desfigurado además su carácter, formando una construcción francesa con voces es-
pañolas y mestizas. Confieso , sin embargo , que no han faltado en nuestros dias al-
gunos escritores y traductores libres de esta falta , que han manejado su lengua
con facilidad y pureza ; pero su ejemplo no ha podido prevalecer contra el núme-
ro mayor.»
«Todas estas consideraciones me han hecho discurrir sobre los medios de ata-
jar los progresos del mal , y á este fin me ha parecido lo mas oportuno renovar los
escritos de los patriarcas y fundadores de la lengua castellana. Su lectura sola pue-
de acordar los ejemplos dignos de seguirse , y restituir la pureza y elegancia de
nuestra plática. Varios sabios han predicado la necesidad de fijarla, en el modo
que puede hacerse con una lengua viva, y á mi parecer tienen razón. El asunto
está en la época que se debe elegir. Los que escogen la de la corrupción no siguen
buen camino, y al contrario, debemos trabajar y afanar con la persuasión y el
ejemplo para que se tomen por modelo los autores que escribieron en el siglo del
buen gusto. »
«Garcilaso de la Vega ha sido siempre reputado por uno de nuestros escritores
mas elegantes. Él y Boscan fueron los que mas contribuyeron á pulir la lengua , y
los que en la versificación introdujeron el número y medida de los italianos, sus-
tituyendo los endeeasilabos á las antiguas coplas españolas de diez y seis , catorce
y doce silabas , que usaron Berceo , el arcipreste de Hita , Juan de Mena y otros poe-
tas de aquellos tiempos. Garcilaso no conoció los asonantes, y en la novedad que
quiso hacer en la égloga de colocar el consonante en medio del verso al modo de
los árabes, fué poco feliz y menos imitado.»
Al terminar esta parte no podemos menos de repetir con los filólogos mas co-
nocedores de nuestra lengua , entre los que contamos, y en muy distinguido lu-
gar, al articulista de la Enciclopedia, que podemos justamente envanecernos con
nuestra lengua oficial, pues que es «grave en el decir, magestuosa en la forma,
bella en sus pormenores , y porque , como al descuido y por sobra de caudal , der-
rama multitud de rasgos que la hacen superior á todas sus hermanas las lenguas
de procedencia latina.» — «No hay colorido, no hay tinta alguna que la lengua es-
(1) Lo propio y aun peor sucede aliora , en que todo el mundo se hace traductor del francés
apenas ha pasado nin par de hojas del Telémaco ; testigo de esto esa inmensidad de traducciones
que se anuncian diariamente , salvo algunas pocas honrosas escepciones.
— 1.V2 —
pañola no pueda escoger para trazar un cuadro» y lucirse en su obra mejor que
olra alguna , como puede ver en la práctica el que desee hacer la comparación con
la que cuente, entre, Iüs vulgares, mayores cscelencias.» Solo necesita para afian-
zarse en vez de resbalar y caer en la decadencia, que empieza á inaugurarse en
ella , que los cuerpos académicos no sean tan intolerantes con las voces que ha in-
troducido el uso, las ciencias y artes y la necesidad, y que admitiéndolas en su
buena acepción castellana, dirijan el lenguaje por buen camino, á lin de que no
venga á suceder un dia que el pueblo tenga enteramente diverso idioma que las
clases que se precian de cultas, que con su rigorismo exagerado pueden ser cau-
sa de la corrupción del lenguaje. Y en fin la lengua patria exige que el Gobierno
se ocupe mas de ella, ya premiando con largueza á los que la embellezcan en sus
obras, y la usen con pureza razonable, ya dictando leyes protectoras (jue la en-
noblezcan y afiancen.
— 153-
PARTE TERCERA.
DE LOS DIALECTOS QUE SE HABLAN EN ESPAÑA.
El erudito Coiarrubias, en el Tesoro de la lengua castellana, define la voz dia-
lecto diciendo que significa «/o que es particular en cada lengua y propio suyo, por
donde distinguimos el castellano nuevo y el viejo, d andaluz y lo demás , que aun-
que hablan un mesmo hnguaje castellano tienen alguna manera de pronunciación y
formación de vocablos en que nos distinguimos unos de otros: como entre los griegos,
los áticos , jónicos , dóricos y aeololios , y el lenguaje común y vulgar; y todas las de-
más naciones tienen estas mismas diferencias por las cuales se distinguen los que son
de una provincia ó de otra.» La Real Academia de la Lengua en la primera edición
de su Diccionario define asi: Propiedad de cada lengua en sus voces, explicación y
pronunciación , lo cual viene del griego dialectos, añadiendo, con la opinión de un
autor, que la propiedad de una lengua no solo se conoce en que tiene vocablos propios,
sino en que tiene dialecto y frases propias; lo cual se confunde en cierto modo con
la definición que dá á la \oz idioma en que sienta , que eS la lengua vulgar propia
y particular de cualquiera nación. Mas expresa y significativa nos parece la defini-
ción que á la voz dialecto dio Mr. E. Gail , en su articulilo del Diccionario de la con-
versación y de la lectura , cuando la describe diciendo : Se llama dialecto el lengua-
je particidar de una provincia , que se sirve del idioma dominante en lodo el país,
pero modificándule por medio de inflexiones , designencias , contracción de palabras,
uso de términos anticuados, y por otras alteraciones propias que consiiluyen el
dialecto.
Se ve en el estudio práctico que en una misma lengua , hablada en dos provin-
cias, existen alteraciones mas ó menos notables; y no pocas veces sucede lo pro-
pio en una misma provincia en que los pueblos del centro tienen modismos muy
diversos que los litorales, si bien derivados del lenguaje general, que es lo que
sucede en las lenguas que se derivan unas de otras.
Como los órganos naturales difieren por lo común en los habitantes de diver-
sas provincias, y las impresiones locales no pueden ser las mismas, de aqui por
lo que en cada comarca se ven precisados sus moradores naturales á plegar las
palabras , que les fueron trasmitidas , á aquellas cualidades obligados de su organis-
mo natural. Entre los griegos se conocieron los dialectos que dice Covarrubias, y
lejos de tratar de destruirlos como corruptores del lenguaje nacional , se tuvo gran
cuidado en conservarlos, respetándose la ortografía y pronunciación de cada uno
de ellos ; tolerancia razonable y patriótica que rechaza hoy nuestro empeño ridicu-
20
— 154 —
lo (le acíbar con los de nuestras provincias, como si su existencia, lejos de ala-
car la pureza de nuestra lengua nacional , que precisaraenle consiste en la reunión
(le lodos, no fuera una riqueza que la engrandece y un blasón distintivo y noble
(le nuestras antiguas glorias.
1.a división de Grecia en estados pequeños denDOcráticos debió originar la dife-
rencia de dialectos en aquel país, y ser causa de su conservación y de su inipor-
lancia; fué tal esta, que cuando se habia dejado escrita una obra en los primeros
siglos de la sociedad liel(>nica , se servían los griegos del dialecto en que babia sido
escrita para tratar el mismo género de literatura en que se bailase , baciéndose de
este modo bonor al que babia dejado aquel glorioso monumento de la patria. Por
esta razón se lijó que el poema épico se bicicse en la lengua de Homero, como lo
ejecutaron Aralus, .\polonio de Rodas y otros, y que el dialecto dórico de l'inda-
To sirviese de tipo á los coros de las tragedias, si bien fué el que dominó en
la literatura griega á consecuencia del ascendiente que desde el siglo de Pericles
tuvieron en las letras los atenienses. Empero debemos confesar, que solo en la
Grecia se presentan los dialectos considerados con dignidad , pues que , como dice
Mr. Gail , los pueblos modernos tienen generalmente un idioma académico su-
perior al popular, que siendo una especie (le Saiiscrifo reservado á las clases ins-
truidas, condena á la buinilde condición de gerga h todo lo que de él se separa.
Dos lenguas babladas en dos diferentes pueblos, pero que provienen de un mismo
origen , se consideran dialectos de una madre común , y en esta consideración en-
tran todas las lenguas que se derivan del lalin ; pero nosotros entendemos por ver-
daderos dialectos á los que salen en un mismo pais del idioma nacional , ó sea len-
gua general , sea la que quiera la derivación de éste de una lengua madre , y por
subdialecto el lenguaje que se diferencia del dialecto general de una pro-
vincia.
Con acierto, en nuestra opinión, discurren los que han concedido al dialecto,
en su acepción elimoló£*1ca , la equivalencia á un lenguaje separado y distinto;
acepción con que muchos filólogos se han conformado, y que creemos mas razo-
nable que la opinión de los que califican de dialectos á lenguajes muy circunscri-
tos, incultos y completamente subordinados á otros mas generales, porque á es-
tos los consideramos en dos series, á saber: en subdialecios y en gergas, siendo
estas las que, por convención particular, habla una tribu como la de los gitanos,
bohemios, chuelas, etc., y es bien sabido que ningún escritor se equivoca con
respecto á los dialectos de su patria, y que no sepa diferenciar estos de las locu-
ciones incultas y gergas.
De ninguna manera podemos conformarnos, en cuanto á nuestra España, con
la definición que un autor enciclopedista de nuestro pais dá al dialecto cuando dice,
((que el dialecto es un lenguaje menos culto y generalizado que el idioma propia-
mente dicho, de poca ó de ninguna literatura, mayormente escrita, y que bailán-
dose enclavado en el territorio de otro lenguaje politicamente , ó por cualquier otro
concepto superior, eslá destinado á perecer ó refundirse en este úllimo;» y no po-
demos conformarnos, repelimos, con respecto á la Península, en cuanto á la par-
le que escribimos con distinción, porque es sabido que entre los verdaderos dia-
lectos de nuestra nación los bay que tienen literatura escrita, y mucha, de mas
antigua fecha, si se quiere, que el idioma oficial de boy, y á ninguno le falla, y
muy atendible, siendo verdadero dialecto y no subdialecto como el lenguaje an-
daluz ó la gerga gitanesca. Los dialectos reales de España son de la clase de los
— 135 —
perfectos, y merecen ser considerados, porque fueron idiomas de reinos indepen-
dientes en tiempos antiguos, y tienen lileralura propia, algunos diccionario y
gramática escrita y razonada; porque trasmiten gloriosos recuerdos, que conser-
van y mantienen en su forma , carácter or¡i;inal y bastante independencia . Las
provincias de España que mejor lian conservado su antiguo lenguaje, que dejó de
ser su idioma por circunstancias puramente políticas, y son considerados como
flialectos por la propia causa , son las que tienen un carácter mas indepen-
diente, y las que mas se resisten á cambiar su parla por la oficial , llamada nacio-
nal, que se les pretende liacer aprender á la fuerza, y en la que se les obliga á
escribir sus documentos oOciales; y estamos seguros de que no perderán sus usos
y costumbres caracteristicas, mientras conserven su lenguaje natural, al que es-
tan intimamente unidas sus glorias y sus tradiciones. Nosotros creemos que
lejos de obligarse á nuestras provincias á abandonar su lenguaje peculiar para que
lo sustituyan con el idioma oficial, debiera por el contrario, sin descuidarse este,
ponerse empeño en que conservasen aquel en su posible pureza , estableciendo la
enseñanza de tal modo, que los muchachos aprendiesen ambos con propiedad en
las escuelas, y permitiéndose, que al paso que los ayuntamienlos eslendiesen sus
actas en castellano para los efectos de uso nacional , lo hiciesen en el dialecto es-
pecial en los actos de localidad ; de este modo , transigiendo con la opinión del
pais y sus costumbres, y con el deseo de uniformar á una lengua toda la nación,
se lograrla esto mas fácilmente y sin resistencia, al paso que se conservaría un
respetable monumento, recuerdo de muchas glorias , y no se vería fallida y en
desprestigio la ley, como hoy sucede, en que á pesar de lo mandado, se predÍL-a
y escriben instrumentos públicos en los dialectos, y los maestros enseñan en las
escuelas á hablar el castellano á sus discípulos, á quienes suelen obligar los pa-
dres á hablar en la lengua del pais; sin leyes sabías y muy estudiadas sobre esla
materia , por mas rigor que se observe , el castellano solo será el lenguaje de Cas-
tilla; pero jamás podrá llamarse con verdad el español , porque no le hablará toda
la nación, que es lo que se necesita para que pueda aplicarse este nombre á
nuestro idioma con toda exacliiud.
Dejando aparte las considei aciones filosóficas sobre el origen del dialecto, que
en nuestra pobre opinión no es otro que el de las llamadas lenguas é Idiomas , por-
que todas las creemos hijas de una madre común , de las que fueron saliendo otros
tantos hijos cuantos son los idiomas, y otros tantos nietos cuantos los dialectos y
subdialectos , porque esta cuestión pueden estudiarla los lectores en las obras de
los filólogos y lingüistas que hemos citado, y en las enciclopedias en que se trata
filosóficamente esla materia ; diremos que entre los dialectos españoles, que son
de los que solo nos hemos propuesto tratar después de las anteriores observacio-
nes generales, hay algunos que pueden considerarse lenguas en la mas amplia
acepción que se da á esla voz : estos son el vascuence y el lemosin. El primero es
hijo primogénito de la antigua lengua euskera, si ya no es la misma con variantes;
y el segundo tiene por hijos á los dialectos , si no idiomas ( que bien pudiera dár-
seles este nombre con mas razón que á algunos que pasan en Europa por idiomas
no siendo mas que dialectos), al catalán, al valenciano y al mallorquín.
El vascuence es un idioma (ya que no se le quiera clasificar como lengua ma-
dre, que es nuestra opinión, siguiendo la de sabios escritores que lo prueban),
que forma una nacionalidad peculiar de las provincias vascas dentro de la general
de España , y que imprime al pais ese espíritu de independencia indomable que
— 150 —
le c;\iMcleriz,i , y esc apego á sus usos y costumbres, que no lian po(li()o \iacer
variar largos anos de encarnizada lucha; es esle lenguaje lan antiguo, que ha lle-
gado á sospecharse sea el mas antiguo de los conocidos, si bien no le creemos el
primitivo ni derivación próxima de él , como pretenden los escritores vasconga-
dos, y tan especial que no puede confundirse con ninguno, siendo á la par que
rico y susceptible de variedad, armonioso y vigoroso tanto como pueda ser la len-
gua mas perfecta del mundo. Si esto se conliesa por los autores menos apasiona-
dos , y que no han escrito bajo las inspiraciones de un exagerado patriotismo,
preciso es confesar que el idioma vasco es una lengua mas que un dialecto, ó al
menos un idioma robusto y acabado, y asi lo veremos probado por el erudito gui-
puzcoano D. José Francisco Aizíjuivü, en el escrito sobre la lengua euskera que in-
sertamos en esta obra, razón por la que no nos extendemos mas sobre esle mal
llamado dialecto de nuestra patria.
Los dialectos mas marcados de la Península son: el portugués, que hablado
por una antigua provincia nuestra, convertida en reino independiente, se le dá el
nombre de idioma ; pero que fuera de la cualidad política que tal le constituye , no
es mas que nuestro gallego, que ó dio ó recibió su origen de aquel lenguaje, pues
que es una opinión disputable y que cuenta con elementos respetables de proban-
za en uno y en otro sentido. Después el ijallego, el asturiano, el catalán , el valen-
ciano y el mallorquín , hijos del lemosin ; el aragonés , considerado de la manera
que lo explicaremos, y el andaluz, dividido en tantos subdialectos como provin-
cias tiene esta región, además de las gcrgas gitanescas ó sea caló, romane ó ger-
mania con que se entienden las tribus ambulantes de los gitanos, que tienen va-
rios lenguajes , uno general para todas las caravanas , y otros peculiares de las di-
versas tribus, como veremos al tratar de esta gerga en particular.
Además de los expresados dialectos y gergas, debe contarse con que todas las
provincias de España hacen uso de muchas voces, modismos y giros peculiares de
su lenguaje provincial y de sus costumbres, que no se comprenden fácilmente por
los naturales de otras provincias; y que aun dentro de una misma provincia,
y particularmente si tiene parte niaritima y parte de montaña, ó si se divide en
sierra y llanada , suelen hallarse también tales diferencias de voces y de pronun-
ciación en el lenguaje de los unos y de los otros , que no se comprenden fácilmente
ios de la una parte con los do la otra , como se vé en Cataluña en que los habitan-
tes de la montaña apenas entienden á los de la marina , y vice versa , á pesar de
hablar todos el dialecto catalán: no deja de notarse también esto en Aragón entre
los moradores del alto y bajo, y aun en Castilla , en donde se pretende hablar el
castellano con mas pureza , pues que hay marcadas diferencias entie Madrid, Va-
lladolid, Burgos y otras ciudades con los mismos pueblos ([ue las circundan de
cerca, siendo esta diferencia mas ostensible aun en las poblaciones enclavadas en
las sierras.
En las notas á la Corona poético 7nusical de Azara , ya citada , que publicamos
en 1853 y 1834, explicamos ( tomo II , pág. G9Ü) por medio de cartas y aclara-
ciones de los literatos y ¡¡oetiis que obsequiaron al caballero Azara con poesías en
sus respectivos dialectos, gran parte de la estructura é inflexiones de los dialec-
tos españoles; y nos ha parecido valemos de aquellos trabajos en algún modo,
para completar esta parte de nuestro discurso, y muy particularmente por lo res-
pectivo á los dialectos gallego, asturiano, andaluz, aragonés y gergas gitanas,
porque nada podríamos decir mejor que lo que se apunta por los que, al conoci-
— 157 —
miento leórico de aquellos lengunjes , reúnen la recomendable circunstanria de
haberlos hablado desde que nacieron, y la práctica es, en esta materia , unida á
la inteligencia gramatical, un elemento grande de ciencia que nos falla á
nosotros.
Empero si bien en los dialectos espresados daremos cabida á las opiniones de
los referidos escritores, permítasenos, que empezando por el lemosin, que com-
prende los dialectos catalán, valenciano y iiiallorquin , manifestemos la opinión
de apreciables autores y la nuestra sobre aquella respetable y antigua lengua , en
la que tan buenos libros se haa escrito, y en la que tanto lucieron los trovadores
de la edad meilia, sin que por esto dejemos de reproducir algunas noticias de las
que nos dieron los poetas que nos favorecieron en la Corona poética enunciada.
DFl LEMOSIS ( Dialectos calulun , valenfiaün y mallorquiu ),
La lengua llamada lemosina se denominó también proverizal, por haber sido
la peculiar de la Provenza , pais de los sentimentales trovadores de la edad media,
que cantaron en ella sus trovas civilizadoras, pues que su suavidad y abundancia
de voces se prestó á sus cantares mejor que la lengua latina , de la que aque-
lla fué hija predilecta. No hay duda de que corrompida lentamente la lengua ro-
mana en Cataluña y en Francia, fué formándose de ella [)0C0 á poco la lemosina,
que no tardó en adquirir nervio robusto y lozanía , y que fué engrandecida por los
poetas que supieron generalizarla y sostener su esplendor en los siglos medios.
Que esta hermosa parla nació entre los españoles catalanes, lo hemos probado
suficientemente , á nuestro entender , en nuestros arliculos hislórico- arqueológicos
sobre la poesía y música española , en la Coron\ poético-musical de Azaiia , y en
tantos oíros como de los trovadores , torneos y de costumbres españolas de la edad
media hemos publicado de veinticuatro años á esta parle , en otras obras nuestras
y en diversos periódicos literarios; y en ellos manifestamos el cómo pasó este
lenguaje á la Provenza con los Condes de Barcelona, que vinieron á ser los seño-
res de este territorio, con el titulo de Duques de Septimania. En el siglo IX debe
fijarse, según los mas antiguos documentos que se conservan, la estension y en-
salzamiento de esta antigua parla, como puede verse en el Glosario de Ducange,
en la obra del abate Lampillas, en la Histoiia deLangüedoc, escrita por el erudito
Maurinci, y en otras obras posteriores.
Grandes disputas se han originado entre los antiguos y modernos escritores es-
pañoles y franceses acerca de la verdadera cuna y patria de la lengua lemosina,
contienda que en su tiempo trató de dirimir , y no pudo decidir , el célebre abate
Amirés, en su Historia de la literatura ; pero la cuestión se halla aun hoy en el pri-
mitivo estado , habiéndose solo podido averiguar que casi á un propio tiempo de-
bió hablarse el lemosiu por catalanes y provenzales, pues que de uno y otro pue-
blo hay monumentos cuyas fechas y caracteres difieren poco entre si.
Sea España ó Francia, como quieren los de la Provenza, la cuna del lemosin,
lo que si consta de una manera que no puede negarse es, que si al principio del
— 158 —
siulo Xlll fue una de lus lonsaas mas cultas y ricas de Europa , debió su perfección
á la proleecion que los Condes de Barcelona prestaron á los poetas catalanes desde
D. Uainiundo lierenguer, que en 1080 se liizo Señor de la Provenza , á cuyo sobe-
rano puede darse , con justicia , la corona de su mejor mantenedor y de su
protector mas entendido y magnifico, pues que la elevó sobre todas las lenguas
vulgares de su siglo.
Asegura ítouche, en su Historia de la Provenza, que en el siglo XII, señnrio
de los Condes Bcrengueres de Barcelona , la lengua provenzal se aprendía en todas
parles por la estima que se hizo de su pureza y hermosura , lo cual confirmaron
Jacobo y Filipo Ginuti , autores italianos , que elogiaron por ello á los Berengueres,
manifeslanilo que el favor de los Principes es el estimulo mas poderoso para los
adelantos y estimación de las lenguas. Este favor, sin duda, y el poder que estos
soberanos lenian en la Europa de los siglos medios, fué causa de que el Icmosin
fuese á enriquecer y hermosear á la lengua italiana, hija predilecta de la latina,
como se comprende de los elogios que de aquella hacen los eruditos Bembo
y Fonlanini; y se concibe á poco que se estudie la estructura del lenguaje que,
en sus inmortales obras, nos han legado los célebres Dante y Petrarca, poetas
iii.spirados de la florida Italia, que divinizaron, por decirlo asi, su armoniosa
lengua.
Ciertamente que la lengua lemosina debió tener un lugar muy alto y preferen-
te en la edad media, cuando hallamos en la Crusca provenzal de Bastero, con re-
lación á un códice de la Biblioteca laurenciana, que se escribió una gramática de
este lenguaje , y cuando no se conoce arle poético mas antiguo de las lenguas mo-
dernas que el que escribió en el síí;1oXI1 el catalán Ramón Vidal de Besalú, al que
siguieron en esto su compaisano Jufre de Fuxa, el mallorquín Berenguer de Trotjc,
Guillermo Vedel, y el famoso D. Enrique de Villena, mantenedor de Gaya ciencia en
el Consistorio de Barcelona, Atenas de España en la región catalana en esta época;
á todos los cuales siguió el faraosisimo Jaime March con su Diccionario lemosin de
asonantes y consonantes.
Poco menos de cinco siglos, y poco mas de cuatro, llegó á imperar la lengua
lemosina como lenguaje de la culta sociedad , de la literatura y de la diplomacia de
los tiempos medios, en la Provenza, pues que la inconstancia francesa , carácter
que conserva este pais por excelencia, le hizo buscar la variedad en la formación
de un lenguaje de mucha menor .armenia y riqueza, y de no mas fácil construc-
ción, por mas que adquiriendo el pais las galas de la no mas armoniosa y sonora
lengua de los galos y de los francos, corrompida, para formar una compuesta de
estas, de la latina y de la provenzal, esta amalgama haya venido hoy, sin mere-
cerlo por su bondad lingüistica pues que la Europa tiene otras que lo merecen
mas, á ser la lengua universal del mundo politice y literario, sustituyendo en
esto á la grandiosa lengua del Lacio, merced á la preponderancia ((ue hace siglo y
medio ha adquirido la Francia , al poder colosal y á la elevación en que la fortuna
la ha colocado, estableciéndola á la cabeza de la culta Europa , y aun del mundo,
como la nación mas poderosa, rica c ilustrada, si bien la mas impresionable y
veleidosa , y por lo tanto de principios menos sólidos y duraderos. En efecto. Bem-
bo se queja , con razón , de que en el siglo XV la lengua provenzal llegó á decaer
de tal modo en la Provenza , que ya fué desdeñada , y al dejar su armonioso laúd
los trovadores franceses , puede decirse que cesó del todo tan armonioso len-
guaje.
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Miis apegados los españoles á sus costumbres, y de carácter constante y
grave, y en aquellos tiempos mas que hoy, poco amigos de novedades que ala-
casen sus usos y creencias, lejos de imitar á los l'ranceses provenzales despre-
ciadores de una lengua que les habia conquistado tantas glorias y consideración,
acogieron a la lengua lemosina quebuiade la Provenza perseguida por padrastros
desnaturalizados, y que volvia á bailar consuelo y protección en el regazo de su
primitiva y cariñosa madre: Cataluña fué la cuna del lemosin, y á mecerse en ella
volvió bien segura de que su vida no babia de estar expuesta á los azares de lu
veleidad, y de que habia de ser muy larga, siquiera tuviera que sufrir los indis-
pensables é inevitables achaques de la senectud , que siempre, por malos que pue-
dan ser, son preferibles á la muerte, que todo lo consume y acaba.
Fundado á últimos del siglo XIV el consistorio de la Gaya ciencia dd saber , en
Barcelona, por el augusto poeta D. Juan I rey de Aragón, á este asilo benéfico se
acogió la lozana parla provenzal, y vinieron á sostenerla aquellos mantenedores
franceses que su patria despreciaba porque habia perdido el gusto, ya estra-
gado con las invenciones modernas: estos pocos trovadores, unidos á los muchos
que aun admiraba Cataluña entre sus hijos, sostuvieron el florido lenguaje lemo-
sin hasta la muerte del rey D. Martin, en cuya época la gloria del consistorio
barcelonés empezó á decaer, hasta que vino á eclipsarse después del lodo , y tuvo
que cerrarse , por desgracia de la literatura y de la civilización catalana, que se
lastimó extraordinariamente ; pues que al dejarse de oir los cantos de sus trova-
dores, que hablan sido el encanto de la sociedad, sucedió un silencio monótono
y sepulcral, que no pudiendo ser interrumpido por nuevos cantores, acabó con
la poesía genuina de aquel pais en la grandeza á que habia sabido elevarse, pa-
sando á la historia en rico legado que forma hoy la gloria de sus antiguos tiempos
y de sus preciosas tradiciones.
Empero si las letras y la poesia perdieron su brillante luz en la culta Catalu-
ña , luz que les prestara la herqiosa lengua lemosina, el pueblo mantuvo y aun
mantiene la lengua con entusiasmo , habiendo costado hasta sangre vertida en
contiendas ruidosas, el pretender hacerles abandonar el lenguaje de sus padres.
Cataluña , Valencia y las Islas Baleares sostuvieron en su pureza, hasta hace dos
siglos, la lengua lemosina; y si bien la ley, que tiende á destruir en España los
dialectos para que el lenguaje castellano sea el de toda la nación, ha obligado
hace poco menos de un siglo á que en las escuelas solo se enseñe la lengua cas-
tellana, y no se permita hacer uso del lenguaje peculiar de estas provincias en
instrumentos públicos oficiales, no por eso han abandonado la lengua lemosina en
las tres provincias, pues que entre si y en familia es solo este lenguaje el que se
usa y usará aun algunos siglos, por mas que se empeñen en evitarlo; porque el
orgullo provincial se opondrá siempre á lo contrario, y con razón , puesto que en
ello recuerdan mejor sus glorias y tradiciones. Sin embargo , debemos confesar
que el lemosin puro apenas se habla ya , y que sin haber dejado de él apenas pa-
labras, pues que ya por unos, ya por otros, todas se hallan en su lenguaje, esle,
al dividirse en los tres dialectos catalán, valenciano y mallorquín, se ha caste-
llanizado bastante , adulterándose con palabras , frases y giros, que no tenia su
primitiva lengua, que creemos se conserva mas pura en Mallorca y Menorca que
en parte alguna de las tres provincias expresadas , si se exceptúa la porte conoci-
da boy por provincia de Gerona, en la que se oyen muchas veces á las gentes del
campo largos Irozos de lemosin puro, con mezcla de voces del Patua, del Rose-
— 1110 —
llon y del Ampurdan , y en la que aun se conservan no pocvs Cantares de los an-
tiguos trovadores (1).
DIALECTO ASTUr.IANO.
El Excmo. Sr. D. Agustín Duran, Director déla Biblioteca Nacional, dice en
el apéndice del Discurso preliminar de su romancero:
«Pocas provincias de España conservarán mas reliquias y recuerdos de vene-
rable anligüedad , que conservan las Asturias. Su dialecto , conocido con el nom-
Itre de Bable, es sonoro, -suave, y si no extremadamente rico, no tan (¡obre como
(1) En las páginas 718, 23 y 28 del lomo II de la Corona pot'lico-mvsieal de Azara se
dice lo siguicnle sobre los dialectos bijas del lemosin :
PIALECTO mallorquín.
«Los que deseen tomar una idea del dialeelo mallorquín , pueden consultar la Gramática
í/ai/orguina , escrita por D.Juan José Amenijual , aliogado, impresa on Palm.i en rasa de
Guasp en 1835; y el Diccionario maílorquin-castellano del P. Pedro Antonio Figucra,
que se publicó en dicha ciudad en la imprenta de Trias en 1840. Para los que duden de si el
idioma mallorquín puede ostentar ó no bellezas y corrección, existe el excelente poema del Sle-
nisprcu del mon, escrito por D. Jaime Olcza en iaid . y publicado por el Sn. D. Joaquín Ma-
r.ÍA BoviíR , en su Diccionario critico de escritores hateares ; la Vida de Monserral Fontanet,
escrita en proverbios mallorquines; la Rondoya de Bondayas á^\ erudito D. Tomás Ayuiló, y
otras muctias producciones de escritores isleños.»
DIALECTO CATALÁN.
«Sobre la lengua catalana puede el curioso consultar los Diccionarios castellano-catalanes
de Fr. Magin Ferrer, Barcelona 1847. De D. Aguttin Roca y Cerda, id. 1806. De D Jua-
quin Esteve , id. 1 803. El caíala y caslellá por una Sociedad de catalanes , Barcelona 1839; y
los catalanes y latinos de Dulac , Torra, Povius y otros; asi como la Gramática Castellana de
Jaime Costa, que tiene un prontuario de voces catalanas, Barcelona 1827. El discurso prelimi-
nar del Diccionario de escritores catalanes , del ilustrado obispo de Astorga D. Félix Torres
Amat ; y el tomo primero de Memorias de la Real Academia de Buenas Letras de liarcelona. •
DIALECTO VALENCIANO.
«Ya que en el dialecto valenciano carecemos de gramáticas, y no conocemos mas Dicciona-
rio que el diminuto de voces anticuadas que publicó D. Justo Pastor Fuster , bibliógrafo erudito
y concienzudo de su pais , bien que esta falla , lamentable por cierto , va pronto á desaparecer
con la impresión que se está haciendo de un vocabulario bastante completo , no por esto dejarán
nuestros lectores de conocer que la lengua valenciana , como las demás que se derivan del anti-
guo lemosin ó sea Langiiedoc , tienen excelentes producciones para probar á cuánto puede llegar
un idioma rico y suave. Las obras poéticas de Mosen Jordi , las trovas de Moten Febrer , y las
poesías de Ausias March , son monumentos que enaltecen la lengua valenciana. «
- IGl —
creen algunos. Hablase en el interior de Aslurias la misma lengua que se habló
en España en los siglos medios, y muchas frases y giros que se conservan en el
poema del Cid son familiares á los labriegos asturianos. Las voces adquiridas de
los árabes no traspasan los aledaños de Aslurias: será lástima que se deje per-
der (1) un dialecto que, bien estudiado, podría dar á conocer la etimologia de
muchas voces castellanas, y del que podríamos tomar las que nos faltasen sin
tener que mendigarlas del extranjero. El Sr. Jovellanos estimuló á varios literatos
á que formasen un Diccionario bable bajo las reglas que trabajó, mas no llegó á
concluirse tan difícil empresa. D. José Caveda tiene escrita una Memoria acerca de
la antigüedad y mérito del dialecto de Asturias, digna de la luz pública.»
«Asturias tuvo poetas: el primero de que hay noticia clara y del que se con-
servan algunos escritos, es D. Antonio González Requetia, conocido con el nombre
de .-Iníon de la Marireguera , y floreció desde principios á mediados del siglo XVII.
En 1639 escribió un romance sobre el pleito entre Mérida y Oviedo por la posesión
de las cenizas de Santa Eulalia. Escribió en octavas los poemitas jocosos titulados:
Dido y Eneas , Ero t/ Leandro , Piramu y Tisbe. Se descubre en ellos genio festivo,
amena y fecunda imaginación, excelentes imitaciones de los antiguos, y versifi-
cación fácil al mismo tiempo que numerosa. Hay noticias y existen obras de otros
poetas coetáneos y posteriores', siendo los mas célebres Juan Fernandez Parley,
llamado Juan de las Candongas; D. Bernardina Robledo, cura de Piedelora ; D. N.
Benavides, D. Bruno Fernandez, y P. Aiitonio Balviiares.»
El distinguido literato asturiano D. Antonio Quintana ¡lenendez dice sobre este
dialecto lo siguiente , que copiamos de la nota 5 inserta á la pág. 701 del tomo II de
nueslra Corona poética de Azara , en la que insertamos una bella poesía de este
autor (-2).
«Probado está por muchos sabios ilustres que la lengua del Lacio se hablaba
entre los godos aun con bastante pureza cuando la batalla de Guadalele. Después
que los débiles restos de una monarquía desgraciada se refugiaron en las Asturias,
aquella lengua tan hermosa fué decayendo de su vigor, y ya en el año de 739 se
encuentra notablemente alterada , como lo prueba una inscripción que existe en
la iglesia de Santa Cruz de Cangas, fundada por el rey D. Favila, que empieza:
Besurgit ex precepiu divinis hecmacnia sacra, etc.; y causa ciertamente admira-
ción que cuarenta y un años después, ó sea en el año de 780, se encuentren prin-
cipios de nuesiro romance en la escritura de fundación del monasterio de Obona,
otorgada por Adelgastro, hijo, al parecer, de D.Sila, en la que, haciendo el donador
(1) Muy útil y conveniente seríase formase una Academia dialéctica española, en la que hu-
biese tantas secciones como dialectos , la cual se ocupase en formar un Diccionario con las voces
de lodos y sus elimologias , etc. , y explicase las bellezas, indeiiones. giros y reglas grama-
ticales de cada uno, al propio tiempo que se ocupase en publicar los muchos trabajos inédi-
tos que aun se conservan escritos en dialectos hoy casi ininteligibles , asi como en reproducir
muchos de los que ya conocemos. Si esta Academia se ocupaba también del árabe en una sección,
llegaría un diu en que conociésemos completamente nueslra lengua y nuestra historia en todos
sus reinos.
(2) El que desee enterarse bien de esta poesía y conocer bellisimas composiciones de los va-
tes asturianos , puede consultar el Discurso preliminar de la colección de poesías asturianas y
de las poesías anónimas de este Principado , escrito y publicado con aquellas en 1839 por nues-
tro buen amigo el erudito y distinguido literato el Excroo. Sr. D. José Caveda, hoy Director de
Agricullura y de Comercio en el Ministerio de Fomento, y Académico de la lengua.
21
— 102 —
mención de las alhajas ó efectos con que dolaba ala iglesia, decía: Damus dúos
carros, el viginli medios de pane, et duas equas , el uno rocino, elunamula, el
tres asinos, el dnodecim porcos el Ires cálices, et unum misale, et unacruce de
argénteo, et duas de ligno , el duas campanas de ferro et qualuor tapetes, el tres
vasos saíomonegos, ele, en la que se ven muchas voces españolizadas, cnya sig-
nificación eslá hoy al alcance de cualquier labriego de Aslurias.
xPero aun se pervirtió con mas rapidez , formando al mismo tiempo nuestro ro-
mance, cuando los monarcas fijaron en León su residencia, extendiendo sus con-
quistas á Castilla y Galicia ; y el poema del Cid y el de Alejandro, antiguos y res-
petables monumentos de la lengua de Garcilaso y de Cervantes, se admiran á una
altura sorprendente . Desde esta época la extensión de nuestras conquistas, el tra-
to mas continuo con gentes de diferentes naciones, el roce con los moros, contri-
buyeron á enriquecer el romance con voces, ora nuevas, inventadas por la nece-
sidad, ora lomadas de los extranjeros que pululaban en España. Los disturbios
del reinado de Alonso XI , las parcialidades , revueltas y escándalos en qnc sumie-
ron á su patria los dos hermanos D. Pedro el Cruel y D. Enrique de Trastornara,
trajeron á nuestro suelo porción de aventureros, y muy particularmente france-
ses y leniosinos, que encontraron aqui una patria , bienes y riquezas. I„i iníloencia
de estos fué causa de que en la escritura se abandonase el carácter gótico que se
usaba, para sustituirle con el francés, siendo necesarios por lo tanto pendolistas
de aquella nación. De aqui que se variase la terminación de mochas palabras,
que se diese á otras diferente interpretación, y que tenga , en fin, la lengua cas-
tellana muchas expresiones del francés antiguo y del provenzal lemosino. Respec-
to de Aslurias no podia suceder esto, i)ues que agcna en cierto modo á las re-
vueltas y contiendas de Castilla, no «lió ocasión á que el trato de gentes extrañas
produjese alteración en su lengua. Tampoco pudo tomar nada de los árabes , por-
que estos solo pudieron tener un presidio en Gijon que internase en el interior,
y eso por muy poco tiempo.
«Los asturianos, pues, se vieron en la precisión de buscar en su propio len-
guaje las voces y frases oportunas para expresar las necesidades de la vida, sus
quehaceres y sus relaciones sociales, reducidas por su condición, entonces h-irlo
pobre y menguada , siendo consecuencia de esto que quedase enlre los habitantes
de estas montañas, como un depósito sagrado de sus padres y abuelos, el len-
guaje de los autores del poema del Cid y del de Alejandro.
B La lengua de Berceo y de Segura es hoy la dulce, expresiva y armoniosa
lengua castellana, pulimentada y corregida por la mano de los sabios, el tiempo
y la costumbre; y, sin embargo, la mayor parte de las expresiones que usaron
aquellos venerables escritores , las que usó el Are ipicsle de Hita en sus bellas can-
tigas, las que empleó el Uey Sabio en sus sentidas querellas, se escuchan hoy
con asombro entre la aspereza délas montañas, y endulces y sentidos cantos
como los ([ue me arrullaron en la cuna, repelidos por el eco que se alejaba. Al
escuchar en un diestro solitario, en la cima del monte ó en la sombría arboleda
el habilanle de la montaña, la imaginación se eleva , se extravia, corre, y tras-
pasa siglos enteros , y ya se entusiasma al contemplar los golpes de lanza de anti-
guos caballeros en torneos ó batallas, ya suspira al escucliar el sonido melodioso
de un laúd que tañe un trovador enamorado al pié de las nmrallas de un gótico
castillo. AUi están sus ruinas, allí están esas montañas como un monumento im-
perecedero de nuestras antiguas glorias.
— 163—
»Y en este país privilegiado, donde lodo recrea la imaginacionj ¿no habia de
existir poesía? ¿No habían de aparecer vales en medio de una naturaleza siem-
pre risueña y llena de encantos, que ofrece por todas parles agradables imágenes
y ricos atavíos para engalanar su mnsa? ¿Y no tienen también en el seno de esas
mo:-tañas una lengua espresiva y armoniosa para cantar lo que su entusiasmo
les inspira?
sPreciso es confesar que el dialecto asturiano se presta á toda clase de compo-
siciones, ora el vale baga resonar la trompa épica, ora nos piole los bellísimos
paisajes de que el terreno abunda ; ya nos describa las sencillas é inocentes cos-
tumbres del campesino, ó ya enamorado y tierno dirija su dulce trova á la so
ñeña del' alma.a
DIALECTO ANDALUZ.
La ilustrada poetisa malagueña Doña Dolores de Cádiz de Velasco, dice acerca
del dialecto andaluz lo siguiente, que tomamos de su carta inserta á la pág. 693
de nuestra expresada Corona de Azara.
«Los andaluces hablamos el castellano antiguo con cierto remedo morisco, no
lan solo en los sonidos, sino en las frases Inn breves como ingeniosas. Parece in-
dudable que cuando el Sabio Alfonso mandó ipie se escribiesen los documentos
públicos en el habla de Toledo, comenzando de este modo á destruir el duro y
desapacible bretón , el godo y el lalin bárbaro , los moros de España no serian los
mas descuidados en poseer una lengua que lan necesaria les era para su comuni-
cación con los naturales. Es indudable que conservarían su acento, sus modismos,
y <iue ciertos sonidos serian , por decirlo asi, traducidos á los suyos. Siete siglos
de dominación no educan á un pueblo, no le legan solamente su idioma y su ca-
rácter. Siele siglos de dominio engendran , educan pueblos que larde abandonan
el sello de una larga dominación. Para estudiar los pueblos (|ue pasaron , la infan-
cia de las naciones como sus edades decrépitas, no es n;eneslcr abrir el libro
antiguo de la historia. Las edades presentes tienen siempre muestrarios de las
cosas que no hemos visto en los líenipos atrasados. Hablen hoy los moros de Gi-
braltar por los moros del 1300- Dígannos ellos cómo manejan nuestro castellano
ingerto en morisco, y escuchemos á los españules de Algeciras y de la linea, los
esiwñoles del mismo Gibrallar, y tendremos una idea perfecta de cóiro fue cor-
rompido el castellano en las Andalucías , de cómo se convirtieron cunlro letras
castellanas i);ira formar un solo sonido , ó mas bien se hicieron cinco letras gula-
rales, por dominar en el lenguaje morisco el acento de aspiración. La x, la g,
la j, la /i y la s , se pronuncian en castellano andaluz con mas ó menos abertura
de garganta; pero siempre son aspiradas, exceptóla s en las silabas directas.
¿Pero estas cinc'' letras tuvieron un iiúsmo sonido? La razón dice que no. La Ira-
dicija no nos enseña la diferencia enlre la j y la o;; pero nos marca como mas
suave el de la rj , cerno mas breve y mas suave el de la /i, y como brevísimo y
suavísimo el de la s nnal.
«Como se haría imposible fijar un sonido extraño en castellano puro á la s, que
le llene fijado, me propongo resucitar la aspiración de la h, que haga las veces
de s en Gu de sílaba.
— I6Í —
«¿Qué letra, pudiera hacer semejante oficio con mas razón? Su aspiración es
tan suave como exige nuestra pronunciación, y además es una letra Inutilizada
en nuestra lengua »
«La /i, h en liebreo , es ana fuerte aspiración. En árabe y en morisco, rauda-
les de aquel manantial, lo es también. La h es aspirada en el antiguo alemán,
es decir, en nuestro bretón; es aspirada en el alemán moderno; léase haus,
casa; es aspirada en ingles, como en his , her , suyo, suya; es aspirada en
francés algunas veces; lo fué siempre en el primitivo castellano, y lo es en el
andaluz moderno. Decimos jac/io, jorno , jacer, etc. Si pronunciamos ja , je,ii,
I por qué no hemos de deoir , aj , ej , ij , etc. ? »
«Comienza una copla andaluza diciendo: hermosa luz de mis ojos. Si la h no
se aspirase resultaría, además de tlojo, verso tan apasionado, incompleto, por-
que falta una croma á su compás. Si se dijese jermosa luz de mis ojos , se haria
bronco verso tan dulce. No liay duda que el sonido gutural de la h es extrema-
damente suave.»
n Nuestra s en las silabas directas es mas delgada que la s castellana. Los an-
daluces granadinos, malagueños y gaditanos la usamos constantemente, y des-
conocemos el uso de la z , reina de la pronunciación entre los sevillanos.»
«La c la pronunciamos como las, y la desconocemos en las silabas inversas
éntrela gente del pueblo, que son los archiveros de las tradiciones.»
«La // siempre es y. La / y la r son arbitrarias , según que conviene á la blan-
dura ó fuerza lingual del que habla. La r final suele hacerse gutural como la s.»
«Solamente la voz viva puede dar idea de las diferencias en nuestros sonidos
guturales.»
«Se cambian las letras ó se suprimen, en obsequio á la blandura y á la breve-
dad del habla , y decimos: Señan por Señor, pa por para. Además, tenemos pala-
bras especiales, y especiales en definiciones: trepar entre nosotros es inclinarse
oblicuamente de espaldas. Trepa el que inclina la silla hacia atrás, el que cae de
espaldas, el que á fuerza de erguido se inclina atrás: trepa lo que se inclina obli-
cuamente. Engreído quiere decir encariñado , enamorado, embebecido , amance-
bado , enviciado ; pero esto necesita un largo trabajo , y no es del caso ahora. »
ÜE LA GERGA Ó DIALECTO GITANO.
Si bien los gitanos pululan en caravanas por toda España, Andalucía es, por
decirlo así, su cuartel general, y en donde mas se conocen ; y por esta razón le
damos lugar después del andaluz. El poeta y profesor de medicina malagueño
O. Antonio José Velasco , esposo de la señora antes citada , dice sobre este lenguaje
en la precitada Corona , á la pág. 098 :
«Disertar sobre el dialecto adoptado por estos para entenderse entre sí, sin
que los demás los comprendan , seria ostentar una erudición que en manera al-
guna disculparía lo desapacible de la una , lo impropio de la otra, lo desaliñado
de ambas. »
«La primera composición en gitano puro , ordenada en décimas, género el mas
líultivado entre los gitanos, adolece de ese carácter de dureza común á sus pala-
— les-
uras, que DÍDgana analogía tienen con las de ningan idioma conocido , si se ex-
ceptúan muy pocas que se conservan desde su venida á nuestras regiones , pues
las que han ido sucesivamente tomando de los que se hablan en los países en que
viven incrustados, lo hacen invirtiendo las sikibas, y aun las letras: tabo, bola
para cubrir ó calzar el pié: topío , plato: en términos de que desde luego dejan
'le comprenderse. Otras valen en su idioma lo contrario dejlo usual y corriente:
maneil , mandil; mandril, el criado de rufianes ó de mujeres públicas. No hay,
pues, en el dialecto á que me refiero esa relación entre el nombre y el objeto,
esa analogía que caracteriza los idiomas , y aun los dialectos mismos.»
«Además, este, que sirve á gentes casi siempre perseguidas, cuya principal
ocupación debe estar velada a los ojos de la sociedad en que se enclavan, se debe
componer de palabras que espresen sus actos y los objetos que traen entre manos.
Así , sus verbos son escasísimos, y sus nombres, poco numerosos, se limitan
por punto general á sos ocupaciones y temores, á las personas que los cazan y
castigan , á los instrumentos de sus penas y sufrimientos , formando parte, como
forman, de sus cantares sentimentales, siempre envueltos en quejas y pesa-
dumbre.»
«Este dialecto, que se conoce en castellaoo con el nombre de Germania , por-
que á nosotros vinieron desde Alemania, conserva aun algunas palabras del teu-
tónico y del bretón, así como del francés y del antiguo (castellano) lenguaje de
Castilla : por eso nuestro caló ó romané se parece algo al argot de los franceses,
al C(in( de los ingleses y al coí/iiüoe/sr/i de los alemanes; pero en cualquiera de
ellos domina , descuella la índole de sus seotiraientos y de su posición.»
«Esto, que no es para V. una novedad, le explicará en gran parle la dificultad,
si no la imposibilidad de espresar felizmente un pensamiento que no tenga grande
analogía con el sentimentalismo, con el penar en las prisiones , con sus amores
desgraciados por la cautividad ó la ausencia. Sin embargo, confieso que todo esto
no me disculpa de haber intentado llenar el deseo de V.»
«Otra dificultad para hacerse entender en este dialecto es que, variando con
mas ó menos frecuencia (el ilustrado Capmany cree que esto tiene lugar en totali-
dad cada diez años), no es posible aumentar el caudal de voces, porque se adop-
tan las nuevas ininteligibles en reemplazo de las viejas inteligibles ya para los
encargados de su persecución.»
«Además, los gitanos de cada pueblo tienen una manera particular de enten-
derse , de modo que los de Cádiz no hablan como los de Sevilla , Jaén , Córdoba,
Granada ó Málaga; y he aquí que , sin salir de los reinos de Andalucía (PtnaceTiJá],
son ya seis las maneras de hablar este dialecto.»
DI.VLECTO GALLEGO.
En la Corona espresada nos dice de este dialecto , á la pág. 708 del tomo 11 , el
erudito catedrático de literatura latina del instituto de Orense , nuestro buen ami-
go D. /os¿ García il/os^ucra , al remitirnos el vocabulario de voces gallegas que
allí insertamos para la mejor inteligencia de las poesías insertadas en este dialec-
to, lo siguiente sobre él:
— 160—
»L3S silabas gallegas xa, cae, xi, ele. (que se pronuncian como e\}a,je, ji,
francés), susliliiyanse con las caslellanas JO, je, ío, se, 6 ya , ye , y resultará la
palabra castellana generalmente , ú otra muy parecida, v. gr. : Dixo: Dijo. —
Quixo: Quiso. — Xa : Ya.
uLas silabas cha, che, etc., sustituyanse con las castellanas Ha, lie, y sucederá
lo mismo, V. gr. : Chamo: Cheijo. — Llamo: Llego.
«Los verbos regulares de este dialecto tienen las mismas terminaciones que en
castellano, á excepción de los tiempos que en este terminan en ais, eis, ois, is,
que estos hacen en gallego ades, edes, odes, ide.s, v. gr. : amáis, teméis, sois,
partís, sediria en gallego; amades , tcmedes , sodes, parlides. Seexceplúa también
la primera persona del futuro absoluto, que acabando en castellano en re, termina
en gallego en rey, v. gr.: daré, darey; y el imperativo, que siendo en castellano
ad, cd, id, es en gallego aile, ede, ide, v. gr.; corred , correde. La primera, se-
gunda y tercera persona del pretérito absoluto hacen del modo siguiente en las
tres conjugaciones ; 1.' Amey: amé. — Amache: amaste. — Amou: amó. — 2.« Te-
min; temi. — Temiclie: temiste. — Temeu: temió. — 3.' Pariin: parli. — Partiche:
partiste. — Parliú: partió. Los demás tiempos terminan como en castellano , siendo
regular el verbo: délas terminaciones irregulares que haya en las expresadas
■ poesías se hallará en este vocabulario la signiñcacion. Asi pues, sin ningún an-
terior conocimiento del dialecto gallego, podrán entenderse fácilmente las com-
posiciones en él escritas en esta obra, de que no presentamos traducción por
no habérnosla mandado los autores; lo que es también útil para que los curio-
sos puedan hacer algún ensayo que les proporcione entender otros escritos en
este dialecto, el mas dulce y acaso el mas armonioso de los que se hablan en
España. El erudito benedictino del convento de su orden en Madrid , fray Martin
Sarmiento , cuyas obras sun bien conocidas entre los literatos , empezó á escribir
el Onomáslicon etimológico de la lengua gallega , que dejó manuscrito y sin con-
cluir, en el que se dan bellísimas noticias del lenguaje, historia, costumbres y
producciones de Galicia , el cual trata de publicar el Sr. Castellanos, que le po-
see, en la ideada que, conocida tan interesante obra, el amor patiio presente
algún hábil escritor que la acabe y nos dé á conocer completamente aquel bello
país.»
El erudito P. Sarmiento escribió su Onomáslicon etimológico de la lengua gallega
con el objeto , según él mismo lo dice en la portada de esta obra, de señalar
en el idioma latino el verdadero origen de casi todas las voces gallegas que
pudo recoger en los años de 1743 y 1734 , en los que visitó Galicia como unos vein-
titrés meses, haciendo en Pontevedra su mayor parada; pero recorriendo lodo el
pais. l'or esta preciosa obra se vé la abundancia de palabras que tiene el dia-
lecto gallego para significar las cosas, habiendo diferentes voces para manifes-
tarlas; por ejemplo , jiara expresar el panal de miel, tienen las cuatro voces si-
guientes: Eulema .(pie es voz griega latinizada , que significa panal de flores; Favo,
latina [>\xva ; Panal , latina derivada de pañis; y Trebo que es como se denomina
al panal en el p.iis do Candelas , derivándola de la flor del trébol , ((ue es la que
en la primavera cogen las abejas para fabricar la miel : como se ha dicho , tene-
mos intención de imprimir este precioso manuscrito , y entonces se conocerá
la excelencia de este dulce á la par que armonioso dialecto , en el que pueden
hacerse poesías y cánticos tau encariñados y tan melodiosos como en la len-
gua italiana.
167 —
DEL DIALECTO ARAGONÉS.
De exprofeso hemos dejado para este logar el llamado por algunos dialeclo
aragonés; y decimos llamndo, porque si se exceptúa el lenguaje somonlano, todo
el Aragón habla el castellano por mas que la pronunciación fuerte , que exige el or-
ganismo de sus naturales, le infiera cierta aspereza y nioiiotoiúa en el sonido. Ha-
biendo leido el Ensayo de un Diccionario ararjonés-casteUann , publicado años pasa-
dos por nuestro ilustrada amigo D. Mariano l'eraUa , juez en Mallorca, ar:igonés y
pariente de los Azaras, hemos creído que nada jiodrianios hacer mejor para dar á
conocer este llamado dialecto, que insertar en este lugar, como 1) hicimos á la
pág. 731 de la Corona precitada, el prólogo del expresado niccionario, en el que
se explica perfectamente el lenguaje aragonés, llevamlo en esto la idea, al propio
tiempo, de tuniplir el cometido que nos hemos impuesto de obsequiar á ambos
liatricios aragoneses , y en honor á un país que miraims y tenemos por nuestra se-
gunda patria. Las ideas del Sr. Peralta sobre las lenguas y los dialectos fueron jus-
tamente las de Azara, y nosotros n is atenemos á ellas, porque en esto han for-
mado nuestra opinión. Dice asi el Sr. Peralta :
«Para aiiuollos que pretenden reducitla la España en materia de idioma cuUo á
los confines de la Castilla, y que sol ¡juzgan que allí se habla el lenguaje puro y
castizo de los hijos de Pclayo, parece una empresa ridicula y mezquina la de un
Diccionario ile las voces que se usan en Aragón, y ([ue no han merecido tener ca-
bida en el de la Academia. Sin embargo , un trabajo de esta naturaleza no solo es
un testimonio de laboriosi<lad, y de que se ha fijado una atención filosófica sobre
cosas que no llaman ordinariamente la de los que solo viven en el mundo de los
muertos, conversando únicamente con los autores [ue fallecieron en siglos remo-
tos y apartados, sino que es un medio asimismo ile presentar materiales para en-
riquecer nuestra lengua. Los idiomas, pobres en su pripcipio, crecen conio los rios
con los caudales que se les agregan. Los romanos, que sojuzgaron la Italia y que
trasladaron al recinto de su ciudad pueblos enteros, adoptaron también parte de
las palabras de que usaban aquellos. Podria citarse la voz Quirites, tomada de los
sabinos, y aun se podria hacer patente que fueron á enri ¡uecerse fuera del Lacio
con los despojos de otras naciones, acogiendo una palabra española para significar
el escudo. ¿Los franceses no han tomado también de nosotros la palabra número,
para evitar las equivocaciones que produciría la ambigua aplicación de nombre?
Estas adopciones, frecuentes en todos los idiomas , comprueban lo conveniente que
es recoger dentro de una misma nación las palabras que se usan en las provincias.
Un gran provecho resultará á los magistrados para entcniler las declaraciones de
los testigos, para penetrar la fuerza de los contratos y ordenaciones redactadas en
este lenguaje; pero también se originará otro beneficio, y es que muchas de estas
voces, desechadas ahora con hastio como bárbaras, pueden ser admitidas algún
dia en el Diccionario de la lengua , después de haber observado que escritores
profundos y cultos no reparan en valerse de ellas para expresar ciertas ideas que
antes las significaban con rodeos y circunlotjnios. ¿Por qué no habla de adoptarse
en un código rural la Agüera, Alfarda, Aguacibera y otras? ¿ Será mas castellano
— 168 —
Di mas propio decir acequia de aguas pluviales , pago de agnas ó contribución de
estas , que Alfarda^ Lo único , pues, que puede oponerse contra las palabras que
contiene el catálogo (jue presento, es que no se bailan, ó muy pocas, en el Dic-
cionario de la Academia. Pero ¿acaso esta omisión ó callñcacion de proviociale's
puede ser un anatema invencible ni un justo titulo de proscripción?
uLa Academia no puede ejercer una autoridad tan ilimitada, ni los castellanos
pueden dar la ley basta tal punto á los aragoneses. Quieren ser los jónicos de la
lengua castellana; pues nosotros seremos los áticos ó los dóricos, y con cualquier
titulo tan castizos y tan buenos como ellos. Los andaluces alegarán el mismo de-
recho, que es el uso de su país . derecho muy legitimo, como que no tienen otro
los castellanos, y podrán también formar su Diccionario.
»Es una paradoja gálica, porque los franceses son los que lo han inventado
para consolarse de la pobreza de su lengua , y un engaño decir que la riqueza de
una lengua no consiste en la abundancia de voces , sino en la diversa significación
que tienen, en la variedad y diferencia de ideas que unas mismas representan.
No sé cómo los que asi sienten, puedan entender la riqueza de los Idiomas. Y lo
peor es que al fin han llegado á hacer su opinión de moda, porque es corriente
entre nuestros filólogos. Siempre el prólogo de Huerta á sus Sinónimos me ha pa-
recido obra de un filólogo educado fuera de su patria , en esa nación donde es muy
usado ese estilo, porque así cree que conviene á su estimación y al desprecio de
las cosas en que otros llevan alguna ventaja. Vaya aparte la cuestión si hay ó no
verdaderos sinónimos , que ya solo puede ponerse á ventilarla el que nunca haya
examinado en dos voces que lo parecen, las ideas ya simples, ya compuestas
que encierran. Pero con lodo, no puedo menos de advertir que siempre es argu-
mento en favor de la opinión contraria á la del Sr. Huerta y de los franceses. Aun
en las anticuadas se hallarán ideas que faltan á las que el uso les ha sustituido,
aun en las simples conjunciones. ¿Quién dirá que por tanto, asi que , son absolu-
tamente lo mismo que por ende? Séanlo dende y desde, porque la diferencia no está
en la voz, sino en las letras de una misma ; pero si aquella es diferente , apenas se
hallará una en que las ideas no lo sean. Doy , sin embargo, que haya una absoluta
idenlídad : ¿nada es la variedad , la armonía, la facilidad de asonantes y conso-
nantes por las diferentes terminaciones? Dejemos, pues, esas paradojas, esos
errores, esas arles á los franceses; llamen ellos claridad á la mezquindad , exac-
titud á la ruindad y monolonía de su sintaxis ; y formando la opinión por nosotros
mismos y por nuestras cosas nacionales , atrevámonos á estimar nuestra rique-
za, y la abundancia , variedad y la generosidad de la mas hermosa lengua de
Europa.
»No se trata en este Diccionario de las voces particulares de un dialecto, por-
que este nombre no se puede dar sino á una lengua distinta de otra en algo en la
sintaxis, ó por lo menos de la declinación de los nombres y conjugación de los
verbos, y semejante á la misma en lo general de ella. Sería dialecto del español
la lengua que hablan nuestros aragoneses del Somontano, porque sin dejar de ser
española tiene diferencias bastante considerables en lo esencial de todo idioma.
Allí dicen , ó 7nulo , os mulos , por el mulo , los mulos ; tú yes , él yé , por íú eres , él
es; vinon, tuvon, se fuen, por vinieron, tuvieron, se fueron; á yo, por á mi; su-
biba, tencba, por subía, tenia; gosa ser , gosa tener, por debe de ser, debe de tener;
bel tunante que la quie engañar , por ahjun tunante que la quiere engañar ; bella mu-
ller d'a galera , por alguna mujer de la galera Esto es un verdadero dialecto de la
— 169 —
común lengua española; pero no lo es la que se habla en Zaragoza ni en parle al-
guna de Aragón (fuera de esa ) , porque es absolutamenle la misma de Castilla. Una
que otra voz ni muchas no hacen diferencia de idioma.
)> Muchas de estas son tomadas del lemosin ó catalán, por la proximidad á Ca-
taluña y la antiquísima unión de eslas dos naciones. Pero no por eso se cre^i que
en Aragón se habló el catalán en algún tiempo , como dice sin ningún fundamento
el marqués de Mondejar, que quiere atribuir al rey Fernando [ la introducción de
la lengua castellana. Poco habia leido de nuestros antiguos escritores, y poco sa-
bia de nuestras cosas. El rey Fernando vino á principios del siglo XV, y ya mu-
cho antes hablábamos la misma lengua que ahora , si bien usábamos algunas vo-
ces que poco á poco se fueron dejando, como también ha sucedido en Castilla.
En 1383 decia D. Juan 1 , escribiendo á los jurados de Zaragoza : Ornes buenos , bien
creemos que habedes sopido , como en el principado de Cataluña no hay aquella abun-
dancia de pan que seria menester. Pregunto: ¿cómo se diria esto en Castilla en
aquel tiempo? ¿Era otra lengua , ó estaba mas adelantada la que entonces habla-
ban los castellanos? Sin embargo, aun lardó mas de veinte años á venir el rey
Fernando del Marqués de Mondejar.
«Que en Aragón resultase del latín , del arábigo y del gótico una lengua tan pa-
recida , ó la misma que resuUóen Castilla, no debe admirar, porque con los mis-
mos elementos en el idioma, la misma pronunciación , las mismas costumbres, las
mismas causas políticas y religiosas, el mismo cielo, el mismo carácter y una co-
municación y mezcla tan continua entre ambas naciones , fuera imposible suce-
derolra cosa. No asi en Cataluña , donde la corrupción del latín vino de la Pro-
venza con los primeros reconquistadores. Con que ni los castellanos introdujeron
aqui su lengua, ni es diferente la nuestra de la de ellos: es uno mismo y solo
idioma.
))No todas las voces qne usamos nosotros y son extrañas en Castilla pertenecen
al lemosin, aunque hay algunas que tienen este origen. Unas son latinas, otras
derivadas de raices españolas, otras arábigas, lo que demostraría su etimología si
se examinase. Pero para prueba véase en estas: Concieto (apetito fuerte y espe-
cial de comer ó beber alguna cosa determinada ) viene de conceptas ( deseo conce-
bido) , que es muy latino. Porgar (acribar, aechar) de purgare (limpiar). Pinocha
de pinna ó pinus , por la figura. Trasmudar de transmutare. Remondar de munda-
re (limpiar). Becantillo de canío (extremo) y re, que tiene fuerza de. íraíiujodo,
rrpetido, redoblado, porque asi se hace una buena barda. Ucs^ue (liga ) de t)is-
cus. Bolinflado de boto (cuero) é indar. Basta de elimologias. Las voces arábigas
son harto conocidas, y no es menester citarlas. En fin, tenemos también algunas
grieaas , como entre otras : aturar , que es parar en un sitio por estar entretenido
ó cebado en alguna distracción ó juego. Caloyo, recental , cabrilillo.
»E1 desprecio ó nota infamatoria con que los castellanos desechan algunas vo-
ces nuestras es una injusticia y una presunción exorbitanle ; y esto se funda en
que los castellanos tienen un Diccionario de su idioma, en el cual se han visto
obligados á dar lugar á algunas voces extrañas á su provincia , como lo son muchas
de las suyas para nosotros. La disputa , pues , debe ser si un escritor aragonés pue-
de usar las voces que asi usamos propias de nuestra provincia , que usaron ya , ó
no nsaron , nuestros escritores de otros siglos.
n Que los castellanos se rian , solo prueba que les sorprende un lenguaje á que
no está acostumbrado su oido. Porque ¿en qué se funda la autoridad de las jen-
— 170 —
guns? La contestación no la ciarán sin que podamos sacar ventajas. Asi también
un ateniense se burlaba de unas sicilianas porque dorizaban, y con lodo, nunca
aquellos en su dialecto supieron componer cosas tan amables y preciosas y en es-
tilo tan dulce.
» No podemos los aragoneses oponer á los castellanos un poeta que haya usado
nuestras voces provinciales, igual á un Garcilaso. Pero sin esta circunslancia,
aunque algunas quizá se les enconlrarian, perrailaseme citar á los Argensolas, los
cuales no aprendieron su lengua en Castilla , en Toledo, Valladolid ó Alcalá de He-
nares, sino en Aragón, en Barbastro, Huesca y Zaragoza. Y dijo de estos Lope de
Vega , que liabian ido de Aragón á Castilla á enseñar la lengua á los castellanos. En
efecto , asi estos dos escritores célebres , como otros de menos nombre, hablaron
la lengua española tan bien como los mas cultos toledanos del siglo XVI. Que si
Cervantes reprende, no sé qué dialeclismo, en el autor iordesillesco , ya se sabe
que habló en odio de los Argensolas , y con tan mala prueba , no obstante , que ni
Tordesillas es pueblo de Aragón, ni se conoció acá ningún Avellaneda.
» No diré yo que los antiguos escritores aragoneses no se pueden conocer
por el estilo, y aun los modernos ; pero será como se distinguen los toledanos de
los sevillanos de aquel siglo, y unos y otros de los que se criaron en Castilla la
Vieja. Notaráse lo mas un cierto carácter, una Índole, que consistirá precisa
y únicamente en mas ó menos naturalidad , candor, popularidad , ingenuidad ; en
mayor ó menor concisión , gracia , energía ó suavidad. Pero lodos hablan la mis-
ma lengua , y fuera de una que otra voz , ó frase , tan la misma , que solo un filólo-
go consumado podrá conocer por el estilo dónde aprendió á hablar y cultivó la len-
gua el escritor que se examina. ¡Ojalá todos ellos hubieran lomado mas de la ín-
dole de sus respectivas provincias, mas de su diccionario particular, de sus cos-
tumbres y leyes! Así tendríamos una lengua mas abundante y varia, como
hicieron y lograron los italianos , y como sobre todos hicieron y lograron los grie-
gos; pues no se deben á otra causa sus varios, hermosísimos y encantadores dia-
lectos. Si yo hubiese nacido en Somojitano , ó hablase con perfección aquel dialecto,
puede ser que me probase á componer en él algunas églogas , que respecto de la
común lengua española presentarían el rústico pero suavísimo dialecto dórico de
Bion y Teócrito en la griega.
» Advierto que no todas las voces de este Diccionario son igualmente cultas: hay
algunas bajas, otras son familiares , otras burlescas, otras jocosas; pero este jui-
cio se deja á la educación , gusto y oído del que conoce la lengua.
1) Decimos , pues , respondiendo á la pregunta de arriba , que con la debida elec-
ción, y según la naturaleza de la obra que se escribe, se pueden usar estas voces
en escritos para el público , y por supuesto en instrumentos de notarios , en la con-
versación y trato familiar, sin ningún escrúpulo, como las mas puras castellanas
ó de la común lengua española. ¿Qué poeta reparará en una égloga en usar de la
voz ternasco (cabritillo destinado para regalo de la mesa), tan legitima por su eti-
mología (tierno) y tan castiza por el sonido? ¿Qué poeta, describiendo el campo,
no usará la suave y hermosa voz Ababol , por la especie de amapolas que se crian
en las mieses en primavera, y que en lemosin se llaman mellas, ruillas, por su
color rojo? Pues no menos hermosas que esta hay muchas en este Diccionario.
Otras son expresivas de un modo particular; otras graciosas; otras sonoras; y aun-
que todas tuvieran suí; equivalentes en castellano, y equivalentes rigurosos,
¿quién se privará de esta riqueza y variedad, sobre todo en poesía, por un res-
— 171 —
pelo casi idólatra á la Academia de Madrid? Si en vez de ir Fernando el Católico á
Castilla hubiese venido la reina Isabel á Aragón , y fuera Zaragoza la corle de Espa-
ña, aquí se hubiese formado el Diccionario de la Lengua, y contendría nuestras
voces como primeras, y las provinciales de Castilla como segundas.
M Prevengo que los zaragozanos hallarán aquí algunas voces que ellos no usan,
y quizá echarán menos una que otra de las mas usadas en esta capital ; pero aque-
llo deben atribuirlo á la generalidad del Diccionario , y esto á un cuidado muy es-
pecial que hemos puesto en el discernimiento de las mismas voces. Las hay en to-
das las lenguas que por su rustiquez , inutilidad ó corrupción no deben estar en
ningún Diccionario.»
Terminado nuestro propósito de manifestar lo que los autores que nos favore-
cieron con sus composiciones poéticas en los dialectos que se hablan en nuestras
provincias opinan sobre ellos, y de haber dicho alguna cosa de nuestra propia co-
secha sobre este particular , consideramos concluido nuestro trabajo en esta parle
de nuestro discurso , puesto que seria estendernos mas de lo que podemos y debe-
mos, en el reducido circulo á que nos vemos limitados, el ir marcando la multi-
tud de diferencias del lenguaje local de nuestras provincias; diferencias que de-
bidas á circunstancias especiales, fijas unas y transitorias otras, no conslituyen
un cuerpo á que pueda darse el nombre de subdialeclo derivado del dialecto
provincial, y cuando mas pueden aspirar á la clase de gergas las de mayor número
de voces y mas organizadas, y de aditamentos incoherentes al lenguaje general
del dialecto las demás.
Dejando sentado que siempre entre dos provincias que tienen diverso dialecto,
asi como entre dos naciones que difieren de idioma , los pueblos fronterizos tie-
nen un lenguaje provinciano formado de voces de ambas partes , con lo cual cons-
tituyen un subdialeclo ó gerga fraternal que predispone y acerca á la inteligencia
de los lenguajes de que se deriva , no podrá por menos de tenerse por muy natural
el que entre los catalanes y aragoneses, por ejemplo , exisla una especie de ger-
ga peculiar de sus pueblos fronterizos ; gerga que constituye la especie de patois
d e nuestros pueblos del Pirineo , de nuestras cercanías de Gibraltar , en que se in-
troducen no pocas voces inglesas en el lenguaje, de los que ocupan los litorales de
Portugal , y en fin de nuestras posesiones de África , en cuyo lenguaje se notan no
pocas voces berberiscas.
El idioma castellano, mas que el lenguaje español, como quiere considerárse-
le ya hoy , es la lengua oficial del Estado y de los estudiosos; pero no puede lla-
mársele con razón la lengua nacional en toda la acepción que esta voz indica , por-
que para que fuese así , debiera hablarse el castellano por toda la nación sin es-
cepcion de provincias ni de clases , ó al menos estar reducidos los dialectos á menor
número y á porciones mas pequeñas de territorio. Se nos dirá que ya no hay par-
le alguna en España en donde no se entienda el castellano , que es la única lengua
que se enseña en las escuelas públicas ; pero esto solo podrá probar, que los pro-
vincianos de nuestra España saben dos lenguajes, á saber: el idioma oficial de la
nación que les ha sido impuesto, y el lenguaje del país que les viene de naturale-
za ; y por cierto que en esto nos llevan mucha ventaja á los castellanos, que solo
hablamos el nuestro, ignorando de todo punto, en la generalidad, el lenguaje de
nuestros propios compatriotas: falla tanto mas punible, cuanto que al paso que
descuidamos el modo de entender á nuestros hermanos, ponemos un gran conato
en aprender lenguas extranjeras, que algunas de ellas nos son por lo general casi
— 172 —
inútiles en el uso coniiin. Ya liemos insinuado antes lo útil que seria el que se es-
luilinsen por principios nuestros dialectos al propio tiempo que la lengaa oficial , y
ahora añadiremos que no estaría de mas la creacfon de academias dialécticas en
squellas provincias que le tienen en lal extensión y de tal estructura , que pueden
considerarse idiomas formados completamente , en cuyos cuerpos literarios se dis-
cutiesen , purgasen y aclarasen , escribiéndose al efecto Diccionarios y gramáti-
cas, teniendo en cuenta las que ya existen, para mantener su pureza y conseguir
su conservación. ¿Y seria despropósito, ya que esto no pareciese fácil y asequi-
ble, como nosotros lo creemos, que en las universidades principales se estable-
ciese una cátedra de dialectos españoles? Antes lo tendríamos por muy natural y
razonable, pues que esto, lejos de ofender al lenguaje oficial, le bonraria mucho
y le auxiliaría poderosamente: tampoco nos parece que la Real Academia de la
Lengua debiera esquivar una sección que se ocupase de los dialectos, que pudie-
se un día darnos un Diccionario verdaderamente español, porque constasen en él
todas las voces usadas por los españoles todos , y no solo de las castellanas como
boy, en que no puede darse con toda verdad el nombre de Español á su
Diccionario.
La ILspaña de hoy, sí bien tiene, como hemos dicho , un lenguaje general ofi-
cial, divide el familiar y verdaderamente nacional en tantos dialectos como se
usan en sus provincias, y asi es que el pueblo de las provincias del Principado de
Cataluña , Barcelona , Tarragona , Lérida y Gerona ; las de Valencia y Alicante , y
las Islas Baleares, hablan el lemosin en los tres dialectos expresados, con las va-
riaciones además que hemos indicado en los litorales, serranías y marinas. El
Aragón habla el castellano en lo general, con aquellas excepciones, y el dialecto
somontano. Las provincias vascas de Álava, Guipúzcoa, Vizcaya y Navarra ape-
nas hablan el castellano , ni aun en sus documentos oficiales , como no se dirijan al
gobierno central, sino sus dialectos salidos de la antigua lengua ouskera que les
es originaria. Las Asturias hacen uso en todo el Principado de su dialecto especial
ó lengua bable; las provincias del antiguo reino de Galicia tienen su lenguaje par-
ticular, que viene á ser el portugués, modificado en el sentido que llevamos
dicho. Las provincias de Andalucía y una parte de las de Extremadura hacen uso
del castellano asociado á los residuos quedados de la lengua árabe, y mezclado
con no pocas voces de la gerga gitanesca ó del caló , que abrigan en su territorio; y
en fin las provincias del antiguo reino de Castilla la Vieja , Burgos, Yalladolid , etc.,
conservan en bastante pureza la antigua parla castellana, y su lenguaje, usado
por nosotros, se califica de arcaico é impropio de nuestra moderna cultura. Por
este ligero bosquejo vemos que la lengua castellana, llamada española oficialmen-
te, solo se habla por la generalidad del pueblo en Madrid, y cuando mas en las
provincias que comprende Castilla la Nueva ; y para esto en los pueblos limítro-
fes de provincias de dialecto , se toma ya parle del vecino, y en muchos otros hay
además locuciones y modismos de uso, que corrompen el idioma hablado por gen-
tes incultas ó que no han recibido lecciones gramaticales de escuela alguna.
La pronunciación es según el organismo natural de cada provincia, y así es
que en muchos pueblos se usa de la acentuación grave al paso que en oirás es agu-
da; y abreviándose en unas las silabas finales, en otras se prolongan demasiado,
formando un sonido que no pocas veces desfieura una voz bien conocida hasta el
punto de no comprenderse. Al paso que las gentes del pueblo de una provincia re-
calcan las palabras , pronunciando distintamente todas las letras, hay otras que su-
— 17Ó —
primen algunas de las últimas y abrevian la voz , cosa muy común , aun en Madrid,
en nuestro pueblo, que dice cuidao por cuidado, etc., y otros que mudan las le-
tras , como gayo por gallo , estauta por estatua , espital por hospital , etc. ; y si bien
estos son solecismos de gente inculta, no por eso dejan de inferir un carácter en
el lenguaje por la generalidad y frecuencia con que se usan; lo propio que suce-
de con el dejo ó sonsonete, por el que fácilmente se conoce, hablando el castella-
no, á un aragonés, á un valenciano, á un asturiano; y aun se distinguen algunos
pueblos de un mismo partido entre si , porque imprime un cierto carácter especial
á su lenguaje.
Entre los dialectos españoles puede considerarse (es nuestra opinión) por el mas
plañidor, dulce y cariñoso, el gallego , que en esto puede competir con el italiano,
si no le supera ; por el mas gracioso , decidor y poético al andaluz , cuyos prosélitos
dan también carácter á su lenguaje por la fecunda exageración de sus ideas, vo-
lubilidad y extrañas comparaciones ; por el mas natural y grave al castellano vie-
jo, que es al propio tiempo el mas conciso y de mayor sencillez y sentencioso; por
el mas franco y resuello al aragonés , en el que se expresan consejos que le dan
tono y br¡o,á pesar de la aspereza de su acento y de su bronca pronunciación, que
conviene á su proverbial tenacidad, de la cual no participan poco los navarros y
catalanes: estos caracterizan el- suyo también por una gravedad y dicción cortada
que se aviene bien á su carácter calculista y emprendedor , y el mas robusto y so-
noro á la par que pobre; si bien pudiera concederse en alguna de estas cualidades
también á los gallegos, conviene mas á los asturianos, porque aquellos participan,
y no poco, de la hinchazón portuguesa, hinchazón que no deja de verse en el
lenguaje asturiano muchas veces, á pesar de que le concedamos haber sido un po-
deroso agente para la formación de la antigua parla de Castilla , como se veria si
se estudiasen mas las etimologías de nuestra lengua; siendo el lenguaje mas enér-
gico y el dialecto mas perfecto y antiguo, ó verdadera lengua, el vascongado; y
el que participa mas de todos , formando un conjunto (jue viene á abarcarles mas
ó menos , asi como es el mas culto el castellano , que es dulce , rico en voces , gra-
cioso, enérgico, franco, armonioso y grave á la vez, y que no tiene nada de la
aspereza de los dialectos que hemos mencionado. Por lo que acabamos de decir
se concebirá , que una nación que tiene dividido su lenguaje en dialectos tan diver-
sos y tan marcados, y con una acentuación y dejo ó sonsonete tan característico
que no se pierde fácilmente al pasar de un dialecto á otro ú á la lengua oficial,
por mas bien que se aprenda y consiga hablarse por algunos provincianos, nece-
sita que se estudie mas filosóficamente que hoy se hace la lengua en todas sus di-
ferentes fases nacionales, y que sin despreciar ninguna, porque en todas hay be-
llezas, se vaya formando un idioma verdaderamente español, que sea admitido,
sin repugnancia , por todas las clases desde la mas alta á la mas ínfima ; solo de
esta suerte se conseguiría una verdadera lengua nacional , y evitándose la anarquía
lingüística en que nos encontramos hoy, lodos los españoles hablarían de igual
modo y llegarla á formarse una nacionalidad homogénea de que carecemos, que
tanta falta nos hace, y que ya reclama la ilustración del siglo. Si en estas obser-
vaciones, que buenas ó malas son propias nuestras, y constituyen nuestra opi-
nión, nos hemos equivocado, nos alegraremos de que se nos convenza , porque
deseamos el acierto.
— 17i
PARTE CUARTA.
AlTOniDADES DE KIESTRA LENGUA OFICIAL O IDIOMA CASTELLANO.
Varaos á dar una rapidisiraa ojeada sobre la lileralara greco-romana y la nues-
tra , á ñn de poder citar las autoridades mas principales que perfeccionaron nues-
tra lengua oñcial , y en las que apoyó desde un principio nuestra Real Academia de
la Lengua su doctrina, y las voces de que formó su Diccionario, puesto que al
hablar de nuestros dialectos lo hicimos de sus autoridades mas respetables.
En el tomo II de nuestro Compenuio elemental de Arqueología, que publica-
mos en tres volúmenes en octavo, en Madrid, el año de 1844, dedicamos la Sec-
ción IV á la Arqueología de ¡a Uteralura, y en ella traíamos, bastante eslensa-
mente , de la literatura griega en su origen, progreso, perfección, decadencia y
ruina, y lo propio hicimos de la romana, dando también una ligera idea de la de
los demás pueblos antiguos; pero no tocando sino muy ligeramente la edad me-
dia , no comprendimos de modo alguno la de los tiempos modernos, porque no
correspondía ya al plan que alli nos trazamos. En la Sección V dimos una noticia
razonada de los autores clásicos, griegos y romanos, y de los filósofos, gramáti-
cos y demás escritores de estos célebres pueblos, que fneron las luminosas antor-
chas que despejaron las tinieblas de la anligüediid , en lo que puede alcanzar el li-
mitado talento humano, y que ilustraron al mundo para que alcanzase la civiliza-
ción é instrucción á que llegaron aquellos, y en que nos hallamos nosotros en las
ciencias, letras y artes que ellos conocieron y enseñaron. Si no hubiéramos ya
hecho este trabajo , al que remitimos al curioso , no para que nos considere por
nuestra doctrina , sino para que en vista de las fuentes en que recogimos el cau-
dal que alli esponemos á su codicia, acuda á sus manantiales á enriquecerse de
erudición y de buenas máximas y noticias sobre el pasado para que aprenda á
conocerle y le comprenda en lo posible; si alli no lo hubiéramos hecho, repeli-
mos, cerraríamos esta parle de nuestro discurso con aquellas noticias tan propias
para la mayor ilustración del objeto de que nos hemos ocupado. Dispensados de
tal trabajo , vamos á exponer algunas ligerisimas reflexiones sobre nuestros bue-
nos escritores, que han sido los que mas han contribuido á fijar y embellecer
nuestro idioma castellano.
Nuestra literatura antigua es, por mas que no falte quien pretenda lo contra-
— 175 —
rio , hija de la lileratura greco-romana ; eslo si no hemos de acudir mas que á los
tiempos de los que podemos presentar documentos irreprochables por verídicos,
como se debe en buena conciencia, y no remontarnos al mundo congetural y fa-
buloso, pues que en tal caso tendríamos que elevarnos lanío, que faltándonos el
aire de la verdad, caeríamos para pulverizarnos contra las rocas de la mentira,
porque tendríamos que admitir como histórica la prodigiosa antigüedad de la lite-
ratura de los lurdelanos , que puede competir con la que los chinos pretenden ten-
ga la suya : ya nos hicimos cargo de la parte fabulosa y congetural en nuestro dis-
curso sobre la poesía, en la Cobona poético-musicai de Azara, y allí esplana-
mos nuestras ideas y las opiniones mas en voga sobre orígenes envueltos en ti-
nieblas, que no es posible despejar.
La Grecia , madre de la literatura romana y de los caracteres que pintan el pen-
samiento , que después tomamos nosotros de los romanos , logró reunir casi cuanto
era necesario para acelerar el progreso de las ciencias y de las artes. Contribuyó
principalmente á esto la protección que su gobierno prestó al genio; su gran co-
mercio con iodos los pueblos, que valió á los griegos enriquecerse con las propie-
dades intelectuales de todos los países, y , sobre todo, la consideración y brillan-
tes recompensas que se daban al mérito y al talento en toda clase de conocimien-
tos, porque su gobierno se propuso el cngrandecimienlo y gloria de la Patria , á
cuyo loable fin lo encaminaba lodo. Con tan bellas disposiciones , con régimen po-
litico tan bonancible , no es de estrañar de que sobresaliesen los griegos en las
ciencias y en las letras hasta el punto de llegar á ser los maestros del mundo , que
les admiró y corrió á beber de las claras fuentes de su doctrina.
Cuna la firecia de la verdadera poesía que , dedicada á ensalzar á sus dioses y á
cantar las glorias de la patria y las proezas de los héroes, se hacía oir, hasta en las
mas pequeñas aldeas , por los poetas que recorrían el país acompañando sus heroi-
cos cantos con la lira , esla benéfica civilizadora de las costumbres, por bárbaras
que sean , no podía menos, al dulcificar estas, de crear un lenguaje culto y armo-
nioso , el cual afianzaron con sus cantares y sublimes poemas el inmortal Homero,
el sublime Orfeo , y los célebres Museo de Atenas , Hesiodo , Tírteo , Anacreonte,
Safo , Pindaro , Sófocles, Eurípides , Menandro , Apolonio , y tantos otros que , con
los románticos poetas eróticos mas modernos, ensalzaron la lengua, la poesía y
hasta la escritura griega á su mayor altura. Los célebres orodores Demóslenes,
Isócrates , Licurgo de Atenas , Dion , Crisóstomo ; el epistolario Anacarsis el Escita,
los ^/liso/bs, y en especial los tenidos por los siete sabios de la Grecia, Solón,
Cliilon, Periandro, Piltacus, liías, Cleobulo y Tales; los milhóyrafos , Apolodoro,
Saluslio de Atenas y otros; y los historiadores famosos, Herodoto , Tucidides , Ge-
nofonle, Diodoro de Sicilia, Dionisio de Alícarnaso, Plutarco, Apiano y oíros, pu-
sieron las lelras y la lengua griega en el estado de consideración en que la tuvie-
ron los pueblos antiguos y modernos; pero los que fijaron las reglas del lenguaje
y enseñaron el arte gramatical que establecieron en sólidas bases, sobre las que
han ido basándose hasta nosotros todos los sistemas gramaticales, fueron los gra-
máticos y retóricos griegos, entre los que debemos contar por los principales
como retóricos áEmpedoclo, Gorax, lisias, Pericles, Esopo, Gorgias, Aristóteles,
Hermógenes, Ateneo, Suidas, etc., y como gramáticos á los escoliastas Austaquio,
Sófocles, Esquilo, Teócrilo, ele.
Terminadas las guerras á que diera lugar su establecimiento y conquistas, los
romanos , llegando al poder y á la abundancia , se vieron precisados á abandonar
— 170 —
sus instintos gnerreros , y Á familiarizarse con las bellas artes; y luego que esta-
blecieron un comercio literario con la Grecia y liuslaron de las ideas y obras
maestras de esta nación , empezaron también ú tratar las ciencias, á cultivar y
formar su lengua , á imitar con éxito á ios mejores escritores griegos, y, en fin,
á producir por si mismos obras de poesía, elocuencia, liisloria y lilosofia, cuyos
maestros pueden considerarse , lo propio que á los griegos ya citados, las lumbre-
ras de la ilustración del mundo antiguo y moderno, que radiaron su mas brillan-
te luz en el siglo de Augusto, época de la mayor elevación de la lengua y litera-
tura romana, bases muy principales de la española.
Habiendo sido el periodo mas feliz de la poesía romana el primer siglo del
imperio de los Césares, este fué también el mas sublime de la lengua de este
pueblo, la que cantaron con elegancia Publío Virgilio, Horacio Fiacco, Ovidio,
Fedro; los españoles Lucio Aenoo Séneca y Lucano, naturales de Córdoba ; Silio
Ilálico, de Itálica ; Marco Valerio Marcial, de Bilbao; y Aurelio Prudencio, apelli-
dado Clemente, poeta cristiano del siglo IV, etc.
Engrandecieron la lengua romana los célebres oradores y epislolúgrafos: Marco
Tulio Cicerón, E. Plinio el Joven, y el español M. Fabío Quintilíano, natural de
Calaliorra ; el mismo Séneca , Aurelio Símmaco, Sidonio Apolinar, etc. Hija de
la filosofía griega la romana , aunque en este país no llegó á formar una profesión
particular , los magnates bicieroii de ella su estudio favorito, y asi es que contri-
buyó, y no poco, á la afinación y estudio de la lengua, á la que como filósofos
ayudaron mucbo Cicerón y Séneca ya citados, Plinio el antiguo, L. Apuleyo, y
otros, no yéndoles en zaga los geógrafos Solíno y el español Pomponío Mela, que
se distinguió en el siglo I , y los economistas M. Porcio Catón , T. Varron , el Gra-
mático, y sobre lodo el célebre español J. M. Columella, autor de doce libros de
economía rural. Los hisloriadures contribuyeron taiiibicn, no poco, al engrande-
cimiento de la lengua romana, y en especial el célebre Julio César, Saluslío Cris-
po , Cornelío Nepote, Tito Livío, Patérculo, Cornelio Tácito, O- Curcio, el español
Floro , C. Suelonío, Esparliano, Pollion, etc. : empero los que fijaron las reglas
del lenguaje, teniendo en cuenta los adelantos y la autoridad de muclios de los
autores antes citados, fueron los ijramúlicos y reíoricos, lo propio que en Grecia.
Luego que los romanos saciaron su sed de conquistas, se introdujo el estudio de
la lengua, pues que entre el gran número de sabios que se enlresaron exclusi-
vamente á la cultura de la lengua griega, una porción de patricios romanos se
ocuparon muy particularmente de la lengua de su nación, enseñando á los jóve-
nes la propiedad y el buen estilo. Alteradas las letras entre los romanos, los gra-
máticos buscaron los medios de conservar el gusto délos buenos escritores, y
en particular de los poetas y de los oradores, de quienes explicaban las bellezas,
examinando ya de viva voz, ya por escrito, las bellezas del estilo en todo lo que
no pertenecía á las oraciones: los gramálicas y retóricos fueron muy considerados
por esta razón , y se les tuvo por los conservadores de la pureza del lenguaje, y
entre ellos se distinguieron: Terencio Varron, M. T. Cicerón ya citado, el español
cordobés Marco Séneca, padre de L. A. Séneca , el poeta y filósofo Quintilíano
ya citado, Aulo Gclio , Censorino, Fausto, Diomedes, Aelío Donato, naaestro de
S. Gerónimo, etc.
En esta ligerísima reseña, que podrá considerarse una rapidísima ojeada sobre
la literatura griega y romana, cimiento y base de sus lenguas y de nuestra lite-
ratura, se babrá reparado que en todas las secciones mencionadas de los escrito-
— 177 —
res que mas conlribuyeron entre los roñamos á formar y emiciuecer su lenguü y
á elevar y embellecer las letras y las ciencias que conocieion , brilló un español
tan en primera linea, que en algunas materias fueron los principes, los maestros
mas sublimes, de suerte que podemos gloriarnos con justicia , de babor tenido
muclia y muy principal parle , si no en la formación , al menos en la elevación de la
lengua latina y en su literatura, madre que adoptamos para la nuestra después,
honor de que no pueden blasonar otros pueblos con tanta justicia.
La dominación de los romanos, como bemos dicbo, aclimató en España la len-
gua latina , y este era el lenguaje dominante á la llegada de los godos, no obstan-
te de que nucstias provincias vascas hablasen la lengua euskera; y á la venida
de los árabes el latin, si bien ya adulterado, era la lengua mas usada ó por mejor
decir la oficial de España , á lo que no contribuyeron poco los obispos , autoridades
las mas poderosas en el gobierno de los godos. Yerilicada la conquista por los
árabes , los españoles que se sustrajeron de su dominación en Asturias , como ya
digimos, conservaron la lengua latina que no tardaron en acabar de corromper;
lo propio que sucedió á los pueblos que se sujetaron á los árabes , los cuales entre
el árabe , el godo y el latin , formaron la lengua romancesca vulgar , ó sea nuestra
lengua castellana, en la que á pesar de la formación de otros varios dialectos que
aun se hablan, se conservó más que en ninguna otra de Europa, si exceptuamos
la italiana, el carácter de la latina en todas las excelencias de esta.
Si bien la literatura española durante la dominación romana fué la de este
pueblo rey, en la que lucieron nuestros antepasados en primera linea , luego
que se formó el lenguaje vulgar ó romance nació la literatura que le pertenece,
rica en imágenes y metáforas, y de bellas descripciones, particularmente en la
poesía , que adquirió ese susto oriental que tomó de los árabes, y de lo cual ya
tratamos en nuestro discurso sobre la poesia en la Corona poclico-musical ya
citada. A pesar de que no queremos reproducir lo ya expresado, no podemos me-
nos de presentar los poemas del Cid y de Fernán González , de quien descendemos,
escritos entre el siglo XII y XIII , como los (irimeros pasos de nuestra literatura,
que tomó grandes proporciones á la par que la lengua se fué perfeccionando, en
los tiempos de S. Fernando y de su hijo Alfonso el Sabio, de los que hemos ha-
blado en su lugar. Dejando á parte los poetas, porque ya hemos hecho men-
ción de ellos, recordaremos solo que conliibuyeron ala formación unos, y á
la perfección de nuestro lenguaje castellano otros : hasta el siglo XVI se dis-
tinguieron principalmente en esto, el religioso Berceo , el mismo Alfonso el
Sabio en sus cantigas, el infante D. Juan Manuel, Ayala , Mena , Jorge Manrique
y los marqueses de Villena y de Sanlillana. En el XVI, XVII y XVIII, el Boscan,
Castillejo, Garcilaso de la Vega especialmente, Ercilla, la Torre, Herrera, Rio-
ja , los Argensolas, Balbuena , Jauregui, Lope de Vega , Góngora , el artificioso
Quevedo, Soto, Celina, Amescua , Esquiladle. Gradan el exagerado, Fr. Luis
de León , S. Juan de la Cruz , el P. Sigüenza , S.inta Teresa de Jesús y el P. Malón;
en el siglo XVIII, Moratin, Cadalso, Huerta. Iriarte. Samaniego. Melendez Val-
dés . Joveilanos, y Cienfuegos. A estos podemos aumentar los poetas dramáticos,
entre los que podríamos citar algunos de los Úricos que acabamos de mencionar,
siendo los que mas ayudaron á la lengua y los que mas la enaltecieron progresiva-
mente Juan de la Encina en el siglo XV, en el XVI Fernán Pérez de Oliva, el
P. Bermudez, Argensola , Virués, Naharro, Lope de Rueda. Avendaño, Timone-
da. Cueva , y sobre todo el fecundísimo é iacomparable genio draniático Lope de
23
— 17« —
Vega Carpió. Larga larea sería citar la mullilud de poetas dramáticos del siglo XVII
en nuestra patria, cuna y madre, por decirlo asi, del teatro raoderao de toda la
Europa; pero habiéndolo ya hecho en la citada Corona poélica, solo haremos
mención, como autoridades de lenguaje, que á la mayor parte de aquellos pueden
considerarse tales, á Mira de Amescua, Castro, Montalban, Tirso de Molina, Mo-
reto, Alarcon, el culterano Rojas, el lamoso Calderón de la Barca, y Solis. SI
se exceptúa á Moralin el padre , á Luyando y algún otro , pocos poetas dramáticos
del siglo XVIII embellecieron nuestra lengua, pues que afrancesándose en imi-
tación, después de un extravagante culteranismo, el galicismo bastante pronun-
ciado sustituyó á la pureza del lenguaje.
Dice un autor, y asi aparece de los libros , «que cuando en el siglo XVI se ha-
llaba formado el lenguaje poético, la prosa todavia se resentía de demasiada du-
reza, por mas que revelase ya brío ymagestad, dotes en que aventaja á las
demás nuestra lengua.» En esta parte presenta la literatura española soberbios
atletas que forman respetabilísimas autoridades , en las que se fundamentó
nuestra parla castellana , elevándose á la altura y perfección en que la hemos
encontrado. Los libros de caballería ó novelas románticas que hundió con sabia
critica el inmortal Cervantes, á pesar de su estilo afectado y extravagante, de
sus exageradas ideas y multiplicidad de metáforas ridiculas, así como las nove-
las pastoriles que las sucedieron, no fueron por cierto los mejores auxiliares
para embellecer el lenguaje; pero tampoco le ofendieron tanto como muchos de
nuestros modernos libros, hallándose entre los autores de aquellas extravagan-
cias y futilidades algunos que merecen consideración , como Silva , Rivera , Mon-
temayor, Montalvo, Balbuena y Enciso. Las novelas de costumbres, si bien
fueron escritas de lal modo que revelan lo estragado del gusto de la época, lo
fueron con lenguaje correcto por lo general , y asi es que no podemos menos
de conceder la excelencia de buenos escritores castellanos en este género á
D. Diego Hurtado de Mendoza, Quevedo, Espinel, Alemán y Guevara. Empero
el escritor que al inmortalizarse en sus obras logró poner la lengua castellana
en su mayor altura , y hacerla estudiar y admirar de todo el mundo culto , fué
el inimitable Miguel de Cervantes Saavedra , honor de nuestra lengua , gloría
de la literatura española, admiración universal , y pesadilla y eterna desespe-
ración de los que han tratado de eclipsar su relevante mérito. Desde la Calatea,
que fué su primera obra publicada en í 584, se reveló el talento de este genio
fecundo y privilegiado; pero con el Quijote hizo una notable revolución en la lite-
ratura . y podría decirse también que en el lenguaje, pero sobre todo en las ideas,,
pues esta producción, que conoce , celebra y admira todo el mundo , ha sido el libro
de su género que mas celebridad y fama ha alcanzado, siendo su lenguaje el modelo
mas acabado del idioma castellano, con lodos sus modismos, excelencias y de-
más cualidades que le ennoblecen. El Quijote, al empezar el siglo XVII , termina
en la perfección, por decirlo así, la obra lingüística empezada por el poema del
Cid al finalizar el siglo XII.
Con notable criterio se apoyó la Real Academia de la Lengua para la forma-
ción del Diccionario castellano , que publicó en 17'26 (á los trece años de su funda-
ción) , en la autoridad de doscientos sesenta y un autores , y entre ellos setenta
poetas y ciento noventa y un prosistas, lomándolos desde el principio del si-
glo XIII al primer tercio del XVIIl, muchos de ellos aquí citados en ambos
géneros, y muy especialmente en Cervantks, al que podemos coronar como al
— 17!» —
príncipe de nuestro idioma caslellano, puesto que él le elevó , en nuestro con-
cepto, á la mayor perfección que há alcanzado como tal idioma; empero no
podemos menos de confesar, que además de los poetas en verso ó en prosa que
hemos citado, como autoridades del lenguaje, hay respetabilísimos autores en
los demás ramos de literatura y de ciencia , que contribuyeron igualmente á la
perfección de nuestra lengua oficial , y en muchos de los cuales se apoyó también
la Academia ; por lo cual no debemos dejar sin citar al menos los que en nuestro
concepto mas lo merecen por sus buenas obras y celebridad , descartándonos de
Ouevedo, genio de universal literatura de quien ya hemos hecho mención como
poeta, de S. Juan de la Cruz, Santa Teresa y Fr. Luis de León citados ya entre
los mismos , y de los demás del expresado género, por abreviar y no repetir nom-
bres. Fueron estos: Los teólogos S. Isidoro, el judio Alfonso del siglo Xlfl , y Mar-
tini del XIV ; el cardenal Cisneros en el XV; Arias Montano, Melchor Caoo.e!
P. Scio , y Torres Amat: que si los primeros no pertenecen á la época de la
introducción del romance castellano , dan autoridades de buena ley para la lengua
latina de que se derivó principalmente; y si lodos fueron latinos mas que caste-
llanos sublimes en la lengua madre, algunos de ellos lo fueron también en la vul-
gar. Debemos contar también como autoridades respetabilisimas al célebre gra-
mático latino Antonio Nebrija , el anticuario Amonio Agustín, el P. Sánchez y el
jesuíta La Cerda , y los filósofos Luis Vives y el célebre Raimundo Lulio , si bien
éste, como alguno que otro, le citamos por respeto, pero no como autoridad en
el sentido que las presentamos, sublimaran el lenguaje; Fernán Pérez de Oliva,
el P.Guevara, Palacios Rubios, Salazar, el bachiller Rhua, Megia , Villalobos,
el famoso Ministro de Felipe 11 Antonio Pérez, el escritor sagrado venerable Padre
Avila, Saavedra Fajardo, Fr. Luis de Granada ; como historiadores Ambrosio de
Morales, Ocampo, Garibay, Zurita, el célebre P. Mariana, Meló, Moneada, Men-
doza, Solís, Megia, Pérez de Hita, Sandoval, Dávila, y Gonzalo de Céspedes;
y los escritores del siglo XVllI, el eruditísimo Benedictino Feíjoo, el P. Isla,
Mayans y Sisear, el P. Flores, Campomanes, Cabarrús, Jovellanos, Florida-
blanca , Marina, Asso, nuestro ilustrado Azara, Casiri, Castro, Velazquez y
otros.
Si bien en el siglo XIX ana torba de traductores y de escritores improvisados
en todos géneros, sin mas instrucción que su ambición de gloria 6 un espíritu
mercantil, ó de bandería, ha invadido nuestra lengua, no ya con voces españolas
de nuestros dialectos, ni con las palabras nuevas á que bandado lugar nuestras
necesidades presentes y nuestra mas frecuente correspondencia con los pueblos,
porque esto lejos de corromper la lengua castellana , la enriquecería é iria hacién-
dola verdaderamente nacional, sino con giros disparatados, galicismos y vocablos
de ambigua ó díficil significación ; si bien, repetímos , desde principio de este
siglo el galicismo se empezó á entronizar en nuestro armonioso lenguaje, no han
faltado ni faltan aun en nuestra época autoridades respetables de pureza y de
buen gusto que le hayan sostenido, defendido, y aun enriquecido en el sentido
que deseamos se perfeccione.
En efecto, empezó el siglo como poeta y escritor prosista castellano snblirae
el celebré patriarca de nuestra literatura contemporánea, el Excmo. Sr. D. Ma-
nuel José Quintana, único poeta laureado de España (1), y de tan buen maestro
(1) El virluoso Quintana , que hace muchos años que está laureado en la opinión de los lite-
— 180 —
no pudieron menos de salir excelenles discípulos, que supiesen manleiiKr las
glorias alcinziidas al lenguaje por su ilustrado niaeslro. Debemos citar también en
este siglo ni célebre fí. Leandro Fernandez de Mora'.in , restaurador del buen gusto
en nuestro teatro nacional ; al honrado é ilustrado escritor poeta, prosista y político
D. Francisco Marlinez de la Rosa, hoy digno presidente de la Real Academia de la
lengua ; al célebre Conde de Toreno, cuyos escritos son obras maestras de elegante
y [luro castellano; al estudioso y entendido D. Anlonio Gil y Zarate , cuyo pre-
cioso Manual de literatura acredita su inteligencia literaria y su buen decir;
á los difuntos f). Juan Nicasio Gallego, D. Jaime Balines, D Joaquín María López, y
al satírico D. Bartolomé José Gallardo, gran conocedor de nuestra bibliografía cas-
tellana; al Marqués de Vidal; nuestros ilustrados amigos íí. José Caveda , al que
también debe mucho el dialecto bable ó asturiano; D. Manuel Bretón de los Her-
reros, el mas fecunilo de nuestros poetas dramáticos; O. Eugenio Tapia; V. Juan
Evgenio Harlzembucb ; y en fin otros varios poetas y prosistas que hacen hoy
honor á su patria y á la lengua , entre los que debemos contar en distinguido lu-
gar al entendido y sabio filülogo Sr. ¿íaraií , á los autores de los Diccionarios de
la lengua que citamos en la conclusión de este escrito , y en primera línea á nues-
tro respetable amigo é ilustrado gefe el F.xcsio. Sr. D. Agl'stin Duran , bibliotecario
mayor y director de la Biblioteca nacional, que con sus escritos y poesías, sabios
artículos de crítica, y muy especialmente con el ilustrado Cnncionero, que lleva
su nombre en dos ediciones, ha resucitado y explicado, con admirable criterio y
gran suma de conocimientos, nuestra historia nacional consignada en nuestros
antiguos, dulces, armoniosos y heroicos cantares escritos en la vigorosa, majes-
tuosa y sonora parla antigua castellana, en la que escribe y compone él mismo
con tal facilidad y maestría , que pudiera muy bien pasar por un caballero de
los antiguos tiempos, reservado, tras las pasadas generaciones, para dar á cono-
cer, restaurar y conservar en el siglo XIX el lenguaje castizo de los trovado-
res mas afamados, como un respetable monumento digno de veneración y de
recuerdo.
En medio de la multitud de poetas con que cuenta hoy nuestra España , entre
los que se distinguen el caballero Duque de Rwas, Zorrilla, el mas fecundo de
nuestros poetas líricos; el melifluo Campoamor , el apologista Baeza , el distingui-
do Vega, y muchos de los que en diferentes géneros han escrito en la Corona
poética de .4iaro, aparecen algunos con tales dotes de riqueza lingüística, que
embellecen en sus producciones nuestra hermosa parla castellana, vistiéndola
ralos españoles . que le Yeneraa como á su mas ilustre y mejor maestro , y en la de los hombres
cultos de Europa . que le respetan y admiran, recibió de las au|;uslas manos de su reina Doña
Isabel 11 . de quien fué digno maestro, la corona de laurel de oro el dia 25 de Marzo de 1855
en el salón del Senado . á que asistió el Gobierno y lo mas ilustre de Madrid . en el acto mas so-
lemne y magniTico. y el único que se ha celebrado en España i este efecto , al cual fué condu-
cido en triunfo en coche de la Real casa. Este solemne aclo quedará consignado en un gran
cuadro costeado por la nación por acuerdo y ley de las Corles Constituyentes, á cuyo efecto se
llamó á oposición á los artistas pintores, la que ganú el profesor D. Bernardo López, pintor do
cámara. El poeta D. Vicente Barrantes publicó un lujoso opúsculo con el retrato coronado
de Quinlan.i , y las composiciones poéticas que se leyeron , en el que se dá noticia bien ei-
tensa de cuanto tiene relación con este memorable acontecimiento . el primero de su clase
en nuestra patria.
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i'.on osleiilos.is galas, que la presentan en toda su majestad antigua, y ataviada
con las ricas preseas de la moda , haciéndolo con tal habilidad y gusto, que lejos
de presentarla desfigurada y ridicula con la mezcla de lan distintos adornos, nos
la hacen ver tan seductora y bolla como noble y majestuosa, que es como
ilehe estar y como nosotros la deseamos: otros por el conlrario, mas ignorantes
ó con gusto estragado , la visten tan ridicnlamente que causa lástima verla lan
liorrihlenienle desfigurada.
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PARTE QUINTA.
DE LA ESCRITURA EN GENERAL, Y EN PARTICULAR DE LA ESPAÑOLA.
Dice un aulor español , al hablar del arle de escribir, que entre las /acuiíodes
con que el Omnipotente distinguió al hombre de los demás vivientes después de ha-
berle infundido el alma racional con suf potencias , mereció muy distinguido lugar
las de poder hablar y escribir. Siendo esla una verdad inconlestable, podenaos
considerar á la primera una expresión por medio de la voz, y á la segunda por el
de los caracteres con los que la pluma hace los oficios de la lengua. Siendo las
letras los elementos escritos del idioma , de su unión se forman las sílabas y las
palabras con las que el juicio humano pone de manifiesto sus concepciones inter-
nas, sus pensamientos, y los afectos de su voluntad. Dice otro autor compatriota,
que el pincel y la pluma tienen igual excelencia; razón por la que se denomina
pintura viva á la oración , pues que dando color y cuerpo al pensamiento, nos
presenta todos los tiempos como si los tuviéramos á la vista, porque pasando la
palabra por los oidos , así como la pintura por los ojos, ambas arles estampan en
la mente la imagen de las cosas. Si la facultad de hablar arrastra tras de si los
corazones, seduce y manda con mas imperio y fuerza que las armas, no pocas
veces vencidas por una fluida y enérgica elocuencia, la de escribir dá vida á las
cosas insensibles, y hace que hablen las figuras, tengan facultades vivificantes
las estatuas, se conserve lo mas antiguo, presente lo pasado, cercano lo lejano,
y moviendo los afectos, los irrita ó templa á su capricho por medio de las letras:
ejemplo de ello esas cartas y proclamas cuya lectura entusiasma á los ejércitos,
incita á los partidos á la pelea , ó llevan la alegría ó el pesar á las naciones en
general , y á las familias ó á sus individuos en particular.
Con solo repasar ligeramente la obra del erudito Hermán Hugo , titulada : De
prima scribendi origine el universce rei literaria! antiquitate , se conocerán los
muchos sabios que trataron sobre el origen de la escritura , cuyas diversas opi-
niones, que este autor compila , ponen de manifiesto , que como en la mayor par-
te de los conocimientos humanos de grande autoridad , el origen es de imposible
averiguación, y solo se puede caminar hacia él por medio de conjeturas mas ó
menos razonables; conjeturas que por lo general conducen mas al ridiculo del
que las propone, y á embrollar y oscurecer mas_ y mas la cuestión, en vez de
aclararla y dar gloria al investigador.
Después de calificar Hugo de error muchas de las opiniones de que se hace
— 183 —
cargo , pretende probar, y lal vez caiga en un nuevo error, es probable que
asi sea, que la invención de las letras se debe á los hebreos anteriores á Moisés
y á Abraham : Adán , Enoc y los demás hijos de Seth escribieron con ellas , y cree
descubrir el modo de propagarse de estos á las colonias. Warbuthon , copiado por
Jancourt, que lo hizo en la Enciclopedia francesa del siglo pasado, pretendió que
el origen del primer alfabeto fueron los geroglificos egipcios, suponiendo que
antes de estos no hubo ninguna clase de escritura en el mundo , y que si la hubo
fué geroglifica ó de figuras como la que usaban los megicanos; esta puede verse
en la preciosisima obra de la Historia de este Imperio que se imprimió en Lon-
dres, y dg la cual se conserva un ejemplar en la Biblioteca Nacional de Madrid.
Los que siguieron ó copiaron al referido autor, hacen á Thoot Otot, que dicen
fué servidor de los primeros reyes egipcios, autor de la primera escritura y
del abecedario que se le supone ; pero nosotros tenemos este origen por fabu-
loso y á este Otot por enigmático, y una de tantas otras consejas como sobreesté
invento se han dicho y escrito. Las mismas dificultades que se encuentran en
los primeros pasos de la historia de las lenguas de que ya hemos dado noticia
en la primera parle de este discurso , se hallan en la de la escritura por mas
que esta facultad sea naturalmente mas moderna que aquella , no fallando quien
(¡retenda que el lenguaje geroglifico ó de exposición fué antes que el hablado ó
de los sonidos , cosa que se opone á la naturaleza. Discurriendo Filón sobre el
invento y los inventores, hace autor de las letras á Abrahan ; Josefo, Polidoro,
Virgilio, Opmerio, Gregorio Tolosano y Luis Vives, á Enoc, hijo de Seth, antes de
Abrahan; Bibliandro concede á Adam esla gracia; Eupolemo, Eusebio, Clemen-
te Romano , Cornelio Agripa, Crinito, Testor y Giraldo, opinan que fué Moisés;
los Alejandrinos Clemente y Cirilo , Herodoto , Pómpenlo Mela , Herodiano , Rufo,
Festo, Zopirio, Forunto, Plinio, Lucano y Josefo Escallgero atribuyen la inven-
ción á los Fenicios; S. Cipriano á Saturno, Tácito á los egipcios, y otros á los
asirlos y hebreos, y á los demás pueblos antiguos, lo cual prueba que todos sen-
taron el principio en conjeturas que , por falta de sólidos cimientos, no pueden
sostenerse , y vienen á caer por su propio peso.
Empero como los pueblos de mayor antigüedad de que han llegado á nosotros
algunos restos sean los hebreos, fenicios y egipcios que confunden en esla cues-
tión frecuentemente los autores antiguos, forzoso será tomar un punto de partida,
siquiera sea en la fábula , puesto que el origen de la historia siempre la trae por
(iroemio indispensable, lo que prueba la cortedad de vista del humano entendi-
miento , al que no le es perrailido ver mas allá del limite al que el Criador de to-
das las cosas qniso reducirle en castigo de su soberbia. Creyendo nosotros al
Todopoderoso agente especial é indispensable para todos los inventos útiles y be-
neficiosos al hombre, estamos persuadidos de que este ser hallarla las letras por
inducción divina; pero esto no nos lleva á tener por cierto, como á Bibliandro,
que esta gracia fuese ya concedida al primer hombre , como lo pretende en su Co-
mentario de litteris. ni á Noé, como lo quiere Polidoro Virgilio, en el cap. VI, li-
bro 1.° de su obra, á pesar de aquel Adam divinitus edoctus primus scienliarum et
UUerarum inventur , que , según Roca de Camerino en su Comentario á la Bibliote-
ca Vaticana, se halla escrito al pié de la efigie de Adán en el pórtico de la expre-
sada Biblioteca en Roma. Suidas, en la voz Adán, sigue en la opinión que le hace
inventor de las letras y de lodos los descubrimientos; y continuando en ella Opme-
rio, hace á Esdras el restaurador de las letras de los hebreos, y no el inventor
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como lo creyó S. Gerónirao, manifestando S. Aguslin, en su Ciudad de Dios, que
anles de la ley dada á Moisés por Dios lenian letras ya los hebreos.
Dice Guillermo Postello, en su Tratado de letras fenicias, que cuasi todas las
naciones, porque los hombres han sido siempre ambiciosos, quieren atribuirse
la invención de las letras , y que por eso los árabes, para persuadir á la posteri-
dad que ellos las hablan hallado, variaron el nombre, la figura y el orden de las
letras que aprendieron de los hebreos. Sea la que quiera la nación de la invención,
lo cierto es que el pueblo hebreo es el que nos presenta una antigüedad mayor en
el uso de las letras como representación de los sonidos de la voz humana, si bien
somos de la opinión de Tilo Livio, de que en aquellos primeros tiempo^ las letras
serian pocas y raras, y esas grabadas en piedras (1), y que la memoria debió ser
el mas fiel depósito de las cosas.
Reconocidos los hebreos, si no por los inventores de las letras, al menos por
los primeros que podamos conocer hicieron uso de ellas, seguiríamos á los auto-
(<J Db las haterías en que se nA ESCRITO T DE LOS UTENSILIOS PAiiA ESCRIBIR. Sabido es
por los autores de arqueología, que en los mas antiguos tiempos de que tenemos noticia, se es-
cribió en piedras, láminas metálicas, tablas cepilladas, lienzo preparado, tabletas enceradas y
en cortezas y hojas de árboles y plantas , basta el llamado popirui de los egipcios. ( Vencidos los
romanos por los godos, estos sustituyeron para escribir á las materias duras otras débiles.) Se
dice que las Sibilas escribieron en hojas de palma, lo cual hacian también los egipcios, y debie-
ron verificarlo de este modo los hebreos, los que pretende algún autor escribieron en malvas, y
los asirlos; si bien de tiempos no tan lejanos hemos visto escritura hebrea y siriaca en lar-
gas hojas de palma. Criase en los pantanos del Nilo un arbusto . especie de ciprés , que echa &
su pié unas hojas largas y estrechas como las de la espadaña , y cuyo tronco triangular es fibro-
so y hueco ;-la corteza de este arbusto , llamado hoy papirus de Egipto , se compone de túnicas
que se desunen fácilmente con cualquier instrumento cortante; las expresadas hojas las uoiaa
con tal arte que no se conocía la unión , y de este modo formaban el papel de color muy blanco
y del tamaño que querían ; pero para darle mayor consistencia juntaban , pegándolas , dos lelas,
cruzándolas una sobre otra á fío de que quedasen encontrados sus hilos, de modo que venia á
resultar un tegido á la vista al cual con una tercera tela se dio después mayor consistencia: ade-
más de este usaron los antiguos de un papel llamado tiliat , tan fino como la seda mas delgada;
los romanos escribieron en hoja de marfil sus cartas misivas, y también en tablillas enceradas.
Según Yarron , se empezó á usar el papirus en las cooquislas de Alejandro. Los libros formados
de tablillas de maderas finas y delgadas, de dos dedos de ancho por dos ó tres cuartas de largo,
estaban atados por una cuerdecita floja , pasada por un agujero que lenian al extremo , de tal modo
que leida una hoja se levantaba para poder leer la siguiente. De esle sistema usado por los anti-
guos se conserva un ejemplar , si bien no muy antiguo, en la biblioteca del Escorial , que dice
Merino se asegura haber sido regalado por el famoso Ambrosio de Morales ; su escritura está he-
cha con aguja , y las letras formadas á puntos. Según S. Gerónimo, la costumbre de escribir en
pergamino, llamado así por haberse inventado en Pérgamo , se debe al rey Átalo , y fué tanto lo
que se apreció esta materia para escribir, que cuando en el siglo XIV y XV se le quiso susti-
tuir para lodo el papel que hoy usamos, se dieron decretos en Italia para evitar el abuso. En el
siglo XV se escribían algunas escrituras en papel cortado en forma de cinta , de ocho dedos de an-
cho , escribiéndose á lo largo , cosiéndose unas liras á otras hasta que se acababan , de modo que
las había que tenían seis y siete varas.
Según Torio , en algunos siglos se escribía en pieles de pescado, escamas de tortuga é inleslínos
de anímales; los antiguos chinos por medio de combinaciones de nudos en una cuerda , y lo propio
se dice de los peruanos: que el modo de hacer el papel se conoció desde los mas remotos tiempos
en la China y en el Japón ; que en Sicilia y en la Calabria habia también papirus , al que llamaron
— isr.—
res antiguos para dar alguna iJea del modo con que se propagaran ó introdujeran
en los demás pueblos; pero es tal el laberinto de opiniones encontradas que for-
man los autores desde la designación de letras áticas, que se suponen las mas
antiguas de la Grecia; las de Egipcio, de la diosa Isis; las del Lacio, que suponen
llevaron á Italia los pélaseos ó Carmenta , madre de Evandro ; las etruscas , apren-
didas de Corinlhio Daraoralo, y las godas de ülfilas , arzobispo de los godos , que
no podríamos salir de él bien ni guiar al lector , aunque para ello nos prestase
Ariadna su bilo salvador, pues que solo Dios nos podría sacar de este intrincado
laberinto con buen éxito. Por lo tanto , dejando al curioso en la libertad de inter-
narse en tan difícil selva de congeturas, donde no podrá menos de perderse , solo
nos atendremos á ciertas noticias que tenemos por mas probables , á pesar de que
también tengamos las mas de ellas entre las congeturales. S. Isidoro, en el cap. III
del lib. 1 , sospecha que las letras griegas y latinas procediesen de las bebreas. En
este sentir dice que se aumentó la F , compuesta de una gamma doble ; y asi fue-
ron aumentándose la //, la Z , la V , y otras que no se hallan en esta acepción en
el alfabeto hebreo. Después de todo lo dicho debemos confesar de buena fe, que
la invención de las letras no pertenece á pueblo ni á hombre alguno, sino al mis-
mo Dios, autor de todas las cosas, y el único que puede inspirarlas al hombre
para que las publique: de modo que incapaz de crear el hombre , es solo el clarín
de la creación divina, el vehículo por el que Dios dá á conocer las cosas; pero el
hombre en su natural soberbia y en su irracional orgullo, tiene la osadía de atri-
buirse la invención de las cosas que le fueron dichas por inspiración de Dios, que le
hizo, por una especial gracia, maestro de la ciencia del invento, para que haga
conocer sus ventajas y las enseñe á los demás. Parécenos haber dicho ya lo bas-
tante sobre el origen de la escritura y de los mas antiguos caracteres como intro-
ducción á nuestra escritura nacional , de que vamos á ocuparnos.
papero en Italia , y que de la corteza ordinaria se liacia el papel basto para envolver : que en los
siglos VIII y IX el uso del papel de algodón liito abandonar el papirus , basta que el descubri-
miento del de trapos bizo olvidar todas las demás materias. Hace pocos años que la industria in-
ventó e! papel continuo, cuya calidad , si bien le presenta de mucha blancura y belleza en un
principio , es de tan corta duración , que dentro de muy pocos años reducirá á polvo cuanto en él
se baya escrito é impreso, razón por la que está prohibido su uso en las oficinas del Estado y en
escrituras y documentos de importancia.
Los instrumentos para escribir en las materias duras fueron una especie de buriles , y para es-
cribir en las tablas asceradas los estilos , especies de punteros de metal ó de hueso. En el cristal
se escribió siempre con puntas de diamante , con pastas duras colocadas sobre tablillas , y con
cualquier palo y con el dedo sobre la arena y tierra preparada ó barro , que se cocía después para
que se conservase. Escribióse también en lo antiguo con carrizos ó cafíitas delgadas y duras y
lustrosas , que son los llamados Cálamos de Mernlis , Gnido y Nilo y del Taxo , usadas por los orien-
tales , y en fin con pinceles como los chinos y japones. Después de todas estas materias se vio por
los calígrafos la utilidad de las plumas de las aves para escribir , y empezaron á usarlas de pavo,
águila, buitre y de cisne, y estas fueron consideradas como las mejores, eligiéndolas por lo co-
mún del ala derecha , porque se acomodan bien sobre el índice , en cuya última coyuntura descan-
sa. La moda ha introducido en estos últimos años plumas metálicas diestramente cortadas á todos
los gustos , habiéndolas de plata y oro ; pero estas plumas , si bien se han generalizado en el uso
común , no son ni se usan para escribir documentos de archivo, como escrituras, etc., porque
dan muy poco grueso y no se avienen bien á todos tos papeles.
24
— 180 —
1)K \A KSClUrtKA KSPAÑOI.A , PK-SOE LOS TIEMPOS MAS mCVOTns 1IAST\
NOSOTHOS.
IJilrc los v;irios fiscrilores cspanoli's de polisrafíiis y paleosivifins, [). Crislohal
liiidriifuez , iUistrnilo en su obr.i por D. Blas Antonio Xassarre , os el que increco
miiyor consideración anles de (|ue apareciese el erudito y sabio calígrafo escola-
pio P. Andrés Mermo, sin que por esto tengamos en poco al ilustrado P. Terrero!:,
i|ue nos dejó en sus obras muclio que aprender y que admirar. Modernos en Es-
paña los maestros de escribir , el primero (¡ue publicó sus obras fué el vizcaino
Juají de hiar , el cual empezó á enseñar la letra llamada magistral , que ya pocos
años hacia enseñaban en Italia Vicentino y TalUente, con buen éxito, éntrelos
niños á quienes enseñaban á escribir.
El origen de la escritura en España eslá envuelto en las mismas tinieblas que
su lengua primitiva, y esto lia dado lugar á que invadiéndose el campo de las con-
jeturas , se urdan porción de fábulas que no lian hecho otra cosa mas que espesar
el tupido velo que nos oculta el pasado. Por mas que se haya pretendido dar va-
lor á las conjeturas y verificar las fábulas , lo cierto es que se ignora quiénes fue-
ron los primeros que poblaron á España , y de consiguiente mal puede saberse cuál
fué su lenguaje oral y escrito, pues que la cita que nos hace Estrabon, nos hace
mas honor que da claridad sobre nuestra pretendida cultura, que hace remontar
á tan prodigiosa antigüedad.
A falta de documentos de mayor antigüedad , los escritores calígrafos y paleó-
grafos españoles y extranjeros han presentado nuestras monedas ibéricas ó celti-
beras, según otros, como antiguos monumentos que acreditan nuestra antigua
lengua y escritura ; pero unos lo hicieron tan difusamente como resbaladizas fueron
sus pruebas, y otros tan someramente que acreditaron que fiados en ia lección de
los anteriores ó en conjeturas pasajeras, no se tomaron interés en profundizar la
materia. Es lo cierto , sin embargo, que los caracteres escritos que aparecen en
las leyendas de las monedas españolas, llamadas desconocidas por el sabio Lasta-
nosa , y explicadas por los eruditos Velazquez. P. Flores y otros, que hemos cita-
do en las anteriores partes, son los mas antiguos que se conocen en nuestra pa-
tria , y los cuales se ven siempre sobre monumentos cuya fecha se considera muy
anterior á la dominación romana.
El sabio Mr. Boudard . en sus publicaciones sobre el alfabeto de los iberos , al
pretender, como ya dijimos, que el vascongado ó lengua euskera de nuestros
provincianos es el lenguaje de los iberos , ó sea el de los antiguos españoles , nos
analiza y explica con tal claridad el alfabeto ibero, que se compone de las letras
que se hallan sobre las llamadas monedas desconocidas de España , que no nos
deja duda de que estas letras de dudoso origen se derivan del abecedario griego
arcaico, y asi resulla de la comparación de ambos por mas que la multiplicidad
de formas que los grabadores dieron á los caracteres de las expresadas monedas,
dé lugar á la duda á primera vista , porque deteniéndose un poco y estudiando los
signos, se viene en conocimiento de que si en las medallas, por ejemplo, se ve
la .4 de muchos modos, ninguna de sus varias figuras se separa del todo de su
forma primitiva. Ya fué de esta opinión el erudito Nassarre , nuestro antiguo pre-
A.I. X"J1.B JC T O S
DE LOS CAEACT£Rí;S DE m SE BEKWA NUESTRA LETM.ESPLlCALAíN LA ULTIMA PARTE BEL DISCURSO SOBRE LAS
LENUÍAS Y ESCRITURA EN GENERAL YENPAPJICULARBE ESPAÜa fe¡-'i8S PUBLICADO E(J Ei ALBÜ» o CORONA DEUARAPDRMJ
HISTORIAD DR ■fi.'^kSraa íiSSí&tMiSíAS.'YíiAAÍiíio.ANTICUAPJD EN U BIBLIOTECA NACIGUAL EN MADRID
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— 1S7 —
(leccsor en la Real Biblioteca de Madriil, en fine escribimos, que sospechó en su
obra que los car.icléres de estas monedas se lomaron del griego con alguna peque-
ña alteración, dimanando, en su opinión, el no poderse leer, de no tener mas
que las consonantes las inscripciones , costumbre que pudieron lomar muy bien
de los orientales aisunos pueblos de España (1). Dirigiendo á los que deseen con-
sultar el llamado carácter ibérico á la expresada obra de Boudard, á la de Lasta-
nosa , sobre las medallas desconocidas de España , y á las citadas en este escrito,
V por último á la magnifica obra de ilr. Gustavo Daniel Lorichs , ministro que fué
de Suecia en esta Corle por mas de veinle años , en la que se da , como ya digimos
al tratar del lenguaje, no solo el alfabeto mas abundante y variado de todos los
caracteres celtiberos ó iberos, si que también se publican todas las medallas co-
nocidas por ibéricas en exactísimos y bellísimos dibujos , hechos por nuestro buen
amigo el ilustrado dibujante D. Gaspar Sensi, que hizo los de la famosa Armería
de S. M., que le debe su clasificación, y que se conocen en la magnífica obra pu-
blicada por él en París: encaminando á estas obras y á las demás que citamos so-
bre este particular á los que deseen conocer estos creídos primeros caracteres es-
pañoles, vamos á pasar á las épocas en que , quedando sin efecto la fábula y las
conjeturas, entra la realidad probada con documentos irreprochables.
Dominada España por los Romanos después de dos siglos de terribles luchas,
en las que vaciló el poder de Roma alguna vez , llegándose á dudar si el español
fuese mas belicoso y denodado que el romano , en el largo período de siete siglos,
basta que fueron lanzados de ella por los godos , que la invadieron y señorearon
á su vez, como después los árabes por otra setena de siglos, tiene mucha razón
Nassarre en advertir que no debe buscarse otro origen de la letra, sino el que
resulló de la mezcla del abecedario griego y romano , é igualmente afirmar de que,
á excepción de los arábigos, todos los escritos de España están en letra romana,
por mas que para distinguirla de la que después de la conquista de Toledo se lla-
mó francesa {sin dejar de ser romana) se la dé el titulo de gótica (i),
I) Mr. Mahudcl copió todos tos caracteres de las medallas desconocidas de España, y clasi-
ficándolas en veinlicuatro clases, delerminó las letras á su modo; peto no dándolas su valor in-
dividual , lejos de aclarar el asunto le confundió mas ; el P. Sarmiento se persuadió de que eran
caracteres celto-ibéricos , que designan nombres de los pueblos, viéndose en algunas monedas e
nombre latino con otra inscripción ibera , lo cual acredita que aun en tiempo de la dominación
romana se esccibia en caracteres iberos, como después de la conquista de Toledo escribió tam-
bién et rey D. Alfonso en árabe sus monedas, y solo su nombre en el idioma cristiano , á fin de
que pudiesen ser entendidas por Ocles é infieles.
,2) Los romanos tuvieron tres modos de escribir: el primero con sus mayiisculas , pues no
conocieron las minúsculas en la figura y acepción que las tenemos hoy ; el segundo con el artificio
de las nolaí ; y el tercero con las íingulaí ó tijlas , tiabiendo preservado con estos dos últimos
métodos de la corrupción los caracteres del primero hasta la invasión de los godos. Las notas eran
unos signos de fácil ejecución, y de tal valor, que á veces comprendían todo un periodo; pero
de este método solo ha quedado noticia por los autores , si bien le creemos el origen de la moder-
na taquigrafía. El origen de estas notas se atribuye á los egipcios, á los hebreos y á los romanos
indistintamente por los autores , que dan la invención á diversos personajes célebres de la antigüe-
dad , habiéndose dado los nombres de tertilet, censoriat, y otros, á las notas por los romanos;
diciéndonos Marcial que tenia con notas todas las obras de Tilo Livio en unas hojas de perga-
mino, cuyas obras escritas en mayúsculas no cabrían en su libreria. El método de escribir en
singulas ó en siglas consistía en poner solo la inicial de cada palabra, lo cual enseñaron para
— 188 —
Si liemos de juzgar por los inonumentos y medallas romaDO-españolas de ma-
yor antigüedad , en un principio solo se hizo uso de las letras mayúsculas , y cuan-
do mas de la llamada romanilla, datando la perfección de la primera de la época
do Augusto , á lo (|ue se lia podido colegir, é ignorándose, por la escasez de prue-
bas aríjucológicas ó gráficas cuándo la letra cursiva adíiuirió su desarrollo y per-
fección, pues que el /'. Mabillon se engañó al presentar el teslamentu de Augusto,
copia del VI siglo , como escrito en tiempo de éste ; y lie aqui por lo que , como dice
muy bien el expresado Nassarre , es preciso mirar con prevención cuanto de las
letras llamadas sajónica , longombarda y anglo-sajónica , presentan los autores de
paleografías, porque pasando de mil años de antigüedad, solo puede conjeturar-
se por falta de monumentos.
Créese por los autores, que en el siglo IV de nuestra era empezó en Italia la
variación de la letra romana , por la introducción de los caracteres góticos y de-
más que acabamos de mencionar, á consecuencia de haber invadido estos pueblos
bárbaros el imperio de los Césares. Desde este tiempo ya los sectarios de Vlfilas,
obispo arriano, debieron hacer todo lo posible por introducir en España los carac-
teres que se dice, sin pruebas suficientes que lo acrediten á lo que sepamos , les
enseñó en el cuarto siglo; caracteres que pretenden sucedieron á las diez y seis
letras runas , que aumentó aquel hasta veinticinco , tomándolas de los abecedarios
griego y latino , no fallando quien dé la cualidad de madres de los caracteres egip-
cios , griegos y fenicios á las referidas letras rúnicas , de las que , según Nassarre,
se valieron los suecos, noruegos, daneses y demás pueblos del Norte para sus ar-
les mágicas y cabalas misteriosas , hasta que lograron sustituirlas con las letras
escribir con presteza , y la convicción y la conveniencia vinieron á generalizar entre los romanos
esta escrilura, liasta que habiéndose abusado de ella , en el Código Juslioiano se prohibiqsu «so
á fin de evitar la confusión que se liabia introducido ; á este género pertenecen tantas inscripcio-
nes romanas , que vemos sobre las medallas y monumentos , como S. P. Q. R. que equivalía á Se~
vatus Populusque Rotnanus , P. M. Pontifex Síaximus ; I. N. U. I. Jesús IS'azarenus , Rex /u-
deorum , etc.: Valerio Probo recogió y explicó todas las singulas romanas, y Gresemundo las
publicó en 1523 , habiendo publicado otra colección de ellas Aldo Manucio . imprimiéndola en Ve-
necia en 1566 : en nuestro Compendio de arqueología, y también en nuestra Cartilla elemental
de numismática . damos una extensa lista explicada de las singxilas romanas. Llegados á España los
godos, que no solo lanzaron de ella á los romanos, si que también sujetaron en esta región á los
suevos , que se hablan apoderado de Galicia , lejos de oponerse á las costumbres romanas que im-
peraban en la Península, se acomodaron á ellas , y su lengua y escrilura vino á ser la romana,
asi como abandonando la secta de Arrio abrazaron el catolicismo. Si trajeron ó no caracteres
propios , es lo cierto que usaron desde luego los romanos , si bien con bastante torpeza , como se
vé por sus monedas , y solo en el siglo VI se nota que fueron trocando la forma cuadrilonga de tas
letras por la redonda , para escribir con mas velocidad : corrupción que en los siglos VII y VIII se
hizo mas sensible , y de lo que resultaron las letras llamadas longombardas en Italia , góticas en Es-
paña , merovingicas en Francia y también carotinas y capelinas, sajónicas en .Alemania , y anglo-
sajónicas en otras partes , nombres dados arbitrariamente por los autores á unas letras que solo
difieren de las romanas en el aire y gusto peculiar á cada nación , que es lo que hoy acontece y
sucederá siempre. Por todo lo dicho se verá la maledicencia de los autores de la Enciclopedia fran-
cesa, cuando diciendo »que era raro el escribir en Francia en los siglos XIII y XIV, añaden: «Con
todo , el arte de escribir fué mas raro entre españoles . de que procede que su historia es tan seca
y tan incierta hasta los reyes Católicos;» siendo así que en todos los siglos tuvo eicelen-
Ics pendolistas.
— 189 —
llamadas monacales los nionges cristianos, que hicieron lodo lo posible por abolir
no solo la magia infernal de aquellos pueblos , si que también los signos y letras
con que la expresaban.
Por mas que lo pretenda algún autor, no se encuentra en España vestigio algu-
no de las letras runas ni ulfilanas atribuidas á los sodos conquistadores, puesto que
son caracteres griegos ó romanos, algún tanto desfigurados por impericia, los que
se lian tenido por tales por autores poco observadores y escrupulosos ó demacia-
do apasionados á remontarse á la antigüedad; y no podia ser otra cosa atendiendo
á que, sobre no ser fácil el hacer variar á un pueblo sus costumbres por un con-
quistador turbulento, y que se cuidó mas de la lanza y de la espada que de la plu-
ma , la escritura greco-romana, de tantos siglos arraigada en nuestra patria , no
podia ya desaparecer aun cuando se hubiese impuesto á la fuerza otra oficial ; como
á pesar de haber hoy un lenguaje oficial, que es el castellano, no ha podido con-
seguirse que pierdan su lenguaje natural nuestras provincias dialécticas, ni cree-
mos se deje de contar por maravedises, no obstante haberse mandado contar por
céntimos nuevamente, á pesar de que esto parezca, y lo sea en efecto , mas fácil
que aquello.
Los pocos escritos que se conservan aun cercanos á la invasión de los ?odos,
pertenecen casi al carácter minúsculo griego en todas sus partes, y esto prueba
que asi debieron usarle los romanos , y solo el diverso gusto que en el modo de es-
cribir usan los pueblos, es lo que puede formar una diferencia entre los escritos
de los italianos, españoles y franceses de aquellas épocas; diferencias que se no-
tan hoy mismo en que los caracteres son iguales en la mayor parte de los pueblos
de Europa, ó por mejor decir, en todos con pequeñísimas excepciones. Es cosa
casi averiguada que los godos no usaron en España de otra letra que la greco-
romana , que á su entrada usaba el pais, á pesar de la letra alemana de que el
P. Terreros nos habla, que no es otra que aquella mas larga y estrecha; y poco
exacta es á la verdad la califlcacion de goda , que la dan los autores, si bien por
conveniencia, sin duda, la apellidan asi hasta la introducción de la llamada letra
francesa.
Un decreto del rey D. Alonso dio entrada , por decirlo asi , al principio del si-
glo XII al carácter denominado francés, que venia ya jugando en nuestra España
hacia algún tiempo con pretensiones de sustituir al gótico ; y si se exceptúa la per-
versa introducción de las abreviaturas, que trajo consigo, por lo demás el esmero
con que se hizo uso de este carácter durante sus primeros siglos, es decir, hasta
entrado el siglo XV , hizo aparecer gallarda una letra que se entiende aun hoy con
facilidad. Empero llegó á corromperse de tal modo este carácter en el expresado
siglo por la introducción de tantos rasgos , enlaces y abreviaturas que se inven-
taron en la letra cursiva para poderla usar con mas velocidad, que llegó la anar-
quía caligráfica de tal modo á desfigurar la escritura, que solo entendía sus es-
critos el que los hacia , y aun muchas veces ni aun el mismo autor si pasaba un
poco de tiempo: esta corrupción fué común en Europa, y de ella se quejan los au-
tores de aquella época, entre ellos la docta Sania Teresa de Jesús, y en especial
los curiales, de modo que no debe de extrañarse que los manuscritos desde el si-
glo XV al XVII, y en particular los de éste, sean los mas difíciles de leer desde la
aparición en España de la letra romana, en el primer siglo de la dominación, sin
que desconozcamos por esto que hubo buenos escribientes en aquella época , que
produjo los célebres maestros de escribir, según el erudito Merino, Juan de ¡ciar,
— l'.ld —
Francisco Lucas, Madariaga, ¡(jnacio l'trez, y .ilyunos oíros cuyas obras son bien
coDOnulus.
I.ns letras iberas fie las medallas españolas llamadas ilesconocidas, han creído
algunos autores son los sipnos de que se vallan los españoles antes do la invasión
romana para escribir su lengua, que pretenden era el vascongado, de cnva opi-
nión es también el sabio Boudanl , ya citado; pero ya dejamos dicho que proceden
del alfabeto griego-arcáieo , y á Un deque pueda mejor conocerse con la compa-
ración, las copiamos exactamente de las medallas iberas, O celtiberas segon otros,
en la adjunta lámina , en la cual mostramos también el alfabeto runo y el ultilano
según se asegura lo aumentó Ulfilas sobre el runo, y se pretende nos trajeron los
godos ; y hemos (pierido también exponer el monacal , porque los cuatro componen
la primera época de nuestra mas antigua escritura conocida, que es la mas dificil
de entender cuando alguna que otra vez se vé en los monumentos, porque las le-
tras que siguen ya á estas hasta nuestros días, son las romanas con mas ó menos
buenas formas. En la comparación de los cuatro expresados alfabetos se verá , que
á excepción del runo , y este no en todos los signos , los demás tienen todos seme-
janzas con el griego-arcaico, que también ponemos para que |)uedan compararse.
A poco que se repare se verá (lue las letras uUilanas son las mismas del abeceda-
rio mayúsculo griego , con alguna alteración , mayúsculas que tomaron también los
romanos. Estos tomaron igualmente de los griegos el alfabeto minúsculo , y esta-
mos persuadidos, por cuanto hemos leído sobre este particular, y por lo que ve-
mos en los monumentos, que los godos, á su entrada en España , Iraian las mis-
mas letras que ya usaba y conocía el pais, que no eran otras que las greco-
romanas versales y minúsculas, y esto sin que sea visto que tratemos de dejar
mal al erudito P. Mabillon , que ha sido ya refutado por varios autores , pues que
creemos que la ignorancia de los pueblos del Norte que invadieron la Europa, en-
tre los que solo los godos sabían escribir, y esto debido á L'líilas, su apóstol en la
Tracía , no pudo traer de modo alguno riada que enseñar y sí mucho que apren-
der , y esto se prueba bien con sus mismas medallas hechas por ellos en España,
cuyas leyendas son en lengua latina y caracteres romanos, si en verdad bien de-
fectuosas, y esto desde el primer rey godo español que batió moneda. Creyó el
P. Terreros que la letra llamada monacal, á la cual denomina alemana en su l'a-
leografia, se empezó á usar en España en el siglo XV ; pero por mas acertada te-
nemos la opinión del P. Merino, que dice ser estos caracteres precisamente los de
la letra llamada propiamente francesa, la cual se introdujo en España á la muerte
del rey D. Alonso el Cunquistador , habiéndose generalizado en toda Europa con
solo la diferencia de gustos de cada pais. Lo que si hay de cierto es , que los ro-
manos los inMmeros, no pudiendo escribir con la velocidad que la necesidad im-
pone á cada paso, introdujeron en la propia base del carácter romano la letra cur-
siva, que se desconocería naturalmente en un principio por romana al compararla
con la de los monumentos y documentos de buena mano y de letra mayúscula, lo
que así sucede hoy al comparar nuestra letra de libros y monumentos, con la de
los autores, que, por lo general, suelen tener tan malísima letra que fácilmente
se la podría tener por estraña. Los griegos, como sienta Nassarre , citado por el
P. Merino, tenían, sin necesidad de tomarlo de los bárbaros, sus mayúsculas de
caligrafía y sus minúsculas de la taquigrafía, esto es, de los profesores de escri-
bir veloz y agudo, y asi se vé en algunos códices y en las inscripciones copiadas
y publicadas por Fabretti.
— 191 —
De hi derivación laquigrálica ilc los griegos debe suponerse la forma llamada
francesa de que nos hemos hecho cargo , y de ella ó á la par de ella , esas formas
(lue denominan nuestros paleógrafos cursiva sajona, longombarda, gótica y ale-
mana , ele. , y de todas las que , asi como de la forma de los niimeros arilmcticos
que las corresponden íl), van dando razón por siglos los mismos autores á los
que pueden consultar los que deseen averiguar ó estudiar las variantes peculiares
de cada siglo , y las diferencias de los caracteres gótico redondo y gótico cursivo.
A poco 'que se comparen los alfabetos, se verá que los godos siguieron en su
escritura cursiva mas á los griegos que á los romanos, sin duda por ser mas pro-
pio para escribir con velocidad; y aun sospecha con razón el P. Merino, que el
abecedario romano moderno sirve de cierta reula para estas letras, como com-
puesto de las que fueron entresacando de los mejores escritos, dejando otras que
no les parecieron tan bellas, y que á excepción ilc las letras que no admitieron
los latinos, no tuvieron los españoles otras que las que salen del abecedario grie-
go y latino, como se ve al consultar la lándna 16 del citado Merino. Por la expre-
sada lámina, y aun por cualquier abecedario comparado, se ve que la A mayúscu-
la ó miniiscula es común al abecedario griego y romano, si bien las del griego no
cierran en la parte superior, siendo de moderna invención las no cursivas enlor-
lijadas y largas. La B igual al griego en las mayúsculas, y al latin en las minús-
culas. La C es latina, pues que el griego carece de ella y la cedilla es creación
moderna. La D es de ambos alfabetos. La B conforme á entrambas. La G latina.
// latina, pero originaria de la griega, /común á ambas. A' enteramente griega del
abecedario mayúsculo, porque jamás usaron la minúscula griega. L absolutamen-
te latina. }1 común , pero las minúsculas solo romanas. N lo propio que la .1/. O co-
mún. P absolutamente latina. Q lo propio, el griego carece de esta letra y la suple
con la K. íí latina; en un principio solo se dislinguia de la P griega con un rabillo
hacia afuera; la r pequeña es absolutamente latina , porque la r griega la convir-
tieron en p los latinos tanto la grande como la pequeña. S la grande latina, y las
pequeñas comunes á ambos alfabetos, r común á entrambos, y entre los godos
sufrió muchas alteraciones y las pequeñas son griegas. V absolutamente latina.
(1) Los antiguos españoles, según Merino, ajustaron sus cuentas por medio de letras, y no
se valieron de los guarismos ; siendo ei primero que se sepa escribió un arte de contar con tos
números que boy usamos, Juan Gutiérrez, que escribió en tiempo de Carlos V, á no ser que
lo hiciera ya Fr. Juan de Ortega, citado por éste, si bien no debió ser asi cuando debe su-
ponerse que se ignoraban los guarismos , puesto que al lado de cada cuenta hecha por los nú-
meros árabes pone otra hecha con los castellanos , que dice sirven para explicar los guarismos,
enseñando solo las cuatro reglas por guarismos , y las explica como desconocidas. Se dice que el
sistema de nuestra numeración actual se lo debieron los árabes á los indios; pero sea de esto
lo que quiera , lo cierto es que los árabes le empezaron á usar al siglo y medio de la muerte de
Maboma , y que de ellos Ic lomamos nosotros y todo el mundo moderno, al que le comunicó el
célebre Gerber ó sea el papa Silteslre II , que le aprendió en España hacia los años novecien-
tos sesenta de nuestra era. Los autores conceden la invención de la aritmética á los tirios ; Jo-
sefo dice que por medio de Abraban pasó desde el Asia á Egijito, que la cultivó mucho porque
su lilosona y teología se basó en los números, diciéndonos Kirchcr que por estos lo explicaban
todo. Eslrabon hace inventores de los números y de la escritura á los fenicios. Sea de esto lo que
quiera, lo que si puede asegurarse es que la aritmética no puede llamarse asi verdaderamente
hasta que los árabes la adoptaron en los siglos Vil y VIH de Cristo , y que ha llegado á ser el
lenguaje y escritura única comercial en el mundo.
— r.t2—
A' originada de la 'K griega, las mirnisculas latinas. Z común á ambos. Y absolula-
inenle griega. Además de esta comparación de los alfabetos griego y romano , de
que se compone el llamado gótico, queremos poner aqui para mayor demostra-
ción los abecedarios griego (1) y romano en correspondencia.
Aa l!6 l'f A6 Ee Z^ Hr; 60 Ii Kx AX Mf* N" £$ Oo ll^r Pp I<r; Tt l'u <l>o Xy 'F')- Slu>
ItüMANO.
Aa Bb Gg Dd Ee Zz Ee Tlh II Kk Ll Mra Nn Xx Oo Pp Ilr Ss. TI Yy u Ff Cb Pps Ou.
tsla demostración podrá fácilmente dar á conocer al lector que todos los es-
critos que se conservan españoles desde la mas remota época son de caracteres
greco-romanos, con las diferencias que en la escritura introduce el tiempo y la
caprichosa moda , y no pocas veces la ignorancia ; al menos nosotros lo vemos
asi muy claramente, y por eso nos declaramos contra la opinión de los que pre-
tenden que hayan usado nuestros antepasados otra clase de caracteres de que ya
nos hemos hecho cargo.
La introducción de la letra de carácter ó forma francesa la fijan los autores
en el siglo XI , y recuerdan que en el concilio de León, celebrado en 109G, el rey
D. Alonso el Sabio mandó que en adelante se escribiese con las letras del oficio
de Francia , y se dejasen las toledanas ; y asi debió de ser puesto que desde aque-
lla época se encuentran en los archivos escrituras y privilegios en letras del
gusto francés , si bien no se desconoce en ellos la mano española. La escritura en
este siglo se perfeccionó extraordinariamente en España; pero se hizo mas difícil
escribirla bien , y con velocidad, porque se introdujo el gusto de la letra mona-
cal como en toda Europa, si bien los curiales y los que lenian que escribir con
velocidad la usaron poco.
En el mismo tiempo de Alonso el Sabio se abandonó el escribir el lalin en
monumentos públicos, uso que empezó ya á abolirse en el reinado de su padre y
antecesor S. Fernando , y de alli acá fué la lengua castellana la que sustituyó al
lenguaje del Lacio que se usaba bastante corrompido , si bien fué en un principio
el llamado romance , que no era otra cosa que un latín vulgar, y de consiguiente
corrompido, que dio origen á nuestra parla castellana , que conquistó el vulgo lia-
ciéndoles descender á los sabios de su locución elegante latina , á la suya tenida
por bárbara , pero enriquecida extraordinariamente por su trato con los aragone-
ses, árabes y demás pueblos comunicantes: el vulgo, como siente Merino, ha de
vencer siempre en estas materias y por esto es inútil empeño el de los filólogos
en inventar reglas de elegancia y hermosura, y si no véase como en el origen de
nuestro idioma castellano, á pesar de que los sabios miraban con desprecio al
{{} Dice Plinio, en el lil>ro 7 de su nisloria Natural , que Cadmo fué el primero que llevó á
Grecia diez y seis lelras asirlas , que son las principales de su alfabeto ; que Palamedes en la guer-
ra de Troya añadiólas cuatro siguientes E 0 «I" X, y que SimónidesHilitense aumentó estas otras:
H ^V Z XI con lo que quedó el alfabeto griego completo. Diodoro concede á Mercurio egipcio la
invención, y Cicerón dice que este Mercurio fué el quinto.
vulgo y á su locución bárbara , vino el vulgo á reducirles á bablar á su modo , ha-
ciéndoles admitir el romance á pesar suyo.
El capricho varió en muchas parles las formas ó accidentes de las letras como
la a, que se hizo cuadrada, lo que conlribuyó, y no poco, á oscurecer los escritos
de Castilla , en contraposición de la a larga tomada del gusto francés, y las cuales
unas y otras se ven usadas en documentos del siglo XIV. La moda de adornar las
mayúsculas en principio de párrafo, obligó á hacer uso de la letra llamada monacal,
que es la francesa, la cual se extendió por toda Europa en el siglo XII, elevándose
á toda su perfección en tiempo de S. Luis rey de Francia , y conservándose en ella
hasta la aparición de la imprenta, siendo esta letra muy usada para escribir los
libros de devoción y de asuntos místicos, cuyos códices , en ricas vitelas y con be-
llísimos adornos de oro , excelentes colores y preciosas miniaturas, lanío nos admi-
ran hoy en las bibliotecas, en las que compiten en perfección con los libros mejor
impresos. Sin embargo, se halla en estos libros también la letra cursiva francesa
con tantas abreviaturas y enredo de letras que dificultan mucho su lectura , y esto
sucede muy especialmente en los escritos de esa letra que el P. Terreros llama
alemana, suponiéndola introducida en España en el siglo XV, y que después se
denominó de tortís en los impresos , y se conoce hoy por gótica vulgarmente. Las
abreviaturas latinas introducidas con la letra francesa, se usaron con tal abuso en
los libros escritos desde el siglo XH al XVI. ó sea hasta que la imprenta tomó brios,
que presentan una grandísima dificultad á la lectuia , y en esta parte la paleogra-
fía del erudito P. Merino hace un importanlisíroo servicio al publicar una larga
y preciosa labia de ellas para la mejor inteligencia de los manuscritos de los cita-
dos siglos, pues que son mas dificiles de interpretar que las notas y siglas roma-
nas , de que hicieron también uso los godos , cuyas tablas da también el expresado
Padre escolapio.
El erudito P. Terreros presenta cinco especies de letra en e! reinado de los re-
yes Católicos, que denomina tendida, redonda, cortesana, procesada y gótica.
La tendida es la llamada bastardilla ó itálica, por haberse empezado á usar en
esta región que fué de la que hicieron uso los científicos. La redonda fué osa-
da para escribir los libros y despachos reales, muy parecida á la de imprenta,
siendo esta y la bastarda las que se conservan. La corlesatia, conocida también
por de Provisión Beal , que fué apretada, menuda y ligada á rasgos, se usó por
los curíales y oficinas, lasque tenían obligación de escribir solo quince palabras
en cada uno de los treinta y cinco renglones que se les permitían en cada pla-
na (1) ; por lo <iue se ve que la orden que hoy rige, desde que se ha dado la
nueva ley del escrito en papel sellado, no ha sido una invención moderna: esta
letra es de díficil lectura. La letra procesada ó ligada era una corrupción de
la anterior, que desfiguraba los caracteres por escribirse sin división de letras
ni dicciones, formando línea entera sin levantarla pluma, la 'cual se usaba en
las cartas de familia y de negocios, y la que por su intrincado laberinto ha
causado miles de pleitos y pérdidas de porción de derechos , que por no enten-
derse se han perdido , de cosas correspondientes al siglo XV y XVI, en que se
usó esta perversa escritura. Y en fin la gálica , que debe llamarse alemana , la cual
(I) Cada plicRO de esta tetra se mandó pagar á <0 maravedises, que de aquella moneda equi-
vale á 1G Vi (le la nuestra.
23
— l',)l —
estrecha y con muclios árijíulos que la presentan como criznda de puntas, aun-
que regular en su formación es de difícil lectura por la semejanza que tienen unos
caracteres con otros: en la forma mayúscula de esta letra, dice el P. Merino, y
asi se ve, se grabaron casi todas las inscripciones de Kspaña en aquel tiempo, y
la minúscula fué acogida por la imprenta cuyo arle , como nacido en Alemania , ex-
tendió á todas partes la letra usada en aquel |)a¡s. Si á la vista de las escrituras y
documentos puede concluirse que en tiempo alguno se escribió con (anta oscu-
ridad en España como en el reinado de los reyes Católicos, esto debe entenderse
con relación á la letra procesada usada por los curiales , y por los que liicieron
gala de que no se entendiese lo que escribían; pues que por otro lado como se
prueba por monumentos preciosísimos de esta época , que se conservan en esta Bi-
blioteca Nacional de Madrid, en la del Escorial, del palacio del Duque de Osuna,
y en otras, y también en multitud de ardiivos, jamás se escribió mejor la letra
cursiva ni tampoco los libros , pareciendo increíble que cuando mejor se formaba
la letra fuese á lo menos por su oscuridad la peor, lo cual parece muy regular
al P. Merino, á cuyo efecto dice: «La letra magistral que hacian era romanilla,
aunque siguiesen el gusto de la monacal, cuya formación aun hecha despacio
era dificil; y como la corrupción, si es de lo mejor , degenera en lo peor, re-
sultó de aqui , que esta letra , si se hacia con pausa y atención, era muy buena;
pero que si se escribía con velocidad, salia perversa.»
Al pasar la vista por la letra usada en el siglo XVI, no podemos menos de
alabar, corno lo hace el P. Merino, la del esclarecido sol de nuestra familia
por la linea de Castellanos , el glorioso Santo Tomás de ViLLAríUnvA , arzobispo de
Valencia y honra de España, y alabarle no ya por lo luminoso y sabio de sus
preciosas obras, sino por la buena letra con que las escribió de su propia mano,
como puede ver el curioso que visite la Biblioteca de la Universidad de Madrid,
en donde se conservan con el decoro debido á tan glorioso discípulo de la Uni-
versidad de Alcalá de llenares, que se ha refundido en esta lioy central de todas
las de España , en cuyo libro de recepciones de Alcalá se halla , al folio 5 , también
la gallarda letra de este entonces joven bienaventurado pariente nuestro por parte
de su virtuosa madre Doña Lucia Martínez de Castellanos , de la que debió ser so-
brino Garda Castellanos, que con su hijo D. Pedro fueron tesoreros del santo
Arzobispo en la mitra de Valencia. Esta letra y la del famoso Morales deben con-
siderarse la letra vulgar del siglo XVI , de los que no hacían gala de cancelle-
rescos, cuyos maestros no hicieron mas que corromper la escritura, por mas que
la que enseñó el ferrares franciscano fr. Ves-paúano Artfiarco, que publicó su obra
en Venecía en 1554, seduzca á la vista por la bella ejecución de sus grabados, lo
que acredita á este famoso pendolista de Italia , que excedió en esto al Taglíente y
al Vicentino. En el siglo XVII , puede verse la letra común muy bien representada
en las cartas que el rey Felipe IV escribió á la venerable madre Maria de Agreda,
de las que copia una de cada uno el P. Merino en su Escuela de leer letras antiguas,
y ciertamente que la del rey denota agilidad y manejo, conservando mucho del
gusto antiguo , y la de la V. Agreda es clarísima , y puede decirse ser la de nues-
tros tiempos con solo la variación de la mayor ó menor habilidad de los escritores,
que poco mas ó menos han seguido las formas de letra bastarda que inició Juan
de Iziar , y que perfeccionó el maestro de escribir sevillano Francisco Lucas en
el reinado de Felipe II, uno de los primeros reformadores de U bastardilla es-
pañola.
— lí).-.—
Dice el P. Merino , y asi se ve por l:is escriluras , que liasia el siglo XVI en toda
España la letra fué semejante; pero que en este y en el siguiente parece que se
convinieron todos en escribir lo peor que pudiesen, y asi es que abandonando los
catalanes y valencianos su berniosa letra antigua , ganaron á los castellanos en
destigurar los escritos, cosa que debió tenerse entonces por gran mérito. Es cosa
muy especial y extraña, que cuando España estaba dividida en reinos diferentes
se escribiese en todos de igual modo, y que cuando ya formaron una sola Monar-
quía por la unión de Aragón y de Castilla, se diferenciasen en esto bnsla el punió
de parecer lo contrario. Según la Academia de Barcelona , se empezaron á escri-
bir en lengua vulgar los inslrumenlos públicos en la coronilla de Aragón desde la
conquista de Valencia el año 1238 ; pero , como dice Merino , esto se debe enten-
der DO en lo general , pues que se encuentran mucbos en lalin mezclado con el
lemosin hasta el siglo XVI,
La letra de las bulas hasta el siglo XV es la misma de los privilegios de
España y Francia, clara y de f.ícil lectura; pero desde este siglo se empezó
á usar en ellas de una letra pequeña , oscura é intrincada , sin duda para economi-
zar el (icrgamino en que se esciibian y disminuir los purtes; y para entender-
las es preciso aprender las fórmulas de la curia romana , y enterarse bien del
bularlo.
Debemos añadir á lodo lo expueslo sobre nuestra escritura , que tanto en Espa-
ña como en toda Europa fué muy legible la letra cursiva de las escrituras basta la
mitad del siglo XV, hallándose en los libros, como dice el P. Merino, lo mas deli-
cado que pudo hacer la pluma ; pero descubierto el admirable arte de la imprenta,
que excusó el Irab.ijo de escribir los libros, y en cuyo tiempo se inventaron tan-
tas clases de letras, el triunfo de la lipcgrafia fué la ruina del arte de escribir,
que acabó de arruinarse en el siglo XVI, si bien después volvió á adquirir algu-
nas de sus galas , gracias á diestros y sabios maestros , que nacidos en el siglo pa-
sado , pasaron á recibir la gloria en este de restauradores del bello carácter bas-
tardo español, como lo fueron el famoso Torio y Olmo, de los que como de los
demás de este siglo nos ocuparemos.
Hemos dicho que la imprenta perdió á la escritura de mano, y para probarlo
no se necesita mas que comparar esos bellísimos Códices manuscritos, pertene-
cientes á los antiguos siglos , que se conservan en las Bibliotecas, en los que cifra-
ban su fortuna los pendolistas que los escribían, y comparar la gallardía de sus
caracteres, corrección y pulcritud de sus copias hechas en bellas vitelas, con los
Códices escritos lueso que se extendió el arte de imprimir , que á niediados del
siglo XV, año de 1446. enseñaron los célebres alemanes Juan Guttemberg , Juan
Fausto y Pedro Schueffer: los Códices de asuntos comunes que se escribieron des-
pués , que fueron bien pocos, manifiestan ya la total decadencia del antiguo arte
caligráSeo, que sin la necesidad que hubo de seguir manteniendo los escribientes
de privilegios, bulas y diplomas, y en los coros de las catedrales y monasterios
los libros de canto y demás Códices de liturgia y eclesiásticos, hubiera terminado
del lodo en su belleza y esplendor (1).
Entrando en el siglo XVI puede decirse que el arte de escribir quedó reducido
(t) Los libros de coro de la catedral de Toledo , y algunos devocionarios y códices de las bi-
bliotecas del Escorial . de Palacio y de la Biblioteca Nacional de Madrid . son preciosísimos mo-
numentos de U caligrafía.
— lOíl —
al arbitrio de los in:ieslros(le priineras Iclras, los cuales en li^spaña, como en todas
parles, hicieron uso del carácter itálico ó cancellaresco, que nació en lloina
á principios del citado siglo, y terminó con él: de esto carácter de letra se de-
riva nuestra letra bastarda y la de to<los los demás paises. de suerte que, pue-
de muy bien decirse, los breves de Roma hicieron oficial su letra á toda la cris-
tiandad.
La primera obra que se publicó sobre esta clase de letra lo fué en Uoma
en lo'22, bajo el titulo de II modo Orcrjola de scrivirc Hilera cor^iva over cancella-
resca fcr I.unovico Yicentiko, cuyo autor la amplió en el año siguiente. Dos años
después Sigismundo Faoto, arquitecto de Ferrara , compuso porción de muestras
de letra , que publicó el famoso grabador Hlc.o de Carpí, con el titulo de Thesauro
de Scrítiori, año de 1o2o. Antonio Tagliente publicó en 1532 su obra Vera arle
de scricerc , con muestras grabadas en madera. En 1340 dio á luz la suya GF.nAnno
Mf.rcator , titulada : Lillerarum lalinaruin quas itálicas cursoriasque vocanl scriben-
darum ratio. Lovaiiii, 1340. El ciudadano romano Juaw Palatino publicó en este
mismo año, y el de loGl , su obra de Scrivere o(¡ni sorte Hilera antica el moderna,
la cual, tuvo mucha aceptación en todas parles. Juan Francisco Cresci , milanos,
en 1360 publicó su obra Essemplare di piu sorti lellere dove si dimoslra la vera e
nuova forma dello scrivere cancelleresco corsivo , y en ella aparece como uno de los
mas brillantes pendolistas italianos , y su cursiva de las mas gallardas que se han
conocido. En Yenecia se dio á luz,' en 1576, otra obra titulada Un novo et fácil
modo d'imperare scrivere, ele, por Conretto da Monte Regale di Piamonte , y
en ella se ve el progreso hecho por la letra cursiva desde que se olvidaron las ver-
daderas reglas caligráficas. Casi al propio tiempo el franciscano Fr. Vespasiano
AsipniARES publicó en Venecia , en 1573, su Opera di scrivere varié sorti di lellere,
y en ella acreditó su esceleule habilidad pendolistica este ferrares. Marcelo Scal-
cini, llamado el Camerino, salió, en 1381 en Roma, con su libro ¡I Secretario di
letlere cancellaresque corsive , que acreditó su mal gusto y poca inteligencia; pero
que tuvo tanta aceptación , que los profesores se vieron precisados á cultivar aquel
disparate con ciertas moilificaciones, que pudieron evitar la total pérdida del arte
de escribir. Publicó en Roma , en 1836, Ludovico Curione su libro. Modo di scri-
vere le cancelleresche corsive , pero éste siguió en mucho á Cresci.
Admitido en casi toda Europa el cancellaresco romano, ó letra cursiva, para el
uso común y para el magisterio , no puede dudarse de su bondad , y tomando Es-
paña este método, puede asegurarse que es la nación que mejor le aprendió y
conservó, siendo el bastardo español el carácter de letra mas gallardo que ha
existido , á pesar de que ha habido épocas de mucho descuido , hasta que el llama-
do carácter inglés, que en tanta boga ha estado y aun está hoy , ha venido á ha-
cerle mirar con desden por los que no conocen el mérito de aquel y su solidez, y
por los que, arrastrados de la moda , prefieren un carácter que no carece de belle-
za, pero que no puede competir con el nuestro en hermosura ni en duración, por-
que perdiéndose pronto sus sulilisimos perfiles , sus gruesos vienen á quedar so-
los y sin forma alguna de letra con el tiempo, razón por la que no es admitida en
los buenos archivos, y debiera prohibirse en escrituras y documentos públicos,
para evitar la sentina de pleitos á que pueden dar lugar mañana ios que se escriban
en este carácter aéreo, máxime si se hace en el papel continuo, enemigo de la
perpetuidad de los hechos que en él se escriben.
Admitida en España la letra cursiva cancellaresca, aparece ya como el primer
— 197 —
maestro el ilustrado vizcaioo Jiün de Iziau , natural de Diirango, cou su obra Arle
siitilisima, por ta cual se enseña á escribir perfeclamenle , obra que eternizará pu
nombre; y enseñado por éste el camino del carácter bastardo español , siguieron
por él, con excelente éxito hasta nuestros dias, los siguientes maestros , con obras
que les hacen honor , y afirmaron y reformaron el carácter. Pedro Madariaga pu-
blicó su Honra de escribanos , Valencia 1565. Francisco Lltas , Arte de escribir,
.Madrid 1570 y 1608. Juan de la Cuesta, Libro para enseñar describir, Alca-
lá , 1589. Ignacio I'EREZ, Arte de escribir, 1599. Pedro Florez. jesuíta, ^ríe de
escribir; Madrid . 1614. Pedro Díaz Morante. Nuevo arte de escribir, 1616, 1624,
1629 y 1631. Juan Hurtado. Arte de escribir; Milán 1618. José de Casanova . Pri-
mera parte dtl arte de escribir todas las formas de letras; Madrid , 1650. Diego Bue-
no, Escuela universal dt literatura; Zaragoza , 1690: este autor, que publicó otras
obras de este género . con títulos siempre pomposos , es de mal gusto , y no puede
compararse á los demás. Juan Xerkz, Geometría práctica de las letras latinas: To-
ledo, 1694. Lorenzo Ortiz , jesuíta . El maestro de escribir, 1696. Además de es-
tos autores hubo en el siglo XVII , en España, una porción de excelentes pendolis-
tas, entre los que el célebre Torio, en su precioso Arte de escribir , nombra cin-
cuenta y siete como los mas sobresalientes.
En 1719 Juan Claudio Azuar de l'olanes publicó sn Arte de escribir , en Madrid,
y su obra le presenta como el corruptor del buen carácter de letra bastarda , en lo
que le siguió D. Gabriel Fernandez Patino y Prado con su arte de escribir, titu-
lado Origen de las ciencias, que ha publicado en Madrid en 1753, v puede tenerse por
uno de los asesinos de nuestra buena letra , porque su obra corrompió su forma y
el gusto caligráfico; pero el que acabó, por decirlo asi , de asesinarla fué el ca-
puchino Fr. Luis de Olod , que con su Tratado y origen de escribir bien , publica-
do en Barcelona en 1768, llevó á su apogeo el mal gusto causando un gran mal al
magisterio, que tuvo la desgracia de seguir sus máximas artísticas y malos ca-
racteres.
Espirante ya , por decirlo así , el arte de escribir, tuvo la suerte de que toma-
se su defensa el famoso D. Francisco Javier Santiago de Palo.hares el que, á
costa de la Sociedad Vascongada . publicó su Arle de escribir el año de 1776 , el
cnal, como siente Torio, puede considerársele, con justicia, como el restaurador
de la buena escritura en España y un hombre de mérito singular . á cuya ejecución
y práctica en la formación de nuestros caracteres han llegado pocos. Empero los que
mas contribuyeron, como siempre , á mantener nuestra buena forma de letra en
el siglo pasado , fueron los padres Escola[)ios, los cuales publicaron . en 1780 , el
Método uniforme para las escuelas de cartilla, deletrear , leer y escribir , en el que
trataron de esta enseñanza con el acierto é instrucción que les es propio . y en el
que el pendolista P. José Sancbez escribió muestras de suma gallardía y belleza.
El ExCMO. Sr. D. José de Anduaga v Garijirerti publicó , en 1781 , su Arte de es-
cribir por reglas y sin muesiras . guardando el anónimo ; pero se le satirizó de tal
modo, por la novedad que introdujo, que en 1791 se vio precisado á publicar un
compendio con su nombre . que puede mirarse como su defensa , con la que
dio margen á polémicas, que cedieron eu bien del arte afortunadamente. D. Anto-
nio Cortés publicó en .Madrid . en 1784 y 1785, su Diálogo del arla de escribir , que
asi como el de D. Esteban Jiménez, Madrid, 1789, obra metódica y de buenas
muestras , mantuvieron el buen gusto. En este mismo año de 1789 . se publicó un
libro titulado Itejlexiones sobre la verdadera arle de escribir , por el abate D. Do-
— IllS —
MlKGO SKRViDoni, con el ánimo de oscurecer :il ilustriulo Palomares y al célebre
Torio : ésle, en el deseo de vindicarse , cscriKió su precioso arle de escribir, de
que liahlarémos después , con el cual eclió por lierru toda la doctrina del Abate;
y por üllimo coronó la buena doctrina caligráfica de este siglo el ilustrado esco-
lapio I'. SANriAGO Delgauo, con sus Elemenlns de ¡¡ramálica, orlofirafia y ca¡o;/ra-
fia, obra impresa el año 1790, la que aumentó con un cuaderno de muestras, pu-
blicado en folio , en (jue se da el carácter de letra mas espedito y bermoso de
cuantos se babian escrito basta entonces en España ; y decimos ((ue coronó el si-
{•lo en cuanto al arte caligrálico, porque aun cuando en 1792 dio á luz Pedro Pa-
itF.nES , en Alicante, sus Instrucciones prácticas del arte de escribir, y en 1796
publicó en Barcelona D. Juan Riibel sus llreves lecciones de calografía, la primera
es de mal género y peor gusto, y la segunda , si bien da pruebas su autor de es-
cribir bien el carácter bastardo, el grabador de las láminas le desfiguró de tal
modo, que la obra merece poca consideración. Además de estos autores liubo en
este siglo porción de pendolistas, hijos de las escuelas que ellos dirigieron con sus
obras, contando el célebre Torio setenta y cuatro , como los que mas gloria dieron
á su patria con su buen carácter bastardo y con su babilidad en los demás géne-
ros de letras, viéndose entre ellos no pocos padres escolapios como el sabio
P. l'ERNANDO Escio UE S. Antomo, lioura do los hijos de Calasanz.
Sin duda que al hacer esta revista de los escritores de caligral'ia , que fueron los
maestros que enseñaron y conservaron el carácter de letra bastarda española, nos
habremos dejado alguno que también se habrá pasado á Torio, máxime de aque-
llos que no publicaron sus obras; |)ero creemos que serán bien contados, si bien
lo sentimos aun cuando solo sea uno, porque deseamos (jue se haga siempre jus-
ticia al mérito, y que la patria recuerde con gratitud á lodos sus beneméri-
tos hijos.
El ilustrado y famoso escritor do privilegios antiguos y revisor de letras anti-
guas, D. ToncuATO Tomo de la Riva y Herrero, se presenta al principio del si-
glo XIX como el restaurador y sostenedor de nuestra gallarda letra bastarda , y su
defensor mas digno después del célebre escolapio P. Merino. Su precioso Arle de
escribir por reijlas y por muestras según la doctrina de los nujores autores antiguos
y modernos extranjeros y nacionales, publicado con buenas láminas y en una bella
edición en 4.°, en Mailrid, el año de 1798, y después en 1802 y 1804, es el
libro de este género de mas consideración que se ha publicado en estos últimos
tiempos, y la escuela en que se han formado nuestros mejores maestros y mas
diestros pendolistas. Puso de manifiesto este autor que la letra itálica ó cancella-
resca se denominó bastarda, desde que bastardeando ó degenerando su anterior
formación , perdió la aridez y viveza de sus ángulos, adquiriendo cierta rotundi-
dad y curvatura, lo que se debió, según unos, á Ajifhiares entre los italianos,
en 1554, en que publicó su obra en Venecia , y según otros al Yicentino, ó sea
Luis de Herricis, que dio la suya en Roma en 1522; y de su preciosa obra se co-
lige que España fué la primera nación, después de Italia, que empezó á usar la
letra bastarda, pues que ya en 1550, esto es, dos años ante's que Amphinres y
veintiocho después que el Yicentino, publicó ya en Zaragoza el maestro Juan de
IziAR su arte de escribir , en el que enseña el carácter cancellaresco ya reformado,
de suerte que se le puede tener por el primer paso de nuestra letra bastarda. Los
franceses no consta conociesen este carácter hasta el año 1565 (quince años des-
pués de Iziar ) en que Santiago Rué publicó su obra , ó mejor en 1604 ( esto es.
— 199 —
cincuenta y cuatro años después que nosotros) en que Lucas Mvterat <I¡ó á luz su
arle>de escribir ; pero puede decirse que hasta 16'28 , en que lo ejecutó del suyo
Li:is Barbedor, principe de los caligrafos franceses, no empezaron á usarle. Los
ingleses fueron los mas tardos en formar el carácter cursivo , el cual tomaron de los
franceses á mediados del siglo XVll, es decir, en 16(io (ciento quince años después
de Iziar) en que apareció con su obra Tomás Watson, al que sucedió Cocker
en 1666 y Slell en 1693, al que siguieron otros excelentes autores do caligrafía,
entre los que debe tenerse por el principal á JlaN Claiík , que publicó su obra
en 1714, por la que sé ve que los ingleses son excelentes pendolistas.
El referido Torio bizo la historia de nuestra escritura , y de los autores que so-
bre ella han escrito basta (ines del siglo pasado , dando razón de sus sistemas y ex-
celentes muestras, y de sus disposiciones pendolisticas , y ciertamente que con la
lectura de esta obra y de la preciosa de la Escuela de leer del P. Merino, basta
para saber cuanto se desee sobre este ramo de los conocimientos humanos , v es-
pecialmente con respecto á nuestra España.
Después de Torio debemos contar como el que con él contribuyó mas á la con-
servación y propagación, por medio de las escuelas, de nuestra gallarda letra bas-
tarda , al profesor de primeras letras y examinador de maestros , D . Antonio del
Olaso, elogiado por Torio en su citada obra, como el mas diestro escritor del ca-
rácter bastardo español ; pero de este digno profesor, con cuya amistad nos he-
mos honrado basta su tnuerte, á pesar de que dejó mucho escrito sobre su facul-
tad, no hay nada publicado lodavia: lo propio que sucede con las obras de nuestros
entendidos maestros los difuntos profesores D. Francisco Zazo de Lares, y sus pa-
rientes, también maestros. Ladrón de Guevara y D. Manuel Ballesteros, contem-
poráneos de aquel.
En 1820 publicó D. Vicente Naüarro su Arle de enseñar á escribir cursivo y li-
beral , y su método ha tenido muchos prosélitos alternando en las escuelas con el
de Torio.
En fin en 1827 D. José Francisco de Iturzaeta dio á luz su Arte de escribir
la letra bastarda española, y su método y forma han estado tan en moda en nuestros
dias, que apenas se ha visto enseñar de otro modo en los colegios y en las escue-
las, si bien en estas ha alternado con los de Torio, Naharro , y con la gallarda le-
tra de los Padres de las Escuelas Pias, que no habiendo jamás abandonado ni des-
cuidado la suya, con razón son tenidos por los mejores maestros de escribir de
España , y por los que enseñan una forma mas bella , regular y vigorosa , á excep-
ción de aquellos colegios en que, poco apreciadores sus directores de las glorias
de su país y de la belleza del carácter bastardo español, han admitido, para en-
señarle á sus discípulos, el método de escribir en la letra llamada inglesa, que si
bien bella en su forma, es perjudicial, porque perdiéndose pronto sus perfiles,
como hemos dicho, viene con el tiempo á quedar lan desfigurada que no es po-
sible leerla, razón por la que no se usa en escrituras, ni en protocolos que haya
necesidad imperante de conservar en los archivos, siendo los comerciantes los
que mas la practican, por lo que puede considerarse su carácter de letra oficial en
esta clase social.
•.Si bien en la escritura hay hoy, como en tantas otras cosas , una total anarquía,
el gallardo bastardo español se conserva , merced á los Padres Escolapios y sus dis-
cípulos, que lo enseñan en toda España , que le tienen por el verdadero carácter
nacional, á pesar de que los pendolistas de letra inglesa lucen con primor su roe-
— 200 —
lodo y letra , y tanto en este género, como del anterior, que es la generalidad,
tenemos hoy niuclios excelentes pendolistas, que nada dejan qne envidiará este si-
glo de los anteriores en este arte, debiendo nosotros citar como excelentes calí-
grafos , adcmAs de los muchos profesores de primeras letras que enseñan la buena
escritura española, al ilustrado médico D. Antonio López González, y á los seño-
res Riego , Alverá , y otros muchos cuyos nond)res sentimos no recordar después
de haber admirado sus obras.
-•2U1 —
CONCLUSIÓN.
Por cuanto acabamos de m;inireslar se vé claranienle, que es imposible, de
lodo punió , llegar á descubrir la lengua primitiva , de que se derivó el lenguaje
en general, y que en el mismo caso se baila la primera que se debió de hablar
en cada pueblo; por lo cual es may aventurado, porque no hay documento
que pueda acreditarlo con verdad , el señalar el límite de las observaciones en
que se halle el principio que se busca. Tanto en la lengua , cuanto en la escritura,
no puede empezarse la historu mas que en conjeturas, que por lo común vienejí
á caer en la fábula , y en tal caso no son admitidas por la historia , que debe ser
siempre cierta para poder conservar este nombre, al que se opone la mentira,
la ficción poética y la duda ó sea la conjetura , que no es otra cosa que un vano
esfuerzo de la débil humanidad para comprender lo que está velado á su enlendi-
niienio , alcanzar loque se halla muy alto, y vencer lo que no es posible á sus
débiles fuerzas.
Con respecto á nuestra España, hemos visto también lo que difieren los auto-
res en sus opiniones acerca del origen del primer lenguaje , y del que debió deri-
varse de él , habiendo hecho soñar á muchos de ellos el amor patrio y el deseo de
conceder á su país excelencias que no han podido probar con sólidas razones.
Hemos seguido la marcha de los acontecimientos, y visto por similitud la forma-
ción del lenguaje romano , y su introducción en nuestra patria , en la que no pudo
menos de hermanarse con el de sus antiguos habitantes ; asi como calculado ra-
zoniiblemecle, la formación lenta y gradual de nuestro castellano ó romance de
la corrupción del latin, del lemosin , del vascongado en poquísimas voces , y so-
bre toilo del árabe, á pesar del en)peño que los amigos de la lengua del Lacio
pusieron en aclimatar y mantener por siempre el latin en nuestro país para ha-
cerle su lengua nacional, como algunos lo pretcmlieron.
Igualmente hemos hecho ver la anarquía lingüistica en que se encuentra Espa-
ña , pues que á pesar de que los Gobiernos se han empeñado en que el caslellano
sea la lengua nacional , y de que no se enseña otro en las escuelas de la Penin-
.su!a, ni se admiten sino en él documentos en los tribunales y oficinas , solo en las
provincias castellanas se habla por todas las clases , teniendo el suyo y |)ecül¡ar
dialecto cada una de las demás provincias , mas ó menos pronunciado y mas ó
menos ininteligible, y diferente del castellano, que si bien es la lengua oficial de
España , y en lo general de la alta sociedad y de la clase media , no lo es de lodo
el pueblo, cuyas grandes masas no la comprenden siempre, y se entienden con
sus dialectos naturales. Xo sucede asi con la escritura , cuyos signos son usados y
entendidos por todos los pueblos de España , hablen el dialecto que quieran ; y
cuando esto sucede en toda la Europa y en América , con cortas excepciones, en
26
— '202 —
cunnto á los caracteres con que se pinla el p^nsamienlo y la palabra ; cuando en
loilas parles son unos mismos los síí;qos numerales, los algebraicos y los musica-
les, ¿por que no podría convenirse al lin la sociedad en un lenguaje universal,
máxime cuando ya le llene ollcial y dlploinálico, siendo asi que en la parle gráfica
y de los sonidos , que son una de sus parles principales , se ha conseguido ? Para
conseguir, al menos, una lengua olicial universal , que era lo que haslaba en un
principio, pues lo demás lo liarla el tiempo ayudado de la necesidad, maestra
sabia que vence muchas dificultades , bastaba que ias naciones poderosas que
pueden hacerlo , depusiesen algún tanto de su orgullo nacional en aras de la uti-
lidad pública universal , sacrlllcando el todo ó la parle que se eslimase de su len-
guaje á la formación de una nueva lengua ; pero esta delerencia al bien general
no la creemos practicable en el siglo que vivimos, porque ninguna nación querría
ceder lo que la correspondiese , creyendo ofender en ello su dignidad nacional:
luego que el vapor, la electricidad y las vías férreas acaben de cruzar el mundo,
y de acercar completamente las distancias , que es su benéfica misión , segura-
mente que no se hará esperar mucho un lenguaje universal , porque el raundo
vendrá á ser una sola familia, un solo pueblo, que no tendrá diferenclasde creen-
cias, de lenguaje ni de costumbres , en cuyo caso se cumplirá una profecía evan-
gélica que no puede faltar.
Así como en España hay una lengua oficial, y muchos dialectos en completo
uso, puede decirse con verdad que la Europa tiene también toda ella un lenguaje
oficial , lenguaje que lo es de lodo el mundo en la diplomacia , á pesar de divi-
dirse en muchos miles de lenguas y dialectos: el idioma francés es el que ha tenido
la fortuna de lograr esta excelencia , á pesar de que , según el sentir de sabios fi-
lólogos que vemos muy puesto en razón , sea de los lenguajes que menos mere-
cían este honor. El poder colosal que de muchos años, sino ya siglos , viene al-
canzando la Francia , y la ilustración que con él ha ido adquiriendo, han hecho
necesario que los demás pueblos vayan aprendiendo su lengua , de voluntad ó por
fuerza, lo cual nos confirma en una Idea que rueda por nuestra cabeza , y es:
que el conquistador, si es ilustrado, lleva en la punta de su espada la ilustración
por do quiera que pasa Imponiéndola por ley , asi como el conquistador ignorante,
ó el poder inñuyente, la mata en los países que pisa ó en que Influye, y esto nos lo
acredita la historia poniéndonos delante á los romanos, que hicieron su latín casi
lengua universal , como lo es hoy de la Iglesia católica ; y sin remontarnos mucho
á nuestros antepasados de las épocas de Carlos V y de su sucesor , en las cuales po-
día llamarse oficial nuestro idioma castellano , porque en todas parles se apresu-
raban á aprender la lengua del pueblo que , sentadas sus atrevidas plantas en
ambos mundos, amenazaba avasallarle por completo. Y puesto que la lengua fran-
cesa tiene ya tanto adelantado para hacerse universal, á pesar de que carece de
muchas de las bondades que otras tienen , ¿porqué no se le asocia de estas lo
que mejor pueda avenírsela y lo mas conveniente, y pasa de oficial diplomática á
ser la oficial común , á fin de que llegase á ser un día la vulgar de las naciones?
Ya dejamos sentado que el escollo que lo impide es el orgullo, orgullo que si
bien entendido en particular, es una ridiculez en lo general, en comparación de
los bienes que reportarla tan útil revolución lingüistica: los pueblos, como los
hombres de que se componen, ante un falso honor, sacrifican siempre sus mas
útiles y verdaderos intereses: solo esta lengua ó la latina podrían universalizarse
bov con alguna facilidad.
— 20.-. —
Volvienilo á nuestra Españ.i , repelirenios la necesidad que tenemos de formar
una lengua verdaderamente nacional , de que carecemos, puesto que la que se
denomina española es solo de Castilla , y nu de las provincias Vascas , ni de Cata-
luña, Valencia , Galicia , Asturias, etc. , en donde el pueblo tiene en entero uso
sus dialectos, siendo solo olicial entre ellos el castellano. Estudíese por nuestra
Academia y por los sabios el modo mas fácil y lógico de amalgamar todos los
clámenlos heterogéneos de nuestra lengua , formada de estos distintos dialectos,
y abandonando la mania de imponer el lenguaje de solo un idioma, que no lia lo-
grado generalizarse á pesar de tantos siglos de empeño al efecto; compóngase la
nueva lengua que haya de nacionalizarse, no solo de las voces dialécticas que
hasta ahora se han rechazado, pero que no por eso han dejado de estar en uso,
si que también se admitan las muchas que lia introducido la necesidad de nuevos
inventos y descubrimientos , y que se han admitido ya en el uso común de la vida;
las voces estranjeras que se han españolizado , y que usan en la conversación por
necesidad hasta los que por mas puristas se tienen , y de todas ellas vaya enri-
queciendo la Academia nuestra lengua , no sea que, como ya hemos dicho en la
parte tercera de este discurso, perdida su autoridad á fuerza de quererla imponer,
venga á quedar vencida por ej vulgo, como lo fueron en la formación del romance,
ó sea de nuestro antiguo castellano , los sabios gramatizanles y latinos españoles,
que llamando bárbaro al vulgo porque no queria hablar el lenguaje que ellos le
imponían, y si el que él se fué formando, vinieron al fin á barbarizar con él,
abandonando su lalin por la lengua vulgar, que ellos mismos ensalzaron después,
y lo propio sucedió en Roma , patria del latin , que en Francia y en los demás pue-
blos que hablaban asi la lengua del Lacio.
Con este motivo vamos á sentar un principio ; es opinión nuestra , que nos ha
enseñado el corlo estudio que hemos becho sobre el particular que nos ocupa , y
que ya anunciamos en este escrilo , asociándonos á una autoridad respetable. Si
la parle del pueblo á la que se denomina vulgo, y que se considera siempre ig-
norante por los sabios , reconoce en las costumbres, en las que entra el lenguaje
por parte muy principal, por soberano al sabio y al hombre instruido , también
llega él á su vez á ser soberano , y á obligar á aquel á rendirle homenaje. Cuando
el vulgo va lentamente organizando una idea, consigue lijarla al fin, y cuando
poco á poco adquiere sus hábitos, usos y costumbres conforme lo van pidiendo
sus necesidades y exige su carácter natural , con la fe y constancia que tiene en
eslo siempre , y con su resistencia é indiferentismo en seguir el camino contrario
que se le señala , llega á conseguir tal fuerza en aquella idea ó costumbre que,
generalizándola , llega al fin á imponérsela á los sabios que mas la han conibalido
y denostado, los cuales descienden de su altura basta el último escalón social , no
ya á capitular con los que tenian por bárbaros , sino á barbarizar con ellos , como
hemos dicho al poner el objeto práctico sobre la formación de naeslro romance y
demás de Europa , origen de las lenguas modernas : al efectuarse esta revolución
lingüistica, ¿á quién debe considerarse mas, á los sabios ciceronianos, que se em-
peñaban en encerrar el lenguaje en reducidos limites, resistiendo toda amplia-
ción , ó al vulgo que se separó de sus lecciones , porque se oponían á la naturaleza
de su caracler y á lo que exigían ya sos necesidades , nacidas del roce y comercio
que tenian con los demás pueblos? Al contrario de esto, cuando se forma empeño
en hacer que el pueblo no sabio, ó sea el vulgo, obedezca una ley á que se opone
su carácter y condiciones naturales; á que reciba una costumbre que le repugna.
— 20i —
y que no conviene con sus necesidades y prácticas; á que nianlen!?a un principio
«pití, por bello que sea en leoria , se opone á su inlelisoncia y utilidad en la prac-
lica; ven fin, cuando se pretende encerrarle en estrechos limites, que le impide
ejecutarlo que su buen instinto y necesidades le designan, entonces el vulso
solo obedece á la fuerza , y oponiendo una resistencia lenta , que va auinentamlo el
lieinpo progrcsivanientc proveyéndole cada vez mas de fuerza, acaba al fin por
romper con energía y vijior los lazos que le sujetan , y triunfa ; porque en materia
(le costumbres, y mas en la de lenguaje , siempre acaba por triunfar el vulijo.
Hellexionen un poco los sabios lingüistas sobre estas observaciones , hijas de los
sucesos del pasado , y vean los que dirigen nuestro lenguaje si será prudente dar
al español toda la extensión , que ya reclaman las presentes necesidades y coslom-
bres, sacándole de los estrechos limites en que le tiene encerrado un mal entendi-
ilo puritanismo, antes de que perdida su fuerza de autoridad triunfe el vulgo, como
lanías otras veces, é imponga la ley á los maestros. Confiamos en que los sabios
iicadéniicos de nuestra lengua, no teniendo en cuenta nuestra buniilile persona y
pobre opinión, y considerando que á veces el grito del ignorante suele dar al sa-
bio una voz de alarma , que le hace despertar ideas civilizadoras y benéficas , que
se habiun escapado antes á su profunda penetración y sabiduría , las cuales puede
mejorar , esplanar y aclarar , pongan atención á lo que decimos, y procuren for-
marnos un lenguaje verdaderamente nacional , en consonancia con nuestras nece-
sidades é ilustración del siglo , y capaz de fundirse ó de hermanarse con nues-
lios dialectos, de tal modo que no se hable cu toda la l'eninsula mas que una
lengua.
A pesar de haber sido rechazadas por los que blasonan de puristas de nuestra
lengua oficial , y de (jue no obstante el mucho tiempo que hace se usan , no se las
ha dado lugar en las varias ediciones que se han publicado en el Diccionario de la
r.eal Academia , ¿cuántos miles de voces nuevas no se han usado y usan por nues-
tros mejores escritores ? ¿Y cómo sin ellas podria explicarse ó apreciarse hoy con
propiedad ciertas ideas , algunas cosas , y dar ciertos giros en locuciones descono-
cidas en lo antiguo hasta por los que quieren conservarse mas puros hablistas del
castellano? Desengáñense estos: el circulo á que está hoy reducido por nuestra
Academia el idioma castellano es ya demasiado estrecho para expresar nuestras
necesidades presentes y nuestros mas estendidos conocimientos en todas mate-
rias: admita , pues , la Academia bajo su manto protector y conservador lo que ya
ha admitido el país hasta en sus clases mas ilustradas, y sostendrá respetada su
autoridad , y no obligará al pueblo á emanciparse de su poder paternal ; caso tan
peligroso, que puede dar ocasión á que se desborde de tal suerte que cause daños
mas reales á la lengua que los que hoy pretende evitar. Reflexione- bien esta sabia
corporación filológica que su sistema demasiado restrictivo ha sido causa de esa
multitud de diccionarios de la lengua que , además de otros muchos tecnológicos
de las ciencias , arles y demás facultades ó profesiones , se han publicado y pu-
blican en descrédito de su autoridad, como el del Sr. Pcñalver , el del erudito
I). Adolfo de Castro, el de D. Boque Barcia, el de D.José Caballero, el del desgra-
ciado D. José DominyuíS. el del eruilito D. Vicenle Salva , que publicándole en Pa-
rís en 18i7 , corrigió el de la Academia , y el enciclopédico del estudioso é ilustra-
do filólogo D. Eduardo Chao , y una sociedad de literatos , publicado en 1833, que
es el que mas se aproxima á ser el Diccionario de la leníjua española; los cuales
han sido recibidos con tanta aceptación que, en particular del de Domínguez, se
— i205 —
hnn vendido lanías ediciones, que ha obligado á sus editores ¡i eslereoliparle ; ¿y
eslo , por qué '.' Porque habiendo comprendido ea ellos sus autores los muchos
miles de voces con que se halla hoy enriquecida nuestra lengua , que hace uso de
ellas en la locución labial ó escrilural , se prestan mas á nuestras presentes nece-
sidades que el oficial, y por lo tanto se los eslima por mas útiles. Si el Dicciona-
rio de la Academia continúa estacionario , y rechazando lodo lo nuevo ó antiguo que
no ha adoptado hasta el dia , por repugnar tal vez el origen de las voces nuevas,
en cuyo caso se contradice con lo que expresó en su prólogo ;i su Diccionario; y
está del lodo acorde con el objeto de su instituto (1), vendrá á quedar reducido,
como el castellano que explica, á servir solo para la inteligencia de nuestra len-
gua antigua literal ó erudita; pero no se hará uso de él para la vulgar, y advierta
de paso, que su siílemátioa lengua va perdiendo de dia en dia hasta su calidad
oficial , puesto que las Cortes en las leyes que forman , el soberano al sancionar-
las y en los decretos que publica, y el Gobierno y sus delegados en las órdenes
que espide, prescinden ya de la pretendida pureza del lenguaje castellano, ad-
mitiendo centenares de palabras que no se encuentran en su Diccionario; y que si
es fuerte para desprestigiar su autoridad la opinión del vulgo que si, como digi-
mos, siempre vence en estas cuestiones, es á fuerza de tiempo y de conslancia,
protegido en esto i)or los Gobiernos, se alienta con el ejemplo y precipita la re-
volución lingüistica , que en otro caso lardaría mas en desarrollarse.
El famoso Carlos AWier dice que el Diccionario universal de una lengua es el
primer libro de una nación civilizada, y el libro de todo el mundo, por lo cual
debe contener lodas las voces que pertenecen al uso de todos; añadiendo el eru-
dito D. Eduardo Chao, con razón, en su Dicrionario enciclopédico de nuestra len-
gua, que el lenguaje no se ha hecho únicamente para manifestar las operaciones
del entendimiento y los impulsos del corazón, sino también para expresar los re-
sultados de la acción del hombre sobre el universo que Dios le ha dado por mo-
rada , añadiendo: que despreciar el locabulario de las arles y los opcios, es despre-
ciar la lenrjua esencial de la civili-acion , que no ha empezado por las ciencias y las
letras, sino por los oficios. No debió considerar lan cierto este principio nuestra
Real Academia de la lengua, cuando, como lo dice en la primera base sobre que
fundó su Diccionario en 1713, acordó poner solo en él todas y solo las voces apela-
tivas españolas ( solo lo hizo de las castellanas, con pocas escepciones) y excluir
todas las voces y nombres propios de personas y lugares , que pertenecen á la historia
y día geografía , y también todas las palabras que significan desnudamente objetos in-
decentes; creyendo nosotros que nada liubiera importado poner estas, siempre
[O Capítclo pniMEHO. Del intento y motivo de la fundación de la Academia. = Estatuto
único. ^Siendo el fin principal de esla Acailemia cuUivar y fijar la pureza y elegancia de la len-
gua castellana, deslcrrando todos los errores que en sus vocablos, en sus modos de hablar, ó en
su conslruccion lia introducido la ignorancia , la vana afectación, el descuido y la demasiada li-
bertad de innovar: será su empleo distinguir los vocablos, [rases ó construcciones extranjeras
de las propias , las anticuadas de las usadas, las bajas y rústicas de las cortesanas y levantadas,
las burlescas de las serias, y finalmente las propias de las figuradas. En cuya consecuencia tiene
por conveniente dar principio desde luego á la formación de un Diccionario de la lengua, el mat
copioso que pudiera ttacerse : en el cvial se anotarán aquellas voces y frases que están recibidas
deiidamenle por el uso corlesano, y las que eslán anticuadas , como también las que fueren ba-
jas ó bárbaras; observando en lodo las reglas y preceptos que están puestos en la planta acor-
dada por la Academia , impresa en el año de 1713.
(|ue se afeüsen y casligascn religiosamcnle , en lo cual podría ser úlil , provcclio-
sa y conveniente la reprensión. Sin embargo, la luisnia Academia en la pág. V
tlel prólogo ¡I su primera bella edición del Diccionario, que publicó en 1726, no
pudo menos de considerar á las arles y olicios, pueslo que dice: «De las voces
propias pertenecientes ;i arles liberales y mecánicas lia discurrido la Academia
liacer un Diccionario separado, cuando este se haya concluido, por cuya razón se
ponen solo las que lian parecido mas comunes y precisas al uso, y que se podrían
Ciliar menos.» Muy tlificil y penoso es por cierto hacer un Diccionario, y de
ello tenemos la experiencia, aunque en menor escala, en los varios que hemos
compuesto y publicado, ya solo por nosotros, ya en compañía de otras personas;
pero no podemos menos de advertir que si la Real Academia |iudo darnos á los
trece años de su creación un precioso Diccionario de la lengua castellana, según
el plan mas ó menos laloijue se propuso, ¿en los cientolreinta años que han pasa-
do hasta hoy desde el de 172G en que nos hizo esta promesa no ha (lodido cum-
plirla ? Por este contesto se ve claramente que la Acaden.ia conoció en un princi-
pio la necesidad de comprender en los diccionarios todo lo necesario al lenguaje
vulgar, y no alcanzamos porqué no ha llenado este vacio que oíros lian procura-
do ocupar, no ya solo en Diccionarios especcionales lecnológicos de las facultades,
que se han publicado muchos, sino en el de la lengua , de que el tecnicismo de to-
das es una parle muy principal y necesaria. Y tanto mas conoció la Academia la
necesidad de entrar en el imperio tecnológico, cuando que al decir en la pág. II
del precitado prólogo, que ponía en el Diccionario, generalmente, todas las vo-
ces de la lengua eslén ó no en uso (¿porqué si entonces lo hizo, no lo ha hecho des-
pués de las que ha ido admitiendo el uso?) añade que lo hace también de algunas
pertcnecicnlcs á las artes y ciencias , para que con su nolicia se pueda saber su signi-
ficado con la proporción correspondienle ; y por qué no lo hizo de todas las voces
de esta clase y si solo de algunas? á qué la manía de continuar en las siguientes
ediciones un defecto , que deja incompleta una sección lan iniporlante del lengua-
je? Mal se aviene ciertamente la mania expresada con el fin principal que, según
dice ,tuvo para la formación del Diccionario, que fué hacerle tan copioso y exacto
en que se viese la grandeza y poder de la lengua , la hermosura y fecundidad de sus
voces, y que ninguna olra la excede en elegancia, frases y pureza, siendo capaz de
expresarse en ella , con la mayor energia, lodo lo que se pudiere hacer con las lenguas
mas principales , en que han florecido las ciencias y arles , pues que entre las lenguas
vivases la española (debiera decir la castellana en nuestro concepto) sin la menor
duda, una de las mas compendiosas y expresivas, como se reconoce en los poetas
cómicos y líricos , á cuya viveza no ha podido llegar nación alguna : y en lo elegante
1/ puro es xina de las mas primorosas de Europa, y tan fecunda que se hallan en
ella , entre otras obras de singular artificio , cinco novelas de bastante cuerpo, com-
puestas con tal especialidad que en cada una de ellas, en todas las voces , que en si
contienen , falla una de las cinco vocales, lo.que hasla ahora no hemos visto ejccu-
iado en otro idioma. Y decimos que se aviene mal con este precioso testo lleno de
verdad por otro lado , porque faltando á su Diccionario tantas voces, y muchísi-
mas mas hoy que en aquella época, no puede afirmarse lan concluyenlementc
esta proposición, como si la lengua estuviese completamente representada en to-
das sus secciones y géneros en el Diccionario , y con todas las voces que hoy usa
por necesidad y conveniencia. Confesamos que la Academia en el plan que se pro-
puso, y nada mas, cumplió su empeño en cuanto al idioma castellano, al que na-
— 20- —
(lie puede negnr con justicia las exceleociíis expresadas , las cuales habia ya con-
Tesado y ilado á conocer, si bien en menor escala , el sabio Covarrubias en su pre-
cioso Tesoro de la lengua, que puede considerarse el primer Diccionario entre las
lenguas modernas , y sobre el cual cimentó el suyo la Academia por confesión pro-
[lia (11, llamánilole Diccionario de la lengua españrjUí , i\ lo que debió añadir ol¡-
cial, puesto que la verdadera lengua española vulgar, repetimos, no es el caste-
llano solo, sino la que resultarla de la amalgama ó fusión del castellano con to-
dos los demás dialectos provinciales, único modo de que fuese general y no solo
olicial el lenguaje que explica en su obra.
Aun cuando no lo puso en práctica en todas sus partes, no dejó de conocer la
Academia que la venladera lengua española se compone del modo que nosotros
hemos expuesto , puesto que en la pág. V del citado prólogo nos dice: Én el cuer-
po de esta obra , y en el lugar que les corresponde , se ponen varías voces peculiares y
propias , que se usan frecuentemente en algunas provincias y reinos de España , cerno
en Aragón , Andalucía , Asturias , Murcia , etc., aunque no son comunes en Castilla,
y en la de Aragón se omiten las que vienett de la lengua Lemosina , y no están auto-
rizadas con los fueros , leyes y ordenanzas de aquel reino. También se anotan las vo-
ces de la Gerigonza ó Germanía , de que suelen usar los que vulgarmente llaman gi-
tanos, y los preciados de guapos, para entenderse entre sí, según la explicación que
de ellas hizo Jlan Hidalgo fu su vocabulario, y se hallan en el de la lengua españo-
la y francesa de César Oudin , impreso en Bruselas el año de 1625 , asi por ser casi
todas las dichas palabras en su formación castellanas , aunque tomadas en diverso
significado, como por encontrarse muchas veces en algunas obras jocosas de prosa
y verso de autores clásicos, á fin de que se entiendan y perciba el sentido en que las
usaron. Si como vemos por este contesto puso la Academia varias voces de las
provincias en su Diccionario , por qué no lo ha hecho después de todas una vez que
confiesa su necesidad? por qué se omiten las palabras que vienen del Lemosin?
á qué dar la preferencia á las voces de la gerigonza gitanesca, solo por encontrar-
se en obras jocosas, á las de los dialectos que expresan necesidades reales, y que
estaban en uso constantemente entonces y lo están hoy? Confesamos que no lo
comprendemos, máxime cuando que si se hizo para que pudiesen entenderse las
expresadas palabras preferidas cuando se viesen escritas en autores clásicos, como
dice la Academia, cuyo fin fué este, autores clásicos y bien clásicos tienen algu-
nos dialectos, en que se hallan obras bien escritas, y en autores clásicos castella-
nos se ven también porción de voces de las provincias desde la creación de aquel
(t) Dice en el prólogo de su Diccionario la Academia , pág. I. «Venerando el noble pensa-
miento de Covarrubias , y siguiéndole en las voces en que halló proporción y verisimilitud , ha for-
mado el Diccionario sujetándose á aquellos principios , y continuando después debajo de las reglas
que le han parecido mas adecuadas y convenientes , sin deíenerge con demasiada reftexion en el
origen y derivación de las voces, porque además de ser trabajo de poco fruto , sería penoso y
desagradable i los lectores, que regularmente buscan la propiedad del significado; y el origen ó
la derivación, cuando no es muy evidente y claro , quedaba siempre sujeto á varios conceptos,
después de ser desapacible su lección.» Si esto hizo en un principio , con justa razón , la Acade-
mia para componer el Diccionario de todas las voces que estaban en uso, y con que se expresaban
las necesidades de aquella época , ¿por qué no se aumenta del propio modo boy con los miles de
voces nuevas con que espresamos las nuestras, sin prestar atención expresa , como entonces lo
hiio, á su origen y derivación, sino á la necesidad que las ha creado y puesto en uso?
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cuerpo , sin que hasta ahora hayan merecido ol honor de ser admiliilas en el Dic-
ciunario.
Al excusarse el filólogo Chao de no poner en su Diccionario la correspondencia
lalina á cada voz, como lo verifica en el suyo la Real Academia, maniOesla que
cree se ocuparía mejor el espacio que llena el lalin en la obra de esta , con el con-
sideral)le número de voces que le faltan y las que desecha; porque en su opinión
los trabajos etimológicos iiechos hasta el dia, y según se coinprenden, son tan pe-
nosos como estériles, y así es que esclama con bastante fuerza de razón: ¿A qur
conduce, cuando el uso ha demostrado la autoridad dd origen, saber que una pala-
bra proviene de otra semejaiüe latina ó ¡/riega, si estos tenían también una etimolo-
gia extraña; si el latín \j el griego no eran lenguas madres? Otra cosa fuera si as-
cendiendo de etimología en elinwlogia , de lengua en lengua , se llegase hasta la pri-
mitiva ó natural del hombre , y se explicase la razón fisiológica y ú la vez filosófica
del extraño fenómeno que presentan idiomas de distinto linaje , con un gran número
de voces de idéntica raiz.
Habiendo la Real Academia admitido confirmar cuantas voces pudiese con au-
toridades de los mejores autores, á pesar de la gran dificultad de ejecutar lo que
confiesa, nos dice á la pág. 18 de su historia , que «el poner estas autoridades
pareció necesario, porque deseando limpiar, purificar y fijar la lengua, era obli-
gación precisa que calificase la voz, y manil'estase los méritos de su juicio, para
convencer de que la Academia no es maestra, ni maestros los académicos, sino
unos jueces que con estudio han juzgado las voces;» añadiendo: qite para que no
sea libre la sentencia , se añaden los méritos de la causa propuestos en las autorida-
des que se citan. Considerando razonable el que la Academia, en su principio,
afianzase su opinión en las de respetables autores, y extrañando ol que, asi como
entonces apadrinó las voces usadas por respetables literatos, que le sirvieron de
base para su Diccionario , no acuda lioy á idénticas fuentes á lomar las nuevas vo-
ces, que ha introducido el uso y la necesidad, de que eslan plagadas las obras de
muchos de nuestros mas respetables literatos, pues que si autoridades fueron
aquellos, no lo son menos estas; extrañando esto, repetimos, en cuanto á las au-
toridades para apoyar el lenguaje, estamos por la opinión del Sr. Chao, que con-
sidera ocioso el apoyo de autoridades , elección difícil siempre , fundándose en
que el lenguaje experimenta , como todas las cosas liumanas , vicisitudes y cambios,
que están en relación con el desenvolvimiento social del pueblo que lo usa, y no hay
razón para que nos expresemos ahora como hace trescientos años.
Hay materias y casos en que las autoridades son para nosotros un principio
cierto, pues que las ven nuestras creencias con tal claridad unidas á la Divinidad,
que no podemos menos de considerarlas como destellos de ella, y en este con-
cepto nos hacen fuerza de ley, que acatamos y veneramos, y á la que nos some-
temos con gusto , sin que podamos ni queramos resistirla de modo alguno; pero
en lo demás, y en especial al lenguaje de que tratamos, estamos por los que pro-
claman que la autoridad no es razón , puesto que dependiendo del uso y del buen
juicio, estas son las autoridades especiales á que es preciso atenerse, porque á
ello obliga la necesidad que ha sancionado el primero, y que á su vez ha llegado
á formar y fortificar el segundo: esta es una opinión nuestra, opinión que espone-
mos sencillamente, sin pretender imponerla á nadie, solo por si pudiera valer
algo en el buen juicio de los estudiosos.
El fin de la Real Academia , según declara ( pág. IV) , no fué ni es el enmendar
— 209 —
ni corregir ¡a lengua , y si solo explicar las voces, frases y locuciones, desterrar y
dar áconocer los abusos introducidos; y no alcanzamos cómo pueda hacerse lo úl-
timo, sin quitar la negativa que se impuso en el primer caso, pues que mal pue-
de desterrarse una voz sin enmendar ni corregir la lengua que la usa; mas pre-
ciso, expresivo y lógico, en nuestro concepto, está sobre este particular el eru-
dito Chao , cuando dice en el prólogo de su obra : un Diccio7iariu no es ni una tribu-
na reformadora ni un paUnque literario , es solo un inventario fiel de lo que existe y
según existe: he aqui una buena descripción de lo que es un Diccionario, ya que
no se la admita por una verdadera y propia definición.
Para disculparse la Academia de haber admitido voces , que tienen su origen
en una contingencia , pone por ejemplo la voz BisoSo, que en castellano equivale
á decir soldado nuevo, al que igualmente llamamos recluta, quinto, si bien pudie-
ra darse también otra interpretación á estas voces. Dice la Academia que esta
voz se origina de que en las guerras de Italia los españoles para pedir lo que ne-
cesitaban decian bisoñe pan, bisoño vino, etc., que quiere decir tengo necesidad
de pan , necesito vino ; por cuya razón los italianos dieron en llamar á los solda-
dos españoles bisónos, nombre que les quedó desde entonces, y que admitió la
Academia por estar en uso : y si asi lo hizo por la expresada razón , ¿por qué des-
pués no lo ha seguido haciendo con tantas voces como desde entonces están re-
clamando el mismo derecho con mas justicia"?
Reconociendo el mismo Cuerpo la fuerza y validez del uso, nos dice en otro
lugar: muchas voces han nacido tan legitimas del absoluto imperio ó tiranía del
uso , que es imposible hallarlas raiz , por no conocer otra madre que el gusto y uso de
los hombres, y asi es forzoso que en estas ceda el discurso á la razón sin empeñarse
en descubrir raiz; y esta es regla de San Isidoro, que en su etimología concluye:
algunas voces se engendraron no según su cualidad, si solo por el arbitrio libre de
los hombres, y no se les reconoce otra raiz; y sin embargo de confesarlo asi el San-
to las admitió, y lo propio liizo la Academia en un principio, razón por lo que es
mas de estrañar que no haya seguido conformándose este Cuerpo científico con
el uso, que ha sancionado tantas voces, que aun esquiva admitir como propias del
lenguaje español , y que desecha con sobrada rigidez. El uso es tal vez un rey dés-
pota , de cuyo cetro, como siente Chao, nadie se exime, ni aun los mismos que
lo maldicen , y en esta inteligencia creyó este estimable escritor con sus asocia-
dos poder adoptar de la reforma las alteraciones que el uso casi general ha san-
cionado, y que debia guardar circunspección respecto de aquellas en que el uso
parece vacilar, ó no está bien pronunciado: esta doctrina, puesta en práctica en el
Diccionario enciclopédico de este entendido filólogo, ha hei:ho que esta obra sea
considerada con notable aprecio , y que ella y la del malogrado Domínguez sean
los Diccionarios mas completos que hasta el día han aparecido de nuestra lengua,
por lo que no debe estrañarnos la prodigiosa suscricion que han alcanzado, y el
que se repitan tan frecuentemente sos ediciones: entro la Real Academia en el
saludable campo de las reformas, y estamos seguros de que una vez en él y fuera
del estrecho circulo en que se halla , sus académicos , entre los que se cuentan su
dignísimo presidente el distinguido literato Excmo. Sr. D. Francisco Martínez de
la Rosa, y no menos digno secretario el fecundísimo poeta dramático D. Manuel
Bretón de los Herreros, nuestro querido antiguo gefe en la Biblioteca Nacional , y
no pocos profundos y sabios filólogos y hombres distinguidos, que han honrado al
país con sus obras escritas , le han dado gloria con sus hechos , y le ennoblecen con
— 210 —
sus virtudes, que venerándolas nos hacernos un deber en reconocer, elevarán
nuestra rica y sonora lengua nacional á su tnas alio grado de pcricccion, y en el
que , sin dejar de ser verdad su bello lema de limpia , fija v da esplendor . pasado
por el crisol de la sabia crítica con que se simboliza , y que lanío se afana por con-
servar , dará á la nación Española la ley fija de su verdadera lengua , y la que hoy
pasa por solo oficial y de ciertas clases, será oficial y vulgar á la vez, que es lo
que necesitamos para librarnos de la anarquía lingüística en que nos hallamos.
Terminada nuestra tarea, cumple á nuestro deber dejar aquí consignado que,
al hacer este imperfecto escrito, hemos procurado beber de buenas fuentes para
formar nuestra opinión, estudiando detenidamente la doctrina sentada por los au-
tores que hemos citado, á fin de poder presentar la mejor posible, dando de nues-
tra propia cosecha lo que se ha alcanzado á nuestro limitado talento; y si alguna
gloria pudiera resultarnos de este trabajo, la declinamos voluntariamente en los
sabios autores que hemos consultado, puesto que nuestra conciencia nos obliga á
confesar , con toda ingenuidad y sin mezcla alguna de hipocresía , que en este es-
crito es la parle mas pequeña y la menos buena lo que verdaderamente nos per-
tenece. Debemos también confesar con franqueza , que hemos expuesto cuanto sa-
bemos en las materias de que acabamos de tratar; y que si otros escrilores mas
entendidos pretenden combatir nuestros errores, en lo cual harán un importanle
servicio al país y á las letras , que seremos el primero en agradecerles, si su doc-
trina nos convence, la aprenderemos con gusto en silencio, cediendo á la razón
nuestra opinión , y sacrificándola nuestro amor propio; pero que sino nos conven-
ce, callaremos también sin intentar defender nuestra doctrina, que sustentaremos
mientras no se nos presente otra que nos la haga creer errada , porque nos propo-
nemos no volver á escribir sobre esta materia.
BASILIO SEBASTIAN
CASTELLANOS.
Madrid 26 de Abril de 1856.
— 211 —
Ó de los VascooM
En las dos verlienles del Pirineo occitlenlal existe una lengua que sus natura-
les llaman ei:sker\ (cuya traducción puede muy bien significar época del sol,
y también zona del sol), tan antigua, que se pierde en la oscuridad de los tiem-
pos; pero que la lingüistica, cuyos resultados son en general mas seguros que
los de las ciencias históricas, va descubriendo poco á poco sus arcanos en los ga-
binetes, donde ha sido cultivada por largo tiempo esta ciencia con celo y buen
suceso, y se ha hecho con mucho esmero la aplicación de ella á los esludios par-
ticulares de la El'SKEUA. No hay que confundir la lingüistica con la filología : esta
estu<lla la lengua para llegar al conocimiento de la esencia intelectual de las na-
cionalidades, y pertenece á la historia; mientras que aquella no se ocupa de la
historia de las naciones , sino que es una parle de la fisiología del hombre, pues
trabaja en la esfera de las leyes naturales inalterables, enteramente fuera del
dominio de la voluntad del hombre, y por eslo sus fuentes son lan limpias y puras
como las demás de bs ciencias naturales. Por el mismo orden de la naturaleza,
observado y estudiado por muchos siglos, la lingüistica ha dividido en tres clases
las lenguas del universo, á saber: monosilnbismo , aglomeración ó aglutinación , y
flexión , en analogía con las tres clases de organismos naturales, que son : minera-
les, vegetales y animales; porque sin los primeros no puede haber los segundos,
ni sin estos los terceros. La eiskera ha pasado en muchos siglos por estas Ires
clases , que forman otras tantas épocas muy remolas, y hace mas de veinle siglos
que se la conoce en estado de decadencia; pero conservando todavía en su locu-
ción las diferentes épocas y vicisituiles por donde ha pasado , empezando por las
radicales monosilábicas, con que están apuradas ya todas las combinaciones pri-
marias; continuando en el veibo por la ausencia de tiempo, persona y de modo,
sin juego ninguno, ó sea sin conjugación, solo con el infinitivo, como los chinos;
V siguiendo paulatinamente la marcha del progreso en el verbo con la conjugación
propia, con solos tres tiempos de presente, pasado y futuro, pasando del estado
monosilábico al de aglutinación , con las terminaciones del verbo que indican
tiempo; mas con las relaciones de agente , paciente , y de persona á quien se di-
rige la palabra, y con características que se van aumentando poco á poco hasta el
punto {jue no deja nada que desear cuando se encuentra en la época de flexión;
y asi puede desafiar á la lengua mas rica y culta de las que se conocen; porque
reuue una riqueza inmensa de elementos primordiales á la construcción mas sen-
— 212 —
cilln y económica ([ue se puede invcnlar. Se conore isualmenle su eflado de apo-
geo en que las radicales sencillas en su orijícn , que tenían una sisniticacion pro-
pia , adquirieron después la figurada, la de similitud y oirás, en las diferentes
combinaciones de |)alaljras á que lian estado sujetas. Un la declinación marcó
tres números, singular , plural é indefinido, con veintisiete casos en cada uno,
lodos diferentes, y cada uno de ellos con su deslino natural y propio, sin
poder confundirse con ningún otro; y asi en este punto sobresale á las de-
más lenguas por la gran lil)ertad que da al orador de poder colocar el ver-
1)0 y los casos donde mejor le plazca para la armonía. Los verbos auxilia-
res, tanto el activo como el pasivo, con nueve tiempos, veintitrés relacio-
nes con características especiales, que representan cada relación, con doce
formas de oraciones, que con la mayor sencillez se componen de letras o silabas
alixas en cada inflexión de verbo , indican con claridad el muciiisimo y esmera-
dísimo cultivo, que tuvo esta lengua en el estado de su mayor apogeo; asi como
los diferentes dialectos que tiene desde antes de la invasión de los Komanos , en
el estado de división en que estaban los iberos en muclias de las provincias de
España , son un testimonio irrecusable de su principio y decadencia por aquellos
tiempos; y este idioma verdaderamente enigmático , como le llama A. Scbleicber,
se ha conservado en los fragosos bosques del Pirineo por el aislamiento de sus
habitantes del roce con las demás naciones, por una parte, y por otra, porque
su construcción gramatical diferente enteramente de las demás lenguas que la
roilean, es la mas propia para preservarla de la corrupción y de la decadencia,
como ha sucedido en la lengua egipcia en África, entre los Cophtos. El abandono
y el poco aprecio que hacen de su lengua los que dirigen los deslinos del pais
Vascongado . sin una Biblioteca , sin una cátedra , y ( vergüenza dá el decirlo) sin
un Diccionario Vasco-Español ni gramática medio regular, serán causa de que
se extinga una lengua tan antigua , lan filosófica como econóiiiica en su construc-
ción, y tan rica en sus elementos, que puede servir de modelo para los que tra-
bajan sobre una lengua universal.
Hemos (Helio que la kuskiíua es monosilábica en sus primitivas palabras, que
ahora llamamos raices ó radicales, porque forman la base de las palabras com-
puestas y de las derivadas. Apuradas del lodo las combinaciones monosilábicas,
acudieron á las disilábicas; pero no las agotaron sin duda, por no confundir tal
vez con las palabras compuestas de dos monosílabas. En lo que parece no hay
duda es, que no se encuentra ninguna radical irísilábica; en el mero hecho de
contar con tres sílabas infunde sospechas de extranjera; aun muchas que se
creían radicales disilabas, no son sino palabras compuestas de dos monosílabas;
v. gr. men-di (monte), iz-ar (estrella), etc. La tendencia de esta lengua al mo-
nosilabismo se conoce con toda claridad, no solo en las caracterislicas de las
personas y tiempos de la conjugación , en que una sola letra , ó una sola sílaba,
representa toda una palabra significativa , sino también en la composición de las
palabras, en donde se elide para mayor brevedad la mayor parle de la palabra
dejando una monosílaba suya representando la parte que la toca en la palabra ül-
timamente compuesta. Asi es que la radical ar en composición tiene ocho sig-
nificaciones diferentes ; porque unas veces es raíz pura , y otras solo es represen-
tante de otra palabra dividida, como argiii (luz), ardi edo arari (carnero), etc.;
V. gr. iz-ar (estrella) es elícion de iz argui (luz de mar), arzaya (pastor) de
orc/i edo arari zaya, esto es, que cuida de las ovejas ó carneros.
— 213 —
De eslas palabras primitivas ó raices primarias, ya por derivación ó ya por
coiiiposicioii , resullan una infioidad de palabras empleadas para presentar bajo di-
ferentes aspectos, que las modifican, la idea de la que es la primitiva por conven-
ción , el signo representativo. Los derivados nacen de la raiz primitiva ó radical,
se^un las reglas uniformes y constantes que tiene establecidas la lengua , y que
son fijas y limitadas; cada una de ellas lleva una modificación diferente á la idea
<]ne representa la radical , y cada raiz sufre un número mayor ó menor de estas
modificaciones , conforme se presta mas ó menos la idea de que es signo.
Las palabras formadas de la radical por derivación llegan á ser primitivas ellas
mismas relativamente á otras , á que dan origen según los mismos principios;
asi se las puede llamar raices secundarias. La unión de dos ó de muchas raices
primitivas ó secundarias forma y da origen ¿i las palabras compuestas ; v. gr. Az-
koilia por Azgoitia.^!z-ar aitz Ola-mendi.
Las palabras compuestas se dividen en dos clases distintas. I." Las que están
formadas por la combinación de dos raices primitivas ó secundarias indiferente-
mente, i." Las que resullan de la reunión de una radical cualquiera á un cierto
número de otras raices, que entran constantemente en la formación de las palabras
compuestas , modificando de un modo uniforme las ideas expresadas por las raices
con quienes se combinan. Las palabras compuestas de las dos clases pueden ser
consideradas como primilivas con relación á otras muchas palabras , que derivan de
ellas según los principios comunes á las raices primitivas y secundarias. Se pue-
den considerar todas estas palabras compuestas como raices compuestas. Los de-
rivados de las raices primitivas, secundarias y compuestas, forman las palabras
compuestas , combinándose entre sí indiferentemente.
Estos principios generales están agotados en la naturaleza de la lengua Euske-
ra mucho mas aún que en la Egipcia , que se tiene por una de las mas anti-
guas, y cuyos monumentos lo justifican. Ellos dan una idea clara y precisa de la
marcha que se ha seguido en la combinación de los elementos que la componen.
El sentido de una palabra radical monosilábica , empleada según estos principios , y
modificada en sus expresiones cuanto permite la idea de que es signo, puede su-
frir cincuenta y ocho modificaciones ó transformaciones , que expresan otras
tantas modificaciones regulares de esta idea raiz. La lengua Egipcia, una de las
mas ricas en este género, solo puede sufrir, seguo Mr. Champoleon, cuarenta y
dos transformaciones.
El sentido de cada monosílaba ó palabra primitiva está, en efecto, cambiado
por la adición de otras monosílabas, signos constantes de los géneros, de los nú-
meros, de las personas, de los mudos y de los tiempos. En este caso son infinitas
las combinaciones de la Euskera ; pues en el modo indicativo del verbo activo tie-
ne setecientas sesenta y tres mil trescientas cuarenta y cuatro inllexiones en los
cuatro dialectos, nueve tiempos, veintitrés relaciones, doce formas de oraciones,
y ochenta y un casos de declinación para los relativos. Son infinitas además las
señales distintivas, que hacen pasar sucesivamente la radical al estado de nombre
común, de nombre abstracto, de nombre de acción, de adjetivo privativo, de ad-
jetivo inlensitivo, de verbo activo, pasivo, etc.; pero lo que admira en esta len-
gua es su modo sencillo y lógico de las diferentes formas de oración , que á prime-
ra vista parece que ha de introducir una gran confusión en la conjugación del ver-
bo , siendo tantas sus relaciones. Cada infiexion de verbo, que es lan completa y
exacta en conservar su radical y sus características de persona agente y pa-
— 21i —
cienle, de tiempo, de modo, etc.; iiSadiendo una píirliculii iilixa , forma una ora-
ción de relativo, de estando, condicional , causal, ele.
Dakar! Yo lo traigo.
Dakart-ala. . . . Que yo lo traigo.
Dakarl-alarik. . Mientras yo lo traigo.
Dakarl-aíako. . . Porque yo lo traigo.
Vakart-an Si yo lo traigo.
Dukart-ana. ... Lo (]ue yo lo traigo.
Dakarl-ancan. . Cuando yo lo traigo.
Dakarl-ancko. . Para cuando yo lo traigo.
Dakart-anez. . . Según yo lo traigo.
Dakart-andik. . De donde yo lo traigo.
Dakart-año. . . . Hasta que yo lo traigo.
Dakarl-anvnz. . Hacia donde yo lo traigo, etc.
La eiiskera se presta tanto á estas combinaciones, y con una admirable facilidad
á la formación de las palabras compuestas, que une también á esta ventaja la de
una extrema claridad, siendo multi|)licadas las formas y las palabras determi-
nativas.
Si las lenguas semíticas, particularmente la bebrea y la árabe, fundan su pri-
niacia y antigüedad en que sus radicales, imitando á la naturaleza, que siempre
empieza por lo mas sencillo, lo mas corlo y lo mas fácil, comunmente no tienen
mas que tres letras ( y estas por precisión lian de ser consonantes ) , mejor pueden
fundarla los euskvranos, que empezando por las letras del silabario, y concluyendo
por todas las combinaciones posibles, monosílabas y disilabas, están casi apuradas
en radicales ó palabras primitivas; v. gr., an (tomar); as (empezar); o: (mante-
ner); er (pueblo); es (domar); ez (encerrar); y al (poder) ; el (llegar) ; il ( morir
ó matar), etc., etc. Las mismas .letras del alfabeto, tanto las vocales como las
consonantes , en la composición de las palabras , en la declinación del nombre y en
la conjugación del verbo, representan otra palabra significativa, de que forman
parle; v. gr. la a al fin del nombre es articulo poslposilivo; asi es que significa el,
y aun goza de otras funciones que tenemos explicadas lataraenle en nuestro Ensa-
ya de un tratado de etimologías Vascongadas , jumamente con todas las letras del
alfabeto. La b inicial, como monograma, en el modo imperativo del verbo es
característica de la tercera persona paciente, siendo agente olra tercera persona;
v. gr., Bedi , Bitez. La fl (pronunciando como gamma griego) al principio de un
verbo es representación de gu (nosotros) primera persona del plural; como gtra
( somos nosotros) ; giñan (éramos nosotros); y de este modo se explican todas las
letras del alfabeto, lista idea , unida al falal sistema de Courl de Gcbelin, debió sin
duda ninguna infiuir en nuestro compatriota Aslarloa para sus desconcertadísimas
elimologias, suponiendo (jue cada lelra por si tenia un significado propio y ab ori-
gine; pero realmente las letras en conqinsicion, y particularmente en la conjuga-
ción del verbo, llenen la representación de las palabras, elididas para la mas fácil
l>ronunciacion y aglutinación, cuando ya la complicación se aumenlaba en la mul-
titud de radicales componentes de la palabra ó de la inflexión.
Las raices ó silabas radicales no forman siempre un sentido , ni por consiguien-
te una significación ó palabra , en lo común de las lenguas; por ejemplo am en la-
— 215 —
lin, en castellano y en italiano, es la railical necesaria para los verbos amare y
amar; pero en la euskera, esa misma raiz es signincativa de madre , y con el ar-
ticulo ó postposilivo, ama ( la madre). De este modo todas las raices euskeranas son
otras tantas palabras significativas en su lengua, y no son prestadas de ninguna
otra; antes bien siendo ella tan antiquísima, en el transcurso de tantos miles de
años ha podido prestar muy bien á otras lenguas, que se han formado posterior-
mente; por cuya razón es muy difícil juzgar á cuál de las lenguas primitivas per-
tenece esla radical ; significando igualmente madre en persa , en caldeo y en siria-
co, lo mismo que en la euskera. Siendo una radical onomatopeya , es muy fácil la
hayan adoptado diferentes naciones para sus respectivas lenguas; pero también
puede ser muy bien prestada por la mas antigua á las lenguas modernas: pero en
este caso la filología entra con su critica y su historia á juzgar de la primacía en
las lenguas que la disputan. Hay pues el medio de examinar cuál de estas es mas
constante en conservar su radical en sentido recto y figurado en todas las pala-
bras compuestas; v. gr., ama (la madre) , y también (amar) ; ama-'oichia , madri-
na de bautizo; ama-hijoija, la bisabuela , amabisaba, la bisabuela; aviagiarraba,
la suegra; amainua ó amainudea , la nodriza ó madre de leche; amainudetú , ha-
cerse nodriza; amaizóte, maternidad ; amaizuna , madrastra ; amalacjuna , madri-
na de boda; amama, abuela ó dos veces madre : amañoa , nodriza ó madre de le-
che; amar , diez (ó los dedos de la madre) , y todos sus derivados de diez hasta
veinte conservan en am« la radical secundaria amar; am-ar-nsi, enamorar con
lodos sus derivados, que son muchos; amarena, materna con todos los suyos;
amaraztea , enamoramiento con los suyos: amarra Isenl. fig.) . apogeo, adhesión
con todos sus compuestos y derivailos; amarrua { sent. fig.) , malicia, disimulo;
amoria, amor amarillo ó que pone á uno amarillo, como es el amor erótico. ( Pal-
leal omnis amans: color /lic esia/iíus amori. dijo Nasson.) Los derivados de amor/a
son niuchisimos; amorrua (sent. iróii.) , rabia, odio , aborrecimiento; es decir, lo-
mar horror al cariño. Puede que pasen de cuatrocientas, ó acaso muchísimas mas,
las que se componen ó derivan de la radical am en sus diferentes acepciones ó
sentidos. ¿Podrán presentar las lenguas hebrea caldea y siríaca una descenden-
cia tan numerosa y legítima como la euskera, de esla raiz am que se disputa? Es-
tas cuestiones hay que dejarlas por ahora á un lado; pero no hay que perder de
vista, que para llegar á esla perfección una lengua en aquellos tiempos tan remo-
los, adonde no alcanzan los recuerdos histórícus, debió haber sido cultivada con
mucho esmero por varios siglos eu la mayor época de su apogeo, y por consi-
guiente la nación que la hablaba estaba muy civilizada y era muy poderosa; por-
que las lenguas siguen la misma marcha y curso que las naciones que las poseen,
igualmente que su literatura. Con este motivo, fijándonos por un momento en la
época de llexioii de esla lengua, tal cual la conocemos por los grandiosos frag-
mentos que aun se conservan en medio de sus ruinas . de su confusión y anarquía,
y aun de su estado de corrupción actual , no nos podemos liispensar de presentar
aquí algunos rasgos sobresalientes de la euskera, muy propios para probar la ori-
ginalidad de este idioma, verdaderamente enigmálico , que, según la opinión de
un lingüista moderno , tiene el aire de ser la única lengua ob ori(¡ine ó primiti-
vamente nacida en la Europa, y aun el Sr.de llumbold la hace ab orinitie de Es-
paña: pero yo no participo de la misma opinión, porque la lengua misma y sus
significados me dicen que es advenediza en España, y este nombre puesto por
ellos me confirma aun mas. Encierra en primer lugar un gran número de palabras
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formndiis por onomalopeyn. Como todas l;is lenguas que son primitivas , la Euskera
procede por imitación, adhiriendo un sonido mas lilen que olro á la expresión de
una idea dada, como si este sonido fuese imilalivo de la idea misma; asi es que el
nombre de iiiuclios animales no es mas que la imilacion aproxiniativa, según
nuestro oido, del grito ó canto del animal ó pájaro; v. gr., kirkir , el grillo; kuku,
el cuco ; chepech , un pajarito pechiruliio; soso , el tordo, etc. Después sucedió lo
mismo con los objetos inanimados ó maneras de ser físicas, que no fueron moral-
mente representadas por los sonidos arbitrarios; aun hahia imitación en jo, gol-
pear; en zarl, reventar; chimisla, rayo ó relámpago, que pasa ligeramente sin
casi sentir. Vero estos medios de ¿miíacion debieron agotarse ó abandonarse, y se
buscaron entonces las similitudes, para pasar en seguida á las asimilaciones , saca-
das todas del orden fisico únicamente, cuando fué necesario expresar las ideas
abstractas y los objetos intelectuales. He aquí los curiosos ejemplos que liemos ci-
tado arriba con la radical am , onomalopeya en su origen en boca de los niños , sig-
nificando madre; representando amor y cariño de tal, como verdadero tipo; y ra-
dical de tantos derivados y palabras compuestas con la misma acepción modilicada
según la derivación ó composición; oirás veces indicando, en senliilo figurado ó
en el irónico , las significaciones que tiene. La Euskera es muy abundante y rica en
este género de asimilaciones , comprendiendo la idea de la mayor parte de las cua-
lifieaciones morales, y expresándose por las modificaciones gramaticales de cada
palabra radical , como se (luede ver con el mismo am.
lín fin, una porción de nombres y de verbos se forman de sola esta radical, y
de varios casos de la declinación del nombre se forman verbos, asi como de cada
inllexion de verbo se forman nombres , que después á su turno se declinan,
y también las doce ó mas formas de oración que juegan en el discurso con tanta
precisión y elegancia , que en esle género es única la Euskera ; porque conservan-
do la inflexión enlera , abraza todas las relaciones, marcando personas, números,
tiempos y modos , que no conocen los participios griegos ni latinos.
Todos estos datos , y otros muchos que omitimos por no ser prolijos en esle cor-
lo extracto (que diclamos al amanuense en nuestra convalecencia después de una
terrible enfermedad , que nos ha tenido al borde del sepulcro) revelan los verda-
deros procedimientos de formación de la lengua Euskera, y al mismo tiempo su
originalidad, que son hechos de un alio interés con respecto á nuestros idiomas
modernos, que son de la última formación, semejantes en eslo á las grandes ro-
cas traídas por las aguas en el último cataclismo, después de las grandes revolu-
ciones de la tierra, y que eslán formadas de irregulares aglomeraciones de los
restos dispersos de las rocas primitivas. La época de la mayor preponderancia ó
apogeo de esta lengua es antihistórica , es decir , que no la alcanza la cien-
cia histórica de los hombres; pues cuando empieza ésla, se encuentra en estado
de decadencia aquella, formando dialectos diferentes en España y varios punios
de Italia. No se tiene aún idea cierta y segura de su alfabeto, y por consiguiente
de su literatura , y ¿cómo se ha de encontrar ningún vestigio de estos dos elemen-
tos del saber humano, si, cuando la lengua egipcia estaba aun en su infancia, y
los Sabios se ocupaban en formar sus gerogliíicos y geráticos , ya estaba en deca-
dencia la Euskera y su nación? En ninguna historia de aquellos tiempos ni en los
posteriores se hace mención de este pueblo tan civilizado y tan poderoso , como lo
indican claramente los elementos de su formación monosilábica , recorriendo por
railes de años las tres épocas ya indicadas de rnonosilabismo , de aglutinación y de
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flexión, y no se le ha conocido nunca mas que en estado de decrepilud ó de deca-
dencia. Asi como en la historia natural del globo terrestre, la roca , la planta v el
animaí, que representan los reinos mineral, vegetal y animal , expresan á la vez
tres momentos, como dice Schteicher en la idea del organismo, tres divisiones en
el sistema de los seres naturales, y tres épocas en el desarrollo del globo; así tam-
bién los monumentos de formación , de crecimiento y de virilidad , que en-
contramos entre las ruinas de esta lengua en los fragmentos y partes componen-
tes de la antigua arquitectura filológica , nos manifiestan sus diferentes eras ó épo-
cas , llamando seguramente para perpetua memoria Euskera (era ó época del
sol) á su lengua, como nacida bajo la zona tórrida ó del sol, y Erd-era (era de los
advenedizos ó del medio) á toda otra lengua extranjera. Las lenguas, y particu-
larmente la Euskera , dan á conocer también su desarrollo sucesivo , que se
puede llamar historia en el sentido mas lato de esta palabra , puesto que la lengua
pertenece á la esfera espiritual del hombre, porque ella posee una historia, que
no existe mas que en esta esfera. Todas las cosas naturales tienen su origen
ó nacimiento, su crecimiento , sa decadencia ó vejez, y s\i muerte; tanto los minera-
les como los vegetales y animales, las naciones y sus lenguas, en fin todo. En el
curso de tantos miles de años se ven levantarse por grados los idiomas, des-
de el estado monosilábico al de aglutinación , para después descender aun al estado
de flexión. La esperiencia demuestra que en los tiempos históricos declinan
las lenguas , y que no podemos ver jamás el nacimiento de una lengua nueva ; pues
cuando apercibimos, á los primeros rayos de la historia, la lengua tan ricamente
desarrollada, inferimos con razón que su formación tuvo lugar antes de la
historia.
La Euskera no tiene mas que una sola declinación , como las lenguas finesas ó
de Finlandia y Norte de Europa, y en esto tiene una inmensa ventaja sobre los
idiomas que hacen tanto aprecio de sus declinaciones, particularmente sobre el
griego y el latió , que no tienen casos en suficiente número para evitar las prepo-
siciones, y para expresar sin estas todas las relaciones; por consiguiente tienen
que recurrir á estos dos medios para obtener un solo objeto. Además tienen mu-
chas declinaciones, y esto es multiplicar los seres sin necesidad , contra todas las
reglas de buena filosofía. Tampoco contienen estas dos lenguas el número indefi-
nido, que tiene en la nuestra sus veintisiete casos; lo mismo que el singular y plu-
ral tienen cada uno otros veintisiete, aventajándose en esto á las lenguas finesas,
las mas ricas en casos, pero que no pasan de quince. Cada caso expresa su rela-
ción , sin que se confunda con ningún otro , ni haya necesidad del auxilio de nin-
guna preposición. Esta sola declinación se apropia y arregla todos los nombres,
pronombres , adjetivos y participios ; todo lo que se llama en otras lenguas infini-
tivos de los verbos. Ni la actividad social de las dos naciones ya citadas, ni el in-
menso trabajo de la civilización occidental , de la que han sido las productoras in-
fatigables, ha retirado el espíritu á sus idiomas para aplicarle á los rudos esfuer-
zos de la historia, como ha sucedido igualmente con la Euskera: estos idiomas
han terminado por sucumbir á las leyes de la asimilación y de la contracción; sus
formas, en otro tiempo tan precisas, se han usado y gastado , como se ve paten-
temente en varios casos de la declinación , y en las radicales de los verbos auxi-
liares, según se habla hoy en dia en las Provincias Vascongadas. Cada dialecto ha
variado muchas de sus terminativas, de sus inflexiones de la declinación, y aun
de radicales y características en el verbo. Esta destrucción , ó sea esta decaden-
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cia de In lengaa , es muy antigua ; evidentcrncnlc empezó largo tiempo antes de la
entrada de los Cartagineses y Romanos, como deniueslryn ya á los observadores
las trazas de una alteración profunda, listos vestigios no se ven ni se conocen á pri-
mera vista; es necesario un estudio muy sólido y constante en el análisis ú exa-
men detallado de los primitivos elementos, que constituyan la preciosa, elegante
y económica arquitectura de esta lengua en su época de aglutinación. Asi como
cuando el idioma primitivo de los griegos empezaba á separarse ó dividirse en si
mismo , y á producir grupos mas ó menos lejanos del tipo primitivo , que se llama-
ron dialectos , los dorios , y sobre lodo los eolios , guardaron muclias lormas pri-
mitivas, y los dialectos jonio y ático se alejaron ; asi también en la Euslcera han
conservado los vizcaínos mas puros los tipos primitivos que los guipuzcoanos y
leborlanos, que se han alejado rauclio de ellos. La dilerencia dialéctica en el vas-
cuence es muy grande; acaso mas que en los idiomas semíticos del hebreo y del
árabe. I.a época del dialectismo en griego coinciilc con la de la literatura clásica,
que se llama la época Helénica; mas tarde , de lodos los dialectos el de los atenien-
ses predominaba solo; pero habiendo llegado á ser propiedad universal de todos los
helenos que no eran atenienses, fué alterado poco á poro, y en eslc estado de al-
teración lento, pero inevitable, recibió el nombre de dialecto común. Esto mismo
quisiéran)OS que sucediera con nuestra Euskera, que poco á poco se formase un
dialecto clásico ó literario, que comprendiesen igualmente los habitantes de lodo
el pais Vascongado indislinlamenle , como puede suceder muy bien , si el clero del
pais en su predicación y publicación de devocionarios y de obras de instrucción
cristiana, usase de un lenguaje puro y escogido, arreglando para ello una gramá-
tica , que reúna los elementos primitivos de esta lengua en su mayor pureza , sin
hacer caso ninguno de los actuales dialectos , y atendiendo solo á la verdadera y
genuina restauración de la lengua, aproximándose, cuanto se pueda, al estado que
tenia en la é|)Oca de su mayor apogeo ó de su mayor pureza. Para esto es indis-
pensable la formación de una academia compuesta de Vascongados , que hayan he-
cho esludios especiales sobre su lengua , ó que hayan estudiado las lenguas orien-
tales , ó dedicádose á estudios lingüísticos, admitiendo igualmente en su seno á todo
filólogo ó lingüista extranjero que se dedique al estudio de nuestra lengua. Las au-
toridades del país deben proteger y conlribuir para la prosperidad y buen éxito de
los trabajos de esta corporación, que serian sumamente útiles para el país y para la
ciencia tilológica , llevando á cabo el gran pensamiento de nuestro adorado patricio,
el Sr. Conde de Peñatlorida, fundador de la Sociedad vascongada de Amigos del
país, que produjo laníos beneficios. De este modo estaría unida esta nación con el
tiempo ethnográficamente, bajo un dialecto común literario, que al cabo de un si-
glo ó dos preilominaria , por la ventaja de ser comprendido en las siete provincias ó
dislrilos de diferentes dialectos, que hoy se conocen y no se pueden entender unos
con otros, ya que es imposible reunirías politicamente perteneciendo á ilos nacio-
nes poderosas. Progresaría muchisimo la literatura vascongada, por(|ue habría
mas consumo de libros euskeranos , puesto que les era comprensible á lodos el
dialecto literario, y entonces se publicarían muchas gramáticas, diccionarios y
obras útiles, que por temor de falla de venta so hallan en el día en el estado de
manuscrilüs , unos concluidos y otros abandonados, sin ningún género de estimu-
lo para concluirlos. No olvidemos lo que ha sucedido con la lengua griega, á la
que hemos dejado en estado de dialeclo común. Mas larde aún esle dialecto, que
habia llegado á ser también la lengua de otras naciones , que no eran Helenos , ad-
— 210 —
quinó de estas tantos giros gramaticales usados entre ellas, que se llamaban
barbarismos y solecismos, que lomó el nombre <le lengua bizantina. Después de la
destrucción de este Imperio, llamado también del Oriente ó flomóico, esloes, Ro-
mano , no quedó mas del idioma decaido. La lengua actual , eslo es el Griego mo-
derno, que conliniia en llamarse lengua Romaica [e Romaike glossa) ha sido mu-
chas veces el objeto de las investigaciones. Esle griego moderno , sobre lodo como
lengua escrita, se acerca muchísimo mas al antiguo griego que las lenguas lla-
madas Remanís al latin. Muchas de las modificaciones materiales que distinguen
las lenguas jóvenes romanis de la lengua vieja romana se habían ya escurrido en
la lengua griega , cuando eslaba al fin del primer periodo llamado Pelásgico ; estas
modificaciones contribuyeron de este modo á la creación del griego clásico, y no
menos los cambiamentos de pronunciación , que se hacía poco á poco sufrir á las
vocales, y que no se juzgaba á propósito el introducirlos en la escritura, que ya
eslaba una vez recibida. Sí tenemos, pues, estos ejemplos y estos datos de otras
lenguas antiguas, que han pasado por lanías vicisitudes, venciendo tantas dificul-
tades, sobreponiéndose á tantas desgracias, y figurando siempre en primera linea
¿por qué los euscaldunes no hemos de buscar los medios de conservación v aun
de perfección, teniéndolos latí evidentes y claros , que no exigen mas que cons-
tancia y laboriosidad en su cultivo? Estudiemos con detenimiento el origen del re-
nacimiento de la lengua griega en Europa, y particularmente en Francia y en Ita-
lia después de la destrucción del imperio del Oriente, y veamos al griego Manuel
Chrysólobo explicar y enseñar su lengua en Venecía, Florencia , Roma y Pavía,
y contar entre su auditorio multitud de hombres hábiles, que fueron sus discípu-
los, entre otros Phílelpho, Gresorío de Tifernes, Leonardo de Arezo, Pogio y
otros muchos, hacía lósanos 1418 en que murió. Después profesó en Florencia
Argyrófilo de Conslantinopla, y á poco tiempo florecieron en Roma y Calabria, Gaza
de Tesalónica y Jorge de Trebisonda en tiempo de Eugenio IV, y luego explica-
ron Gregorio de Tifernes en Francia , Juan Lascaris Ruda , etc.; y de estos apren-
dieron Gerónimo Alejandro, que á su lurno enseñó en uno de los colegios de Pa-
rís, de donde salieron los Capniones, los Erasmos y los Gesner, etc. Si la Eus-
kera no tiene una literatura interesante como tenia entonces la lengua griega , con
tantos códices y manuscritos como reunieron los Médicis, Venecianos, Pisa-
nos, etc., para estimulo de los extranjeros que se dedicaban á la literatura orien-
tal, posee sin embargo en un rincón áspero del Pirineo un país poblado de cerca
de un millón de babitanles en ambas venientes, con unas costumbres origínales,
con una legislación particular , con una felicidad y orden administrativo sin
igual, que es envidiada de franceses y españoles en todas épocas, y con un len-
guaje antiquísimo, tan original que en nada se parece á ningún otro de Europa, y
que está llamando la atención de todos los sabios, tanto filólogos y lingüistas como
historiadores y arqueólogos del mundo civilizado, esperando y deseando con
ansiedad las producciones de los vascongados sobre la lengua , que la consideran
como áutochtone ó ab origine de la España y aun de la Europa. En lo que no hay
la menor duda es que los que se ocupan en formar Diccionarios etimológicos de
las lenguas, particularmente los de la lengua española, portuguesa y lemosina,
hallarán muchísimas palabras , cuyas raices primitivas son vascongadas. No
lia y pocas en las lenguas griega y latina de origen puramente eusherano , como
pharanz, pharangos, de harán y harango (que significa valle), elephas, elephan-
tos, de elehandia (animal grande) , y otros muchos que pudiéramos citar sin cansar-
— 220 —
nos mucho. He adquirido la convicción intiiua de que muchas palabras, que crcia
yo al parecer con toda seguridad que eran latinas, al hacer el estudio analilico
he visto que son compuestas enleramenle de radicales de la Euskera; y la conjun-
ción e¡ latina es la misma eío, conjunción vascongada, que cuando pasa a ser ter-
minativa en composición es indicativa de pluralidad, como /cereis-eío , localidad
de varios cerezos, etc. Sobre lodo, cuando el pais Vascongado tenga una gramá-
tica general de su lengua razonada según los principios establecidos en ella , como
demuestran claramente los elementos de que se valieron para su formación desde
los primitivos tiempos de su origen hasta la época de su apogeo, y aprendan mis
paisanos su lengua nativa con reglas seguras, fundadas en las bases mas sólidas
de la lingüistica , saldrán desde luego buenos lingüistas y filólogos para estudiar
con mas facilidad, conocimiento y seguridad las demás lenguas, y tendrán la su-
ya para punto de comparación y estudio de la perfección de las lenguas. El clero
vascongado (sea del dialecto que fuero el predicador) será entendido con facili-
dad en su doctrina y en el confesonario: la oratoria sagrada y sus escritos tendrán
la pureza y la elegancia que ad((uirieron los Crisóstomos, los Basilios y los Na-
ciancenos en la lengua griega bizantina, que era común á todas las iglesias del
Oriente , como lo seria la Euskera literaria pura y sólida , sin distinción de dialec-
tos, para todo el pais Vascongado , estableciendo para ello cátedras de una misma
gramática general en los Seminarios Conciliares de Vitoria, Pamplona y Bayona.
¿Qué diferencia no se encuentra al ver las pláticas dominicales del cura de Astea-
zu, el Sr. Aguirre, á los devocionarios de Cardaveras y otros del siglo pasado? Con
buenos elementos gramaticales y lexicógrafos ¿cuánto no se adelantarla en nues-
tra lengua? Pero para esto se necesita trabajar para la unión etlinográlica , por me-
dio de una gramática general razonada de la Euskera, aprobada y autorizada por
una Academia compuesta de hombres competentes en la materia. Si en el dia no
se pudieran hallar tan inteligentes por falta de estudios preliminares , con este es-
timulo se formarían dentro de algunos años.
concohdancia vizcaína.
Nos motejan los castellanos, porque cuando hablamos sn lengua de escombros
ó de acarreo, no concertamos el sustantivo con el adjetivo en género solamente.
Esto proviene de que, no conociendo los euskaldunes sustantivos y adjetivos, y
mucho menos sexo ó género masculino y femenino en cosas inanimadas ni en nom-
bres abstractos en su lengua, y no teniendo mas parles de la oración que el nom-
bre y el verbo, esto es, la palabra declinada , que los gramáticos llaman nombre,
y la palabra conjugada, que llaman verbo, ó la palabra por excelencia , se les re-
siste enteramente esa concordancia castellana , que mejor debiera llamarse discor-
dancia ; pero en cambio tienen otra que verdaderamente es concordancia mas lo- '
gica y mas interesante, que es la del verbo con todas las relaciones que abraza
la oración en que se halla. Hemos dicho ya en este escrito que el verbo activo so-
lamente en modo indicativo tiene setecientas sesenta y tres mil trescientas cua-
renta y cuatro inflexiones ; pues entre estas tiene que buscar una para con-
cordar con todas las relaciones de persona, de número, de trato, etc., que abra-
za la oración , y si el modo es imperativo ó subjuntivo, hay otras muchas inflexio-
nes que hay que recorrerlas; pero la exactitud , hermosura y elegancia de esta
lengua es en los principios ó formas de oraciones , que llenan completamente todas
— 221 —
las relaciones del verbo, y los participios las de! verbo y la declinación del nom-
bre. No sucede asi ea los participios griegos y latinos, que necesitan de la aclara-
ción de la segunda oración para saber cuál es la persona y el tiempo exacto del
participio , que está al aire.
El P. Zabala , en su Verbo regular vascongado del dialecto vizeaino , siguiendo en
parte las erradas huellas del Sr. Astarloa , pone ocho modos , que son : infinitivo,
indicativo, optativo, condicional, consuetudinario, imperativo, subjuntivo y po-
tencial. Quisiéramos que hubiese una Academia donde poder discutir este punto y
otros muchos en que no estamos conformes los aficionados á esta lengua. Confun-
de en nuestro concepto el Rdo. Padre una oración de verbo determinante y verbo
determinado. ¿Pues qué pertenecen acaso al modo potencial del verbo haber todas
las conjugaciones dai, zaiz, nai, etc., cuya raíz ai no es mas que el mismo verbo
al (poder)? La conjugación de este verbo esíá completa con el cambio tan fre-
cuente de la ¡ en la i. Por consiguiente bete-nai (rae puede llenar) es una oración
de dos verbos, á saber: el determinante nai, tercera persona del preseole de in-
dicativo del verbo al (poder) con la relación de me en la característica n prefor-
mante , y el verbo determinado bete (llenar) en infinitivo. Lo mismo sucede con el
consuetudinario, etc. Es lastima que se pierdan tantos trabajos individuales y
tantos esfuerzos por no formar una sociedad literaria ó filológica de esta lengua,
donde discutir y consultar sobre las dudas que ocurran, y combatir los errores
que inocentemente por ignorancia se propagan. Deseamos que llegue este dia para
asegurar el buen éxito de los esfuerzos de los amantes del pais Vascongado.
JOSÉ FRANCISCO DE AIZQL'IBEL.
Toledo ai de Mayo de 1856.
i
'>22 —
ADVERTENCIA.
Hubiéramos podido dnr en este lugar una bibliografía completa , en lo posible,
de todas las obras que sobre las lenguas y la escritura en general y en particular,
sabemos se haya publicado en Europa , empero habiendo citado los autores de las
principales en el ingreso de estos escritos, remitimos al estudioso á las cuciclo-
pedias expresadas, en las que hallarán hecho este trabajo. Después de impresos
los discursos anteriores , hemos leido con sumo gusto el Orifjen de la Ortología y Je
la Ortografía, ó Historia de la formación de las In^guas y de la invención de la escri-
tura , demostrada con hechos constantes de la mas remola antigüedad y con la mar-
cha natural de. los conocimientos humanos, opiisculo escrito y publicado en 18Í7
por nuestro querido amigo el ilustrado americano D. Vicente Pujol de La Basti-
da ; y ya S(ue no hayamos podido nosotros verle á tiempo de habernos aprovecha-
do de sus curiosas noticias y razonadas reflexiones, le recomendamos á nuestros
lectores como uno de los trabajos mas lilosólicos y concienzudos, que en nuestra
opinión se han publicado sobre esta materia. También recomendamos á los estu-
diosos los importantes opúsculos siguientes , publicados por este ilustrado autor,
en todos los que se ve una profundidad filosófica y un criterio y método poco co-
mún , digno de estudiarse por los lilólogos y por cuantos se dediquen á la lingüis-
tica y á las ciencias exactas. Cartilla progresiva para enseñar á leer con la mayor
facilidad y prontitud, sin necesidüd de calón, para la enseñanza de S. A. K. la
Serma. Sra. Princesa de Asturias. Ortología de la lengua castellana, ó ciencia de
pronunciación, con mas de ciento ochenta leyes naturales de esta ciencia , que no
se hallan en ningún otro tratado. Filosofía de la numeración , ó descubrimiento de
un nuevo mundo cienlifico , primera ol>ra original es|)a5ola sobre ciencias exactas,
en cuanto se encuentran en ella demostradas verdades ó leyes naturales acerca
de los números , ignoradas hasta ahora. En esta obra se resuelve la cuestión, que
se creia imposible, de expresar con una sola palabra cualquiera de los números
([ue en el dia se expresan con dos ó mas hasta siete, y por último se demuestra
la base de la perfección de las matemáticas y de todas las ciencias y artes en
cuanto tienen relación con los números, también descubierta por el autor, reco-
nocida por los mas profundos matemáticos de la Corle, y por las Academias de
S . Fernando y la de Ciencias exactas , físicas y naturales. Igualmente recomenda-
mos á nuestros lectores el Diccionario de Galicismos que con un buen prólogo del
distinguido poela D.Juan Eugenio [Jartzembuch , acaba de publicar el erudito y
enlendido escritor D. Rafael María Barall, digno director de la Gaceta oficial de
Madrid y de la Imprenta Nacional.
Debemos advertir que entre los excelentes pendolistas (jue conservaron en toda
su pureza y gallardía la letra bastarda es|)añola , es preciso considerar á los Padres
Escolapios ]uan Antonio Rodríguez, José Sevilla, Jorge López y Juan Bautista Cor-
tés; á los cuales imitan hoy con su bellísima letra los Padres Gregorio Molina, Ju-
lián Viñas, Carlos Chiner , Ildefonso Polo, de Arcbidona; José Benitez, Procurador
general; el erudito y virtuoso P. Felipe Navarro del Corazón de Jesús, y otros
profesores de los colegios de Madrid y de las provincias. También es excelente
pendolista el presbítero D. José Herraiz. En la página 199 se cita á D. Antonio del
Olaso , y debe decir del Olmo.
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University of Toront
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